Cuando Hassan me invitó a degustar su original té con canela, matalauva y miel

Conversaciones con Hassan Hamad al otro lado del diván
«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine

Hassan Hamad es un prestigioso psiquiatra que tenemos la suerte de que ha ejercido durante muchos años en Antequera.

Recién llegado a esta ciudad para vivir el júbilo de mi jubilación, en distintas conversaciones de amigos y de personas a las que comenzaba a entrevistar para mi blog, no paraba de escuchar piropos profesionales hacia Hassan Hamad, distinguido psiquiatra residente en Antequera.

Cuando se enteraban de que yo quería ayudar a difundir cultura de bienestar y de salud mental desde atqmagazine, muchos me decían que contactara también con Hassan.

Me atreví a ello y me presenté en su casa para pedirle colaboración. Lo hice sin irrumpir, no se podía esperar otra forma de mis educadas maneras. Sin embargo entiendo que él pudiera verse entonces invadido en su intimidad desde el timbre de su portero electrónico por un desconocido. Aún así, me invitó a subir y pude explicarle mi intención.
-Déjeme pensarlo, contestó con la dulzura de sus gestos que multiplicaban por diez la amabilidad con la que yo había accedido a él. Llámeme en unos días, me dijo, Déjeme pensarlo.
No fue necesario hablarle de amigos comunes ni de los piropos que la gente le dedicaba por su trabajo en bien de los demás. Pensé que podría contar con sus artículos como «pastillas escritas» para… si no curar, ser al menos bálsamo de algún lector o lectora en los que pudiera hacer diana.

Mi sorpresa fue que al coincidir, por casualidad, por las calles al día siguiente, me dio su respuesta y me llegó como un jarro de agua fría.
-No, Charles, no voy a escribir. No quiero protagonismo.
Advertí entonces que se caía de mi sueño la posibilidad de su colaboración. Me sentí algo derrotado, pero respeto las decisiones de los demás y entendí que tendría sus razones. No cejo en el empeño y espero conseguirlo algún día (quizás después de este ratillo de conversación afable, deje a un lado la humildad y pierda el miedo a que se hable bonito sobre él).

Pasados los meses, hemos coincidido en multitud de actos culturales en esta ciudad, que no para de sugerir vivencias muy agradables e interesantes en muchas facetas de la cultura.


Este verano me dijo en tono condescendiente: «te dejo que me hagas una entrevista, pero una charla normal tomando un té. No quiero que me pongas por las nubes y prefiero que hablemos de la vida.
¡Por fin!. ¡Gracias!, le comenté.
Man lladda vallad uo man zsaraa hassad (o algo así), me dijo.
¿Qué significa?, pregunté.
Quien se esfuerza recoge y quien siembra recolecta.
A ver, dímelo otra vez, Hassan, que esto es muy importante para mí.
Me lo dijo y lo grabé, porque ¡mira que es difícil pronunciarlo!:

Man lladda vallad uo man zsaraa hassad

Albergo el optimismo de que después de este acercamiento, él escriba con cierta frecuencia en este – o en otro medio al menos – algunos textos balsámicos para quienes necesitan encontrar el ánimo y la esperanza en su equilibrio emocional y mental.


No tienes acento andaluz y tu nombre tampoco es Pepe, ni Paco, ni Juan, ni … Me da que no eres de aquí.
(Reímos sin carcajadas: sonreímos).
Nací en Líbano. En BarrElias. Muy cerca de donde hoy está la guerra. BarrElias.
(¡Nos cambió la cara. Lloramos sin lágrimas, con amargura, con rabia, «pa» dentro!).

Me contó cómo es su tierra, cómo la recuerda en su infancia y cómo la ve cada año cuando marcha a entrañarla. Se llama «BarrElias», que quiere decir «la Estepa de Elias», porque se trata de una llanura muy grande, por decirlo de alguna manera aquí, como la Vega de Antequera, pero más extensa, aunque menos poblado en aquellos tiempos, unos tres mil. Hoy más o menos misma `población, que Antequera. Es el Valle de la Becâ… entre dos cadenas montañosas.

Describía el lugar y sus costumbres con mirada ensimismada. Debieron pasar por su mente imágenes del recuerdo y pude apreciar, ahora sí, sus ojos empañados.
Quise no amargar el momento… (mi madre me enseñó a cambiar de tema en situaciones así. Las madres son sabias)
¿Estudiaste aquí?.
No, hice la carrera en Valencia.
¿Por qué te viniste a Antequera?
Porque hubo un concurso oposición a nivel nacional. Yo estuve trabajando en Oviedo, en Luarca concretamente. Y hubo un periodo de ir y venir del Líbano a España… Cuando salió el concurso oposición a nivel nacional, me presenté para tomar una plaza en Andalucía y dentro del baremo llegó mi turno, y escogí Antequera. La elección estaba entre Málaga y Antequera. Habíamos estado, mi mujer y yo, en un viaje por aquí con mis hijos también. Eran adolescentes, así que mi mujer y yo consideramos que se educarían con mejores valores en un pueblo grande, en una ciudad pequeña, tan interesante como esta. Eso es un valor. Y, afortunadamente, fue un acierto y ellos también lo han entendido así. Ya no viven aquí, tienen su vida en otros lugares. Sus respectivas profesiones le han ido llevando a otros horizontes. Están en Málaga y en Sevilla, pero hay reuniones en familia a menudo y también vienen a ver a sus grupos de antaño.

Mientras degustábamos ese té de sabor espectacular, servido con la parsimonia de su propio ritual, hablamos de la distinta labor de un psiquiatra y un psicólogo, aunque converjan en un mismo fin. De la historia de la Psiquiatría y sus métodos, que han ido afortunadamente evolucionando con los tiempos porque la Ciencia ha ido descubriendo mejores apoyos. Del aumento en el consumo de medicamentos antidepresivos, ansiolíticos… Del estado de salud mental a nivel mundial y de su deriva en multiplicación algebraica…

«No me gusta el encasillamiento en ninguno de los órdenes de la vida, cada situación tiene una causa pero es influida por varias que no hay que despreciar».
«Me gusta aún menos la señalización, el estigma,…»
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Hassan Hamad

Hablamos también de las actitudes categóricas de los extremos opuestos y de su preferencia por la moderación, en todos los órdenes de la vida, también en esta especialidad.

Hay muchas escuelas, muchas tendencias, afortunadamente hoy día todas en el arco de la moderación y de la buena práctica. Pero es verdad que la historia del tratamiento de las enfermedades mentales, ha sido una historia muy negra, muy triste (manicomios, métodos extremos, etc). Y eso deja grabada incluso hoy esa actitud ancestral de las sociedades de antaño de la sujeción «del malo, del loco» y de la consideración estigmatizada de su padecimiento, que dificultan la vida del paciente . |
Hassan Hamad

«Ir a terapia debe ser visto como signo de bienestar, no de locura».

Hace décadas, la salud mental iba por otros derroteros, los manicomios eran los centros de encerramiento donde se apartaba de la sociedad, se clasificaba y estigmatizaba drásticamente a quienes se salían de la «normalidad» emocional, se conocían menos recursos de ayuda (aunque en mi opinión, hoy en día la estigmatización social sigue existiendo en el fondo).

…Y llegó el momento en que de una manera casual se descubrió una medicina y vieron que los pacientes empezaban a mejorar. Era una medicina destinada para otra cosa, pero pusieron atención en que mejoraba el ánimo. Y de ahí, digamos, se despertaron investigaciones y empezaron a averiguar y a desarrollar la bioquímica de la fabricación de estos fármacos.

Entonces, ¿qué ha pasado con los llamados manicomios?
Hubo un momento en que veían que estos pacientes al tomar estas medicinas que se iban descubriendo, se pueden encontrar más tranquilos y con ello en alguna forma auto-dominar su situación, que se puede dialogar con ellos, etcétera. Y entonces empezaron a abrir los manicomios. Empezó a haber una revolución en la asistencia psiquiátrica de tal manera que esta revolución, digamos, quisieron adoptarla unos y otros, de todas las tendencias, unos más progresistas ideológicamente, otros más conservadores, y así terminaron por abrir para su salida a la sociedad todos los llamados manicomios. Hoy en día no sé si existen en el mundo, en algún sitio muy extraño puede haber alguno.

Cómo se realiza ahora la atención de los pacientes psiquiátricos que están en un periodo de gravedad.
Es como si fuera, por ejemplo, de la misma forma que cuando uno tiene un infarto de miocardio y le ingresan en la UCI para tratarlos; a los pacientes que tienen una crisis aguda también les ingresan en una unidad con puerta cerrada. Cerrada para ellos, pero está abierta para visitas familiares… Son las unidades de agudos. Y también están las unidades de crónicos que se dedican a una rehabilitación psicosocial. Las puertas durante el día están abiertas, solamente se cierra por la noche.
Los enfermos agudos, son tratados en régimen de ingreso, pero el resto del tiempo solventada su crisis aguda están en las casas.



Intercambiamos con mucha civilización dialogante acuerdos y desacuerdos de opinión sobre la bondad de su mirada hacia el diseño del sistema actual y mi perspectiva de la realidad que observo que no añora los tiempos de atrás, pero que contemplo la necesidad de muchas mejoras. La falta de dotación de profesionales y de recursos al sistema público provoca que muchos pacientes con una dificultad importante, al no ser atendidos con la frecuencia precisa y estar en las casas, sin una formación adecuada de sus familiares para su tratamiento y sin recursos para poder hacerlo, el sistema no parece completo. Al margen de la casuística, es común también: citas con meses de por medio en pacientes cuya vida cotidiana es un estado casi permanente de crisis…y otras muchas deficiencias del sistema.
Hassan defiende que el sistema está bien diseñado. Yo no lo niego y después de nuestro intercambio de opiniones, concluimos en que es verdad que hay miles de casos cada día sin poder tener la atención que necesitan y que lo que puede estar fallando es que faltan muchísimos recursos, los más acuciantes, los de dotación de profesionales y centros públicos especializados como hospitales de día…

Sin minimizar el problema ni frivolizar, prefiero dar giro a nuestra conversación porque no era mi pretensión analizar estructuras.

¡Qué bueno está este té!. ¿Cómo lo haces?
Mezclo un té negro con té verde, mientras hierve aderezo con canela y matalauva, lo dejo reposar antes de servir por cuatro minutos y lo sirvo con miel, una miel exquisita que adquiero aquí en la comarca.

¿Tú estás jubilado ya?
Sí, hace 13 años. Me jubilé a los 70
Has ayudado a mucha gente
A los que he podido y se han dejado ayudar.
¿Cómo se vive esa satisfacción, Hassan?
Pues, verás, me queda el decir: pero no he podido ayudar a otros también.
Verás, se vive en que yo hago lo que considero que tiene que ser. Yo pongo el ejemplo como el que tienes una persona delante de ti, tú eres socorrista, entonces vas a socorrer a una persona, gente que se está «ahogando» , le das la mano, le sujetas. Si él no te coge de la mano, por mucho que insistas, si él no quiere … es complicado. Pero afortunadamente hemos logrado poder realizar mucha ayuda.

Si te pregunto por la felicidad personal, ya no profesional (aunque haya tenido mucho que ver) que tiene este psiquiatra que está ahí detrás de ese diván… ¿qué me dirías?
Pues que quitando las penurias que puede haber en la vida, me identifico con la canción que dice «gracias a la vida que me ha dado tanto» y me siento satisfecho y duermo totalmente tranquilo con lo que he hecho.

Puede que en algunas cosas me haya equivocado, no digo que no. Pero estoy tranquilo porque no habrán sido nunca errores malintencionados. Te hablo de intenciones y de hacer el bien o el mal. No va en mi forma de ser las descalificaciones a los demás o hacerles daño. Tampoco me enseñaron en la manera de educación de mi casa o a lo largo de mi vida a hacer el mal; al contrario.

No soy un santo, ni mucho menos, pero, hombre, valoro las cosas, y en lugar de hacer el mal, se puede hacer el bien. Si no quieres hacer el bien, no lo hagas, pero por lo menos no hagas el mal. Por ejemplo, tú suponte que ahora nosotros viéramos que hay una necesidad y hay que echar una mano. Yo soy uno de los primeros. Puedo hacer mucho o poco, eso es otra cosa, pero el dar el paso es en mí un sí.



Dices que el hecho de que tengas seguridad de que lo que haces lo haces con buena intención y que lo haces bien, porque lógicamente tú confías en tu profesionalidad. Y también has dicho que duermes bien, ¿quiere ello decir que has logrado ese estado emocional de serenidad?, ¿Ese es el truquito de la felicidad?
Hombre, eso es la base de la felicidad, de la paz interior. Es estar satisfecho uno consigo mismo y con su entorno. Esas cositas. Una sonrisa, tan solo una sonrisa es casi siempre bastante como para romper el hielo en el que a veces se vive.

Bueno, es curioso porque tú eres un hombre que tiene una sonrisa encantadora, pero a la vez mantienes una seriedad continuada que no sé si es impostada para esconder tu ternura, o porque pones cara acostumbrada a las circunstancias que vivías en tu profesión… quizás lo da tu propio ensimismamiento
Hombre, no siempre estás sonriendo, pero tampoco debemos hacer duelos por cada contrariedad, porque si por cada tropiezo tienes que hacer un duelo, no tienes más que una cadena de duelos, una cadena de tristezas y de conflicto, pero si relativizas un poco, entonces… pierdes digamos el impacto de la parte negativa de la pena.
Ante un problema lo relativizo, lo sitúo, pienso un poco… Como cualquier persona hago mi plan de proyecto para hacer lo que pueda en resolverlo y, si la solución no depende de mi intervención, trato de dejar de quejarme de ello permanentemente e intento que no me afecte al resto de mi vida. Buscar ese lado positivo que tiene todo.

«Cada contrariedad contiene la semilla de algo que puede ser mejor». | Khalil Gibran

La vida me ha causado ciertos percances importantes. Si he superado esas pruebas, los problemas menores de cada día los puedo superar también. Ese concepto me quita mucho peso dramático de mi pena.
El drama no le pilla solo a unos, le pilla a todos. Es muy democrático el drama y la vida no viene así (con su mano hace un gesto de fluir), ni te la ponen en bandeja. Tiene sus altibajos y tiene sus dificultades. Es verdad que para algunos tiene muchas dificultades…

Perdona, Hassan, que insista en ¿Cómo hay que interpretar los problemas para no perder la calma?
Centrándonos en el problema, en el momento que se está viviendo y analizarlo, pero tomando la perspectiva de como te he dicho, valorar su dificultad, compararla con otras mayores y darle su justa importancia.
Cuando tienes que afrontar ciertas cosas. Si puedes, bien. Si no puedes, si calculas que no puedes, tienes que esquivar. Porque es absurdo que tú choques contra la pared si sabes que esta pared no la puedes pasar. Entonces,¿ para qué?
.

¿Qué cuota parte de la satisfacción personal supone en la vida el agradecimiento?
Mucha. El agradecimiento es vital, claro, claro. Habría que hacer ejercicios, siempre de eso. Decir lo negativo está ahí y ahora, mira qué positivo tiene. A ver, dale la vuelta. Solamente unos segundos de pensamiento para detenerse a agradecer, es un ejercicio muy bueno que ayuda al bienestar emocional. Ver la parte positiva, buscarla en las pequeñas cosas. Sí, esto es muy bueno.

A lo largo del tiempo que tú has estado ejerciendo, habrás visto casos muy graves, ¿no?
Sí. Muy graves, otros menos graves y algunos más suaves. Sí, sí, sí. ( queda pensativo con la mente en otro momento)
En todos los tiempos ha habido una insatisfacción de la vida por parte de la gente, hay mucha gente insatisfecha…
Hombre claro, porque el que tiene una reacción psicológica afectiva es porque no se siente satisfecho. Hay algo ahí que siempre te está rondando el descontento y eso lo tenemos todos, unos lo dominamos y otros no.
Para esto es lo de relativizar. ¿Eso es lo que quiero yo?, ¿Cuánto impacto tengo yo, cuánta energía emocional interna estoy vertiendo para conseguir esto?. Y si no lo tengo,¿todo lo que he preparado y tal voy a dejar que se vaya al garete?. Pensar sobre que nada está perdido si se tiene la voluntad de volver a empezar, ayuda a situar la mente en un nuevo punto de salida.

Eso es relativamente fácil para la población que en alguna forma está sana en general, pero la población patológica…
Bueno, vamos a ver, la población con patología también es sana si está bien atendida
Me refería a la capacidad reflexiva, imagino que cuando alguien tiene un trastorno mental o emocional, no es dueño y señor de sí mismo y no creo que pueda tener mucho juicio para auto-regular por sí mismo su mente y relativizar sus «insatisfacciones».
Tampoco muchas personas lo utilizan entre quienes no están en el arco de las no patologías.

(aquí nos descarrilamos ambos por derivas filosóficas de la vida y conversamos sobre los avances del conocimiento de la neurociencia, causas que dilataron el tiempo de esta conversación y necesitaron una segunda taza de té.)

Desde que te jubilaste, imagino que llevas una vida serena, más pausada, ¿no?.
Pausada sí, pasiva no. Serena siempre, con la calma de…
…¿De la sabiduría de la senectud?.
En calma, pero activo.
La verdad es que yo te veo muy activo y partícipe de muchos actos culturales.
Sigo teniendo curiosidad intelectual y cultural en todo lo que puedo. Estoy en contacto con muchos grupos sociales en Antequera, algunos en funcionamiento y otros que ya no funcionan como grupos, pero quedan las personas, como Los Amigos de la Hoja.
¡No me digas!. ¿Tu pertenecías a Los Amigos de la Hoja?. Estoy preparando con Sebastián del Pino un artículo sobre ello. Me dijo Jesús Martínez Labrador que Sebastián tiene el mejor archivo de ello y ahí andamos para reunirnos por segunda vez.
Sí, era un grupo de gente muy maja y diversa, con mucho poder de convocatoria cultural. Será bonito que lo puedas contar.
¿Sigues manteniendo otras aficiones?
¿Sabes por qué estas plantas que ves en mi casa rebosan vida?
Porque las riegas y las cuidas…
Sí. Tengo ayuda de una mujer que me lleva la casa y las cuida. Pero mira, el cuerpo humano va perdiendo células. El cerebro pierde las neuronas con el tiempo, se atrofian. Se regeneran si te lo propones, pero no a la velocidad como se regenera, por ejemplo, la piel o el músculo. La falta de actividad en el hombre produce apatía. La empatía es cuando hay una, digamos, correspondencia de afecto. Y apatía es falta de afecto.
Entonces, las neuronas si no trabajan, se atrofian. No se atrofian de la noche a la mañana, pero con el tiempo se atrofian. Entonces, yo sé que la vida para mí es así (mueve su brazo inclinado señalando cuesta abajo).
La de todo el mundo, porque todo el mundo estamos orientados a terminar.
Si yo no alimento estas neuronas…la cuesta va a ser más inclinada. Pero si yo procuro darles un poco de actividad a estas neuronas, la cuesta tardará más en inclinarse del todo. Por lo tanto, lo hago por conservar mi persona, mi organismo, mi intelecto.
Y de la misma forma, ¿haces algo de deporte?
Voy a pilates, sí, vamos, deportes fáciles…
No tan fáciles, será que te tiene enchufado tu profesor y a ti te lo pone fácil.
¿Andas?
Antes hacía mucho senderismo, ahora menos. Pero camino casi a diario recorriendo a veces la ciudad.
¿Tienes aficiones como la escritura?
La escritura me da mucha pereza, aunque tengo personas queridas que me estimulan a escribir y he hecho algo de escritura, pero no soy… No tengo una buena base lingüística.
¿Por la dificultad del idioma?
Prácticamente porque no tengo un nivel de español, digamos. Mi español es españoliano. No me veo capaz de poder adornar una expresión determinada que le pueda gustar al lector. Mi escritura es muy llana y me cohibe escribir. Mi base es más la Ciencia que las Letras.
¿No estás también en un Club de Lectura?. Te veo mucho en actos culturales, en el CEPER, en la Casa de la Cultura, en el Teatro, en el Centro de Participación Activa…
Sí, en el CEPER porque voy a clases de idiomas. El año pasado estuve en clases de francés, este año voy a inglés, y voy a francés, en la escuela oficial.
Al teatro voy siempre que me entero y logro entrada, es una actividad que me gusta. Voy al club de Lectura, pero tengo el defecto que yo no propongo ningún libro porque los libros que me gustan a mí son más bien relacionados a la ciencia. Entonces yo no voy a… hacerles sacrificio a los demás, que lean en un libro de ciencia, cuando a ellos les gusta otro tipo de lectura. Entonces acepto lo que hay.
Algunos libros que tocan un poco la cuestión psicológica de una manera o de otra… De hecho, lo que es la descripción de la psicopatología no fue recogida por los profesionales, fue recogida por los literatos. Por literatos. Sí, sí, sí. Es curioso.



Tú estás en el mundo actual y en el mundo actual la gente se mueve también atentos a las redes sociales. ¿Tú te mantienes al margen, las usas, las utilizas?
Sí, las uso, pero muy limitado.
¿Eso es un secreto también?
No, no, no, no es un secreto.
No, me refiero a que sea algo confidencial, sino a que si es una forma, el secreto para que no se altere ni se invada tu vida.
Ah, claro, para que no me ahogue. Sí, sí, claro. Sí, de hecho, hace un rato que estuve hablando con…
con mi hija. Yo por ejemplo ahora por el conflicto del Oriente Medio, hombre me absorbe mucho tiempo porque es algo que me afecta muy de cerca y de hecho esos últimos días los bombardeos están alrededor de mi pueblo. Entonces… el YouTube sí, porque ahí es donde veo las noticias y comentarios. Y a lo mejor estoy una hora, viendo cosas de esto.

( Vuelve a enturbiarse el tono de negra tristeza compartida, empática con la cercanía de su caso particular y por la propia crudeza de la ¡ p_t_ guerra !)

(Otra vez recurro a las enseñanzas de mi madre sobre distensión)

¿Por qué no me pones otro poquito de té, Hassan?. Vas a pensar que soy un gorrón. El día menos pensado te invito yo a unas gambas
(Mientras me servía la última cucharada de un bote apetitoso de miel para añadir salud a ese instante)…
¿Qué comidas te gustan de aquí?.
No tengo problema con las comidas.
Pero tendrás gustos especiales.
Las comidas que están bien hechas me gustan todas. La porra me encanta. Generalmente mi comida tira más bien hacia lo natural. Legumbres, verduras, cosas de ese tipo.

Bromeo y le digo que yo era vegano hasta que conocí la chistorra. Y logro una nueva sonrisa, augurio de que hay que seguir la vida por mandato.
Me acuerdo de una frase que me dijo esa gran persona, Mónica Megías Megías: «En dos palabras puedo resumir lo que he aprendido acerca de la vida: que sigue« Robert Frast

También como pescado. Carne, lo menos posible.

¿Y los mantecados te gustan o no?
Sí, me gustan. El problema es que no lo puedo consumir mucho por motivo de lo que tiene de grasa.
Pero la grasa es muy buena. Es manteca de cerdo, ¿no?
La grasa de animales es muy buena. Estoy de acuerdo contigo y el cerdo es muy rico y todo esto lo quisieras. Y además es más jugoso que la ternera y tal. Todo esto lo tengo en consideración. Únicamente que como diga de comerlo, la arteriosclerosis y la elevación del colesterol…entonces yo consumo mejor aceite de oliva y algunos de los mantecados elaborados así, pero no soy muy aficionado a mantecados ni a dulces, ni turrones…
¿Y el jamón te gusta?
Gustarme, claro que me gusta, pero tiene sal. Suelo tomar comidas con menos sal.
¿Las aceitunas?.
Aceitunas me gustan pero las pongo primero en agua para quitarle sal. No se reducirá del todo, pero…
Y eres de vino, de cerveza, de agua, de té…¿?
De medio vasito de vino.
¿Al día o cada… en comidas especiales?.
Con el almuerzo, con la comida. Por la noche no me apetece. Cerveza muy poco. Muy poco ahí sí, con las circunstancias. Para invitar a alguien sí que ofrezco una cerveza.
¿Tienes algún vino especial?
No, no, no. No soy de los exquisitos, cualquiera que me sepa bien.

Oye, esas gafas que llevas ¿son para ver, para leer o para qué?
Son gafas de… ahora ya puedo decir que son gafas de senectud. De emergencia. De buena emergencia. Estoy en ello.
¿Pero tú qué edad tienes ahora mismo?
Hombre, tengo 83 años. ¿No pensabas que tenía esa edad?
No, no, que va, que va. Yo te echo 75 o 76 años. Te conservas fenomenal.
Pues una de las cosas que me conserva bien es el consumo de la miel.
Para mí, lo malo de la miel es que un bote así me dura menos de una semana. No puedo parar.
Yo lo consumo todas las mañanas. Está buenísima y es buenísima. Cuando compro, compro a lo mejor… pues no sé, no quiero exagerar, al año posiblemente 30 kilos o 40 kilos. Compro para mí, para mis hijos… El otro año compré para dos años, como ya empezó la cuestión de la sequía

¿Qué desayunas?
El desayuno… sí que hago un desayuno bueno. Antes hacía un desayuno, digamos como de una ración. Cuando trabajaba la jornada continua desayunaba bien y a media mañana tomaba un té, una cosa así. Actualmente, antes de ir a la gimnasia para tomar unas medicinas, tomo una parte del desayuno. Y a la vuelta, después de ducharme, entonces tomo el resto del desayuno. Suelo desayunar cereales con yogur y pan con miel y té.

¿Tomas medicinas?, ¡Qué raro a tu edad! (jajajaja)
Medicinas para la arteriosclerosis. Otra para la tensión arterial porque las arterias cuando se hacen duras la tensión arterial sube. Entonces para que el organismo mantenga un cierto equilibrio, la tensión tiene que estar moderada. O sea yo tengo entre 14 y 8. Más o menos.
Si no tuvieras esa medicación la tendrías muy alta.
Sí, la tendría bastante alta.
¿Siendo sereno también como eres?. ¿A pesar de ello?
Sí, sí, soy sereno pero me sube por la arteriosclerosis, por el envejecimiento de las arterias.
O sea que, en tu caso no es el estrés.
No, no. El estado emocional puede subir la tensión, pero no es mi caso. Y ya no estoy estresado.
Aunque soy un hombre también con reacciones rápidas y tal, procuro contenerme.

¿Eres delgadito por constitución, por genética o porque te mantienes en el cuidado del cuerpo?
Por genética sí. Por ejemplo en mi casa obesos obesos no ha habido. Por parte de mi padre era el hombre alto y delgado. Por parte de mi madre tampoco tengo una ascendencia de obesidad.
Pero yo también me cuido, porque ya de hace muchos años, algo así, como cuarenta y cinco… casi cincuenta años, por una mala postura, las cosas de la vida, tengo varias heridas discales. Y la rehabilitadora que me atendió entonces me recomendó hacer gimnasia.
Desde entonces para acá hago la gimnasia todas las mañanas. Te cuento una anécdota: un día me desperté a media noche y creí que ya era la mañana para irme a trabajar. Entonces me levanté y me puse a hacer mi gimnasia a oscuras. Llega mi hijo, mi mujer estaba dormida. Me dice, ¿pero qué haces?. Le contesté, pues ya ves, haciendo gimnasia para irme a trabajar. Y me dice, ¿sabes qué hora es?. Son las 3 de la mañana.

Así que me volví a acostar.

¿Cuántas horas duermes? Más o menos.
7 horas y yo la siesta la considero parte importante tanto como la comida.
Te has españolizado. Has aprendido la bondad del yoga español, ¿no?
Sí, sí, la siesta.
¿Una siesta larga?
Puede ser de media hora, una hora.
¿De pijama o de sofá tranquilito?.
No, tranquilito, tiene que ser de…
¿Pero tendido?
Sí, tendido, porque es el cuerpo el que se relaja.
¿Pijama ya puesto?
Cambiado. Sí, bueno, con menos ropa y cómoda. No con ropa de la que traes de la calle. Más cómodo.

¿Siempre echabas siesta también cuando trabajabas?
Cuándo trabajaba también, por las tardes, casi siempre.

¿Te gusta la música?
Sí, me gusta la música, sí. Voy a conciertos que puedo. Me gusta, y de hecho, gracias a mi hija que estaba en el conservatorio, yo estuve en la APA, entonces la directora del Conservatorio, Ana Cárdenas, nos ofreció a los de la APA, que si queríamos que podíamos hacer un curso de… y entonces nos abrieron un curso para los adultos. Empecé a aprender música. Yo empecé a guitarra. Y no estaba muy mal. Por lo menos el profesor me aprobó. Me dijo: ¡por fin ya lo has conseguido!.
Pero con el tiempo, especialmente por esta época, ya comienza el otoño, se me agrietan los dedos. ya no era posible continuar con la guitarra. Mi guitarra está ahí, está la pobre muy sola.


El arte, ver exposiciones, la pintura, escultura, fotografía ¿te gustan?.
Sí, sí, mucho. Ya digo que siempre que me entero y puedo, voy.

¿Sueles hacer tu vida en Antequera? ¿O te vas mucho de aquí?
Con mi mujer hemos viajado mucho. Nos gustaba viajar. Ya está fallecida. Entonces combinábamos los viajes de acuerdo con las vacaciones, fiestas, puentes. Lógicamente eran otros tiempos de la vida. Cuando se hacían guardias, entonces al día siguiente tenías el saliente libre. Nos poníamos de acuerdo con los compañeros, para hacer el día y el otro compañero te hacía otra guardia. En fin, esos acuerdos entre amigos, nos permitía viajar mucho. Tanto que prácticamente viajamos, pues, vamos a ver, salvo Australia, Estados Unidos, todos los otros, parte de Asia, parte de África, Europa, sí, por ejemplo.

Y me contó que se siente antequerano en el sentido de pertenecer a esta comunidad de personas entrañables en la que se siente uno más; que le encanta atravesar esta ciudad pequeña; estar con amigos, saludar a quien conoce, que le maravilla El Torcal; «me gusta que Antequera es una ciudad pequeña y muy bien comunicada geográficamente». Hablamos del Agua en Antequera, de otros tiempos, de nostalgias pero de presente y de deseos de futuro que ojalá. Hablamos de Neurociencia como aportación al conocimiento del cerebro y de su geografía. Le pregunté si hay dos cerebros y me dio una lección de anatomía sobre el sistema nervioso central y cómo distribuye las órdenes cerebrales a lo largo de todo el cuerpo.

Hablamos del «esfuerzo», de que los logros en la vida se consiguen con insistencia y tomándose en serio lo que uno quiere. Me enseñó sus notas de la Facultad; no para presumir, sino para que comprobara que un extranjero sin apenas hablar español a golpe de despertador de madrugada era capaz de sacar adelante sus estudios nada fáciles; hablamos de cómo cambian las ciudades, me contó cómo transmitían en su pueblo la voz a través de montículos...

Dices que una sonrisa es importante. Estoy de acuerdo, muy de acuerdo. A que no eres capaz de no reírte durante 30 segundos mientras te digo chalauras.


¿Cuánto hace que no vas a tu pueblo?
Voy cada año. Sí pero este año no, porque las cosas allí tampoco están muy estables. Y suelo ir con mis hijos y sus familias. Este año no hemos querido arriesgar. He decidido esperar a ver qué pasa y cómo se van a arreglar las cosas.

Le dije que me consta que hay en España mucho talento árabe en la actualidad.
En la Universidad de Valencia cuando yo estudiaba Medicina coincidimos 500 alumnos árabes.

En Antequera mucha gente reconoce tu talento, dime dos cualidades de un buen psiquiatra
Saber escuchar y saber llevar el timón de la sesión para poder conocer lo que «hay detrás» y poder ayudar.
Ya me has hablado de algún consejo que tú le puedes dar a la gente para que se encuentre a sí mismo en bienestar. Me has dado bastantes pistas con el tema de la perspectiva, tomar perspectiva, situar en la mente las cosas. Lo has dicho muy bien, como… poner en… situar en balanza las cosas…
Exactamente. Relativizar las cosas. Sopesar las cosas. Pero sopesarlas de una manera amigable, no de una manera… digamos ofensiva. Desafiar es como por ejemplo hablar contigo mismo para enfocarte, que no contra un enemigo.
¿Te das cuenta, Hassan?. Hemos hablado de la mente y del cuerpo. ¿Crees que hay alma?
Empezó diciéndome:
«Desde un punto de vista laico-orgánico es una cosa, y desde un punto de vista espiritual es otra cosa. Entonces ya depende de cada cual. En ambas religiones, cristiana y musulmana, se explica que sí, de distinta forma. Depende de la creencia de cada persona».
Desde aquí, nuestra conversación duró veinte minutos más en un coloquio ciertamente interesante.

Antes de irme, alguna vez te oí decir que trabajaste en el edificio de la Casa de Cultura. ¿Los psiquiatras no estabais también en el Hospital?.
Mi tiempo en activo solo coincidió con muy pocos años en el nuevo hospital. Antes estábamos en el viejo, en la Casa de Cultura, y en el edificio de la Casa de la Juventud.

Hassan, llevamos casi tres horas de cháchara. Yo estoy muy a gusto porque me encanta que me cuentes, pero no quiero cansarte, voy a dejarte con tanta paz como me llevo de este ratillo tan agradable en el que me has contado un poco de tu vida. Tus gestos y el énfasis de tu conversación pausada hablan también. Eres como un libro de enseñanza que agradezco haber abierto. A ver si te animas a contarnos otros tomos de tu sabiduría de la vida. Piénsate de nuevo si te apetece escribir, en mi blog de ciudad, algunas «pastillas para el alma», que puedan ser un bálsamo de bienestar para muchas personas.