Así comenzaba ‘Donde el corazón te lleve’ y así lo continuaría María Córdoba ejercitando la creatividad

Un bonito ejercicio que permite estimular la imaginación y entrenar el arte de escribir. Se trata, propuso el profesor, Juan López Rama, de dar continuidad propia al primer párrafo de una novela que te haya gustado y continuarlo con alguna secuencia propia desde aquella primera propuesta.

‘Donde el corazón te lleve’ es una de las novelas que le llegaron al alma a esta ex-librera sensible y encantadora, María Córdoba, y es con la que ella ha recreado sus propios pasos «donde el corazón la llevaría» en esta propuesta también preciosa.

ASÍ COMIENZA SUSANA TAMARO A CONTARNOS ‘DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE’…

Opicina, 16 de Noviembre de 1992

«Hace dos meses que te fuiste y desde hace dos meses, salvo una postal en la que me comunicaste que todavía estabas viva, no he tenido noticias tuyas. Esta mañana en el jardín me detuve largo rato ante la rosa. Aunque estamos en pleno otoño, resalta con su color purpura, solitaria y arrogante…» | Susana Tamaro

Así lo continúa en un ejercicio de creatividad, María Córdoba

Opicina, 28 días de Mayo de 1994

El avión aterriza en el aeropuerto de Trieste de madrugada. Me siento mareada, inquieta y anhelante por llegar a Opicina. Y allí poderte abrazar sin abrazo ¡Que injusta he sido contigo! He dejado que pase el tiempo sin acunarme entre tus brazos amorosos. Mi juventud me traicionó, haciéndome elevar el vuelo hacía otras estelas lejanas, alumbradas de estrellas perezosas y luceros incandescentes.
¿Qué me hizo alejarme de ti, cómo pude abandonarte en la decrepitud de tu vida, cuando la vejez comenzaba a carcomer tu cuerpo? No lo sé, utopías de niña bien, insensible, sin meta, sin rumbo. O quizá seguí la estela que mi madre había comenzado en ese andar sin retorno hacía el camino tortuoso de la droga. Pero pasó. Y ahora…., con tu muerte, me he liberado, sin querer, de este amor engrandecido con el que me rodeabas dándome luz, esperanza y cobijo. Todo lo desdeñé. Mi ansia de llegar a Nepal se impuso, olvidando que, aunque no me habías parido, tu cordón umbilical invisible siempre me protegió. Huí sin sentir siquiera el remordimiento de dejarte en la soledad más absoluta.
Hoy las rosas purpuras han muerto, se han languidecido por tu ausencia. No merecías nada más que amor. Y yo te lo negué. Quizás Buck te haya dado el consuelo que solo saben dar los perros.
Aquí la tierra húmeda del camposanto me aprisiona los pies queriéndome atar a ella. Pero no he sido digna hija de esta tierra ni de tu amor.
Abuela, vuela despacio hasta el infinito donde el corazón universal te lleve. Siembra de rosas purpuras todo el universo. Y haz que lluevan pétalos de amor que puedan limpiar mi alma de tu vacío.
El hocico de Buck lame mi mano consolándome… | María Córdoba

María Córdoba Gil
Estudió Técnico especialista de biblioteconomia y archivista. Ha sido librera 24 años.
Ha colaborado en el inventario del archivo municipal de Archidona. Participó en la novela multiautor El crimen de Archidona, en el libro: Anécdotas de estudiantes en Archidona de la biblioteca electrónica de Archinoticias.
Con el Taller de escritura creativa ha colaborado en «Primer libro de relatos y en Escritos del atardecer»
Le encanta escribir, el teatro, pasar tiempo con la buena gente…Todo lo que genere positividad. Forma parte del Taller Antequerano de Escritura Creativa.