La muestra puede visitarse hasta el 5 de junio, en un horario amplio que permite saborearla con calma (mañanas: jueves de 11:00 a 13:00 h; tardes: lunes a jueves de 17:00 a 19:00 h y, solo martes y miércoles, también de 19:00 a 21:00 h; viernes de 16:30 a 18:30 h). Merece la pena detenerse ante cada obra, dejarse llevar por el gesto, la paleta, el silencio y el color.
Hay lugares donde el arte se enseña y se respira. Ayer, en la inauguración de la Exposición Final de Curso de Espacio Arte, ese aire tenía forma de pinceladas valientes, colores que conversan y miradas que buscan entender el mundo a través de la creación. La sala, ubicada en la Calle Carrera de Madre Carmen 15 en Antequera, se llenó de una energía cálida y compartida que solo los encuentros auténticos entre artistas, amigos y amantes del arte pueden provocar.
Más de 70 obras dan cuerpo a esta muestra que no es sólo una exposición, sino una celebración de todo un año de aprendizaje, esfuerzo, descubrimiento y sensibilidad.
Espacio Arte, bajo la dirección de la pintora Begoña González, se ha consolidado como una referencia formativa y emocional para muchos, y eso se percibe en cada cuadro, en cada técnica explorada con respeto y curiosidad, en cada mirada nueva que se atreve a mostrarse.
Begoña González, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, no sólo guía el trazo o enseña la mezcla del color: acompaña, inspira y transmite ese amor profundo por la figura, el retrato, la luz y el alma que caracteriza su propia trayectoria artística. Su compromiso con el arte y con sus alumnos ha hecho de Espacio Arte algo más que una escuela: es un refugio creativo, un espacio íntimo donde se cultivan talentos y se forjan vínculos.
Durante la inauguración, se vivió una comunión especial entre artistas reconocidos que respaldaron con su presencia la cita, y un público diverso —familias, amigos, curiosos y fieles seguidores del arte local— que se acercaron con la emoción de quienes descubren una joya. Porque eso es lo que se encontraron: desde obras ya consolidadas que hablan con solvencia de madurez técnica y expresiva, hasta otras más incipientes, frescas, llenas de intuición y promesa. Todas ellas, sin excepción, poseen un denominador común: la autenticidad.

No faltaron los momentos de emoción, de miradas cruzadas entre autor y espectador, de comentarios susurrados frente a una acuarela delicada o a un óleo lleno de carácter. La exposición acoge obras que no sólo muestran habilidad, también una necesidad genuina de comunicar, de transformar vivencias y sensaciones en imágenes.
Una exposición que, más que mostrar trabajos, revela mundos. Un acto de compartir desde el arte, que nos recuerda que siempre hay lugar para la belleza, la evolución, la sorpresa y la emoción. Y, sobre todo, para la esperanza de lo que está por venir en cada uno de estos artistas que, con sus obras, ya están apuntando maneras.



