«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
Desde hace ya tiempo mi mente se pregunta sobre el estado actual del parque inmobiliario de Antequera. Con cierto miedo a que a todos se nos vaya de las manos y sea casi imposible el acceso a la vivienda para la gente; entre otros, para los jóvenes. Y a que se produzca, como en la capital, un proceso de gentrificación nada deseable.
Antequera vive un momento decisivo. La ciudad, emerge con fuerza gracias a su historia, a su calidad de vida, a su atractivo turístico… al Puerto Seco y gigantes empresariales que ya se han instalado y otros muchos que parece que vendrán. Ese impulso prometedor viene acompañado de retos urbanos: el acceso a la vivienda, el encarecimiento y el equilibrio entre desarrollo y calidad de vida…
Un paraíso, sí. Pero que no se vuelva exclusivo para otros
Antequera, con su legado romano, islámico y barroco, con su calidad de vida envidiable y su patrimonio natural y cultural, sigue siendo un lugar donde vivir se conjuga en presente. Pero para que no se convierta en un paraíso exclusivo para inversores o en un simple parque logístico sin alma, es necesario actuar ahora.
La pregunta ya no es si Antequera crecerá. La pregunta es cómo quiere crecer.
¿Será una ciudad abierta, con vivienda digna también para jóvenes, familias trabajadoras y mayores? ¿O una ciudad que se deslice hacia una lógica de mercado donde sólo unos pocos puedan quedarse?
El dilema está planteado. Y la historia, como siempre, se escribirá en las decisiones urbanas que se tomen hoy y cuyos efectos vivirán las generaciones futuras. La altura de miras política de los legisladores; de los equipos -tanto de gobierno como de la oposición- de las distintas administraciones publicas es vital a la hora de encontrar equilibrio.
Desde la sensibilidad que comparto con quienes inician o quieren iniciar sus nuevos proyectos de vida en su propia ciudad, diría que queda un margen de maniobra que corresponde a cierta regulación y promoción: políticas públicas inteligentes, planificación urbana consciente (fomentando la ciudad verde y no al contrario…) y diálogo entre los actores que facilitan que pueda haber vivienda. Sólo así se evitará que Antequera pierda su condición de «paraíso asequible» para convertirse en un enclave exclusivo para quienes puedan pagarlo, y saturado en un futuro cercano. | ChLL
He coincidido a veces con Román Mejías, como espectadores ambos de distintos eventos culturales, (algunos de chanza y pitote carnavalesco, él fue el pregonero el año que yo llegué aquí); en otros momentos, con la seriedad que caracteriza una obra de teatro, un concierto o incluso una charleta inesperada en un cruce por la calle…
Detrás de su carácter alegre y animoso que contagia optimismo, hay un Román Mejías con enorme rigor profesional y otras grandes cualidades, no en vano es uno de los que más saben de esto y ha demostrado ser visionario de muchos procesos empresariales y comerciales de esta ciudad.

(Carlos) – Tengo que hablar contigo, Román.
(Román) – Cuando quieras. Vente por el despacho y hablamos.
Era ya septiembre, cuando me acerqué sin cita. En la calle hacía un sol fuerte más que caluroso, así que agradecí además del regalo de su atención, el estar al fresquito esa hora de cháchara con Román en una de las salas de su despacho, haciendo esas preguntas que hace tiempo quería considerar.
Creía que había que empezar por el principio: rompiendo el hielo. Sin embargo no hubo necesidad de romperlo porque Román me puso la «alfombra de su cordialidad», que le caracteriza.
La entrevista comenzó así:
Carlos ¿Oye, Román, desde cuando te dedicas a esto?
Román Desde que tenía 28 años
Carlos ¿Y cuantos tienes ahora ?
Román: 66
Carlos. Pues te conservas en forma. Te veo tipo de atleta.
Román. Claro porque paso mucho tiempo en el gimnasio de mi hijo. ¡Si él y sus socios tuvieran el Guanchi, yo estaría destrozao!.
Carlos- ¡Qué tío, qué simpático, qué forma de ver la vida con tanta alegría.!

Hablar de vivienda con Román Mejía no es un ejercicio técnico. Es una conversación donde los metros cuadrados se mezclan con los recuerdos, las cifras con las emociones, y los planos con la vida real. “Antequera está llena. seamos realistas», dice, con la tranquilidad de quien no exagera. “No hay suelo libre, no hay promociones en marcha, y conseguir una licencia hoy por hoy, puede tardar más que terminar el edificio”.
El relato oficial habla de modernización, de empleo, de oportunidades. Y no falta verdad en ello. Pero hay otro relato más silencioso: el de los residentes que temen no poder crear su propio proyecto de vida en su ciudad. Porque toda expansión tiene un precio, y sin planificación urbana comprometida de todas las administraciones, ese precio lo acaban pagando los ciudadanos. | atqmagazine
Cuéntame, por favor, cómo está la situación actual para el acceso, la compra y la venta de viviendas y locales en Antequera.
En los últimos años, el mapa urbano de Antequera ha empezado a reconfigurarse de forma sutil pero decisiva. Hay un efecto bucle. Las familias mayores, que tradicionalmente habitaban chalets en las urbanizaciones, están volviendo al centro: quieren cercanía, servicios, seguridad. Mientras tanto, los jóvenes, sobre todo parejas con hijos pequeños, hacen el camino contrario: buscan espacio, algo de verde, un sitio donde crecer…
Esta migración cruzada crea un efecto dominó: pisos que se desocupan, viviendas que cambian de manos entre generaciones, y una tensión cada vez más visible entre oferta y demanda. “Se vende mucho piso antiguo, pero hay muy poca obra nueva”. “Y lo poco que se construye, vuela”.
En los últimos 12 meses, hemos notado un repunte claro en la demanda. Más compradores de fuera; familias malagueñas que buscan vivienda asequible y calidad de vida. Interés de inversores: algunos comienzan a mirar Antequera como una oportunidad de rentabilidad a medio plazo. Subida moderada pero constante de precios en torno al 10–12 % anual, más en zonas céntricas y nuevas promociones.
Lo que me preocupa, y lo digo con honestidad, es la brecha que empieza a abrirse entre la oferta disponible y las necesidades reales de muchas personas aquí, jóvenes que quieren emanciparse, familias que buscan ampliar, personas mayores que desean bajar de tamaño o vivir cerca del centro
Antes de hablar de precios y otras dificultades de acceso a la vivienda… ¿Hay dificultades previas?
Un desarrollo residencial ambicioso, planificado medido, no masificado, que puedan prometer aliviar la presión sobre el mercado, exige lógicamente normativa, pero menos burocracia. Esta hace que muchos promotores desistan antes de empezar, la lentitud de los procesos complica mucho.
El problema, no es la falta de ganas ni de compradores. Es el tiempo. “Una licencia de obra puede tardar más de un año en concederse. Y si mientras tanto suben los costes, cambia la legislación o se retrae el mercado, el proyecto se cae, a veces ese miedo burocrático aleja de antemano el sueño de promover”.
VPO: Viviendas con alma… pero sin suelo
Román recuerda con agrado y nostalgia aquellas promociones de viviendas de protección oficial, como las del Parque Sol. “Teníamos lista de espera, literalmente. Eran viviendas bien pensadas, bien ubicadas y accesibles para jóvenes que querían quedarse en su ciudad”.
Hoy, la vivienda asequible sigue siendo una necesidad urgente, pero el margen de actuación es cada vez más estrecho. Falta suelo disponible para VPO, durante mucho tiempo falta voluntad política en los distintos gobiernos que tengan competencias de acelerar procesos. Y si no se da esa combinación…
Más allá del ladrillo: ciudad, comunidad y pertenencia
Pero la mirada de Román va más allá del precio del metro cuadrado. “El problema de la vivienda no es solo que falten casas. Es que, si no cuidamos a las personas, la ciudad se vacía de sentido”.
Por eso defiende un modelo que combine promoción privada con la lógica intervención pública; que apueste por rehabilitar el patrimonio construido, por devolver vida a las casas cerradas y por mantener la esencia de los barrios. “Una vivienda no es solo un techo. Es una historia, un comercio cerca, un vecino con quien cruzarte…. Si perdemos eso, perdemos la ciudad”.
Una ciudad con raíces, no solo con planos
La historia de la vivienda en Antequera, contada desde los ojos de Román Mejía, no es una simple crónica del mercado. Es un retrato de cómo vivimos, de cómo nos movemos y, sobre todo, de lo que esperamos de una ciudad que no debe solamente adaptarse sin olvidar de dónde viene. Es necesario escuchar, planificar, dialogar y construir… no solo edificios, también comunidad. El corazón de una ciudad no está en sus fachadas, que es verdad que es muy importante; está también en sus habitantes.
Dame algunos datos, Román, sobre la vivienda en Antequera, de sus realidades y cifras. Por ejemplo, precios…
Pues mira en datos del mes pasado, agosto de 2025 el precio medio de vivienda en venta se situó en Antequera en torno a 1 388/m², con un crecimiento anual del 10,9 %, Con ciertas variaciones según zonas y con una visión genérica que es matizada después por el tipo de vivienda y sus características (terraza, ascensor, amueblado, parking…). En el centro la cifra alcanzó 1 464 €/m².
Son datos estadísticos; pero, como digo, orientativos ya que depende mucho del estado de la vivienda, de la expectativa del vendedor y de otros aspectos que en muchos casos encarecen este dato.
Román, comprendo esta matización, porque según estas cifras o parecidas, un piso de 100 metros, estaría en torno a los 138.880 € y la realidad que podemos comprobar es muy diferente en la mayoría de los casos. No sé si es que muchos propietarios se suben a «la parra» a la hora de vender.
Hay una clara tendencia al alza en los precios de venta, aunque menos dramática que en la capital malagueña. Ello hace que haya un potencial grande de clientes del exilio forzoso de la gentrificación de Málaga y otras capitales que buscan su residencia aquí y en otros pueblos cercanos.
Pero el gran reto continúa siendo garantizar el acceso para familias y jóvenes antequeranos. Y ello significa construcción de parque nuevo de viviendas a precios medidos | Román Mejías.
No obstante, la tendencia es clara: los precios suben, la demanda aumenta y la oferta comienza a tensionarse. La ciudad empieza a sentir en sus calles el murmullo del fenómeno conocido como “desplazamiento económico por cercanía”: quienes no pueden permitirse Málaga, miran hacia Antequera. Y si se suma el flujo potencial de trabajadores cualificados que vendrán con las nuevas implantaciones logísticas, la ecuación se complica.
Creo que conoces muy bien que esta es la necesidad de nuestros vecinos, que haya vivienda y que se comprar a precios razonables, no inflados por la situación golosa del momento para especuladores.
Desde luego si el módulo máximo permitido a las constructoras en determinados suelos en viviendas nuevas de protección oficial es de 295.000 € ,¿dónde queda la protección oficial?.
Ese piso podrá ser adquirido por comparación con el precio de mercado de la capital (precios desorbitados), pero de por sí, serán inalcanzables para muchos ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad.
El buen ritmo del desarrollo del Polígono Industrial y el auge logístico del Puerto Seco, que próximamente debe empezar a florecer, ¿son una bendición o un obstáculo?. Se necesitarán cientos de viviendas y ello encarecerá su adquisición por simple ley de oferta y demanda. ¿Cómo lo ves?
Pues más o menos como tú, es una bendición, pero ojo si no estamos preparados con viviendas construidas…
No cabe duda de que el dinamismo económico que activan estos proyectos en marcha, producirán una generación de empleo de calidad, también una atracción de población activa y oportunidades de desarrollo secundario (comercio, servicios…). Y también el liderazgo en logística incidirá en el valor de inmuebles y del suelo.
Pero esto último no es bueno, ni siquiera para el que tiene ganas de vender, porque también subirán los precios cuando él quiera comprar.
Claro, se producirá una presión sobre los precios de vivienda, ya que el aumento de demanda laboral puede elevar costes de alquiler y venta, tensionando el acceso.
Y pienso que también existe un riesgo importante de especulación por inversores que podrían adquirir viviendas solamente con fines rentistas, reduciendo la disponibilidad para residentes.
Eso ocurre en todo momento, así funciona siempre el mercado. La solución pasa por lo que ya hemos apuntado, crear vivienda nueva a precios razonables tanto para compra como para alquiler.
Que esa idea funcione depende de muchos factores. Lo deseable es que se pueda liberar suelo, se pueda construir vivienda suficiente al menos para cubrir necesidades de oferta y que el mercado pueda equilibrarse. En Antequera aún no se han disparatado los precios de la vivienda.
Yo, sin embargo, pienso que vamos camino de ello. Entiendo que quien quiere vender su casa pida por ello lo máximo que crea porque es su joya. El problema empieza cuando lleguemos a situaciones parecidas a otras ciudades. Quien vende y sube su precio, con el dinero recibido, se las ve y se las desea después para adquirir con el dinero recibido otra vivienda, porque el precio sube en todos los lados, es la trampa del sistema.

¿Qué claves de futuro y desafíos estructurales ves?
Habrá que contemplar la necesidad de infraestructuras y planificación que eviten congestión, preserven calidad de vida y equilibren vivienda y actividad industrial.
Y, sin duda se tendrán que establecer políticas públicas proactivas en todo el panorama de las administraciones. Es esencial promover vivienda asequible (VPO), planificación urbana vinculada y regulación contra la especulación en este tramo de vivienda protegida.
Pero hay otros retos como el que Antequera mantenga su atractivo como ciudad cultural, tranquila, sostenible… mientras se consolida como nudo logístico y crece aún más el desarrollo empresarial.
Se requieren también mejoras del transporte público, movilidad sostenible, conexiones viarias y ferroviarias. Antequera ya demanda el desdoblamiento de carreteras locales y comarcales y se va haciendo cada vez más urgente acelerar corredores ferroviarios en cercanías con frecuencia mucho mayor de saltos de tren hacia Málaga. Así como conexiones también más frecuentes entre municipios en autobús. Se tendrían que poner de acuerdo las distintas administraciones para monitorizar la evolución de precios, usos del suelo y oferta residencial. Y hacerlo con agilidad para que los tiempos no se pierdan en burocracias excesivas que impiden el desarrollo de la construcción de viviendas en plazos más fluidos.
Igualmente pensar una ciudad inclusiva, donde los nuevos trabajos no se traduzcan en desigualdad residencial. Aprovechar el crecimiento económico para revitalizar el centro urbano, fomentar vivienda cooperativa y conservar patrimonio.
¿Se puede crecer sin desplazar?
Es lo deseable. Antequera no debe repetir el modelo fallido de otras ciudades que apostaron por el crecimiento sin contrapeso social. Tiene una oportunidad histórica: demostrar que se puede ser nodo económico sin perder identidad ni expulsar a los suyos.
Esto exige decisiones valientes: activar promociones de vivienda pública y asequible, evitar la especulación urbanística, proteger el casco histórico con la rehabilitación de vivienda vacía, fomentar el alquiler con precios regulados y, ¿por qué no?, apostar por modelos como el cohousing, las cooperativas de vivienda o la rehabilitación de vivienda vacía. También será clave el desarrollo de infraestructuras: transporte público eficaz con Málaga, mejora de la movilidad interna, y creación de barrios sostenibles, conectados y habitables.
¿Pero tu trabajo no es vender casas?. Esto que dices no va en contra de tu negocio?
Mi trabajo como agente de la propiedad inmobiliaria es ayudar a encontrar hogares, llevo años caminando las calles de Antequera, viendo cómo evolucionan sus barrios, cómo cambian las preguntas de los compradores y cómo, poco a poco, esta ciudad tan nuestra se convierte en un lugar deseado por muchos. Y no es para menos. Antequera tiene algo que cuesta encontrar hoy: equilibrio. Es una ciudad con historia, con aire limpio, con cultura, con vida local auténtica y, hasta hace poco, con un mercado inmobiliario relativamente accesible. Pero ahora, como pasa en muchas ciudades nos podemos encontrar en un punto de inflexión.
Muchos piensan que nuestro trabajo es vender, cuanto más caro, mejor. Y claro, esto es un negocio. Pero también es una responsabilidad social. Al fin y al cabo, tratamos con lo más íntimo de una persona: su hogar. Y eso no puede tomarse a la ligera. Porque no se trata solo de vender o alquilar: nosotros ayudamos a personas a encontrar un hogar, y cuando ves que una familia trabajadora con dos sueldos no puede acceder a una vivienda digna, algo no cuadra.
Nuestro trabajo es también ser honestos. No se puede alimentar la burbuja a toda costa. Yo prefiero perder una comisión a engañar a alguien que no podrá sostener una hipoteca o un alquiler en pocos meses. Y créeme, eso pasa más de lo que se dice.
Nuestro papel como agentes inmobiliarios que trabajamos con ética profesional es Informar con transparencia: decirle al comprador si una vivienda está sobrevalorada o si hay opciones mejores. Escuchar más que vender: entender necesidades reales, no empujar decisiones forzadas. Ser aliados de las familias locales: no sólo buscar el perfil inversor, sino apoyar a quienes llevan aquí toda la vida. Reivindicar soluciones: como profesionales, también debemos pedir a la administración más vivienda protegida, más suelo para uso residencial, incentivos para la rehabilitación y regulación del alquiler.
¿Qué papel puede jugar el sector inmobiliario en este contexto de cambio?
El agente inmobiliario tiene que dejar de ser solo un intermediario. Debe ser también una figura de confianza y orientación, casi como un asesor familiar. No podemos limitarnos a cerrar operaciones. Hay que explicar bien lo que se firma, advertir de los riesgos, y también presionar a promotores y administraciones para que se construya vivienda asequible y de calidad.
Es muy fácil dejarse llevar por las grandes cifras que vienen con las empresas logísticas. Pero no podemos permitir que eso se traduzca en especulación o expulsión de quienes han hecho de Antequera lo que es.
¿Qué le dirías a alguien que quiere comprar o alquilar en Antequera hoy?
Le diría que aún estamos a tiempo, pero que no se duerma. Hay oportunidades reales, especialmente en viviendas de segunda mano, pisos por rehabilitar o zonas aún no tensionadas.

Más personal:
¿Cómo empezó tu experiencia en el mundo de los negocios y el comercio?
Yo inventé ese año continuar con tres negocios abiertos y 14 personas trabajando, sin tener ni idea al principio. Aprendí mucho de los empresarios de la zona. Fui uno de los creadores de la Asociación de Comercio hace 40 años, junto con Antonio Carrasco, Antonio Carmona, Gustavo Miranda, Alberto Ochendo y Pepe Miranda. Fue un aprendizaje duro porque esto no es un juego. Tenía 26 años cuando se constituyó la Asociación y desde joven me involucré en todo.
¿En qué otras actividades comunitarias y sociales has estado involucrado?
También fui uno de los fundadores del Club Social Mata Grande y participé en la constitución del casino moderno, incluso intervine profesionalmente en la venta del local al casino. Siempre he colaborado con asociaciones como Aventura Solidaria…
¿Cómo te ha influenciado el deporte a lo largo de tu vida?
Siempre he hecho deporte, y eso se nota. Practico senderismo con un grupo de amigos llamado “los ilegales del Torcal”. Caminamos 23 kilómetros para llegar a valles en pueblos cercanos, combinando deporte con ocio y naturaleza. Me gusta cuidar mi alimentación y mantenerme activo, pero siempre disfrutando y sin obsesiones.
¿Cómo crees que influyeron tus padres en tu forma de ser y en tus habilidades sociales?
Mi padre era un excelente relaciones públicas y mi madre, que falleció este año con 94 años, siempre fue una persona alegre y con mucha ternura. De pequeño y de joven ayudaba en la tienda familiar, especialmente en épocas como Reyes, lo que me ayudó a perder la timidez y aprender a relacionarme con la gente desde joven.
¿Dónde estaba ubicado el Bazar Mejía y cómo funcionaba el negocio?
El Bazar Mejía empezó en la esquina de calle Lucena con calle Garzón. Era un negocio de ventas al detalle pero también recibíamos pedidos de pueblos cercanos, donde la gente compraba y luego pagaba a plazos, confiando en nosotros porque no existían grandes supermercados ni grandes superficies en ese momento.
¿Cómo fue la transición de ese negocio familiar a tu actual empresa?
Seguí con el negocio hasta 1989. En 1991 monté mi empresa inmobiliaria porque surgió una gran oportunidad con Félix Sáenz, que compró nuestro edificio del Bazar Mejía en calle Duranes. Vendimos ese negocio familiar y me dediqué a promover y vender inmuebles, iniciando una nueva etapa en el sector inmobiliario.
¿Cómo fue tu entrada en el negocio inmobiliario y qué proyectos has desarrollado?
Comencé como promotor inmobiliario, como te he dicho en 1991 con un proyecto en Parque Sol, un área que antes era un terreno de pacerizas. Hice promociones de pisos y locales, vendiendo viviendas de protección oficial enfocadas en parejas jóvenes, con mucha demanda. En 1996 abrí esta oficina inmobiliaria. Ahora ya no promuevo, solo soy intermediario en ventas asesorando en la búsqueda del encuentro entre compradores y vendedores.
¿Qué te motiva a seguir trabajando?
La satisfacción de que las personas estén contentas con la compra, de que hayan encontrado un hogar al precio justo, es lo que me motiva a levantarme cada día.
