Días atrás, en relación con las plantaciones del nuevo arbolado viario en Antequera, un amable interlocutor impregnado, no me cabe duda, por uno de los tantos tópicos que malogran la gestión del árbol urbano, me comentaba una tesis que enfrentaba la idoneidad del árbol perenne sobre el caducifolio y viceversa.
Intentaré arrojar algo de luz a esta ligereza.
De arranque, he de insistir en que la monetización de todo lo relacionado con la renaturalización de las ciudades, está en estos momentos, en pleno cambio de modelo. Refrescaba Antonio Machado unas previas de Quevedo y Oscar Wilde con la cita «todo necio confunde valor y precio» poniendo acento al hecho de que no pagamos nada por muchas de las cosas más valiosas de nuestra vida. Así, es estos momentos tan complejos climáticamente, muy serio hablar de economía y sobre todo de ahorro, cuando de lo que estamos hablando es de invertir en nuestra Salud. Pero volvamos al origen para discernir sobre si la integración de un árbol perenne o caduco guarda variables económicas.
Son muchísimos los factores agronómicos y biofísicos que intervienen en la comparecencia natural de bosques siempre verdes o caducos. Ciñéndonos a nuestra geografía, he de hablarles que las series de vegetación de la configuran, tienen mucho que ver con el piso bioclimático.
Vivimos en un clima mediterráneo continental y éste marca a todos los ecosistemas presentes. Así, el árbol perenne que, como saben, es aquel que permanece verde y funcional permanentemente, contrasta con el caduco que se despoja por completo de sus hojas en las épocas más frías y secas. En ambos casos encontramos un motivo adaptativo a los condicionantes ambientales que los envuelven y además, en los dos caracteres vamos a encontrar una morfología y fisiología que marca sus distancias. De todo ello y en todo, vamos a encontrar los diferenciales que marcan verdaderamente las prestaciones que los árboles nos ofrecen y que distan mucho de una mera cuantificación económica sobre el mantenimiento. Para un hábitat como el antequerano se podría pensar que establecer frondas caducifolias podría ser acertado para posibilitar el baño solar invernal, pero ¿y si nuestra continentalización climática como ya ocurre, mengua en su época fría y en el estío se acentúa…?
El diseño de los sistemas arbóreos urbanos tampoco soporta un modelo de máximas. Plantear la arborización de un medio debe contemplar muchos factores, intentando así obtener el máximo potencial de servicios ecosistémicos que al árbol de forma gratuita nos ofrece. Hemos de considerar muy seriamente la capacidad acondicionadora de la temperatura que la vegetación ostenta, atenuándola en épocas frías, cómo en las cálidas enfriándola. La fijación de partículas en suspensión que no es un asunto baladí, la mitigación del ruido, etc. Y para que toda ello ocurra, necesitamos hojas, frondas verdes en cantidad y calidad, dispuestas en árboles biodiversos correctos, en sitios adecuados.
Decía Kennedy que “se mide todo menos lo que hace que la vida merezca la pena.” Pues eso, el futuro será verde o no será…
Juan Manuel Ruiz Cobos es un experto en Jardinería con más de 30 años de experiencia en el diseño, creación y mantenimiento de espacios verdes urbanos. Director técnico de Jardines de Icaria y presidente de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza. Ávido de conocimientos y actualización de técnicas tiene una extraordinaria formación en Infraestructuras Verdes Urbanas. Apasionado de la lectura y de Antequera, de su historia y de su desarrollo como ciudad, de sus costumbres y de su patrimonio cultural, artístico, paisajístico y gastronómico. Gran conocedor, amante y defensor de su pueblo, al que lleva siempre donde quiera que vaya.