«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
¡Hay que ver el poder que tiene la música.! Todas sus versiones tienen vida propia. También el Gospel, que te envuelve sin pedir permiso, se cuela por dentro y de pronto todo vibra. El alma, la piel, el cuerpo entero...
Es contagiosa, casi milagrosa. Yo miraba alrededor y veía cómo las sonrisas se multiplicaban, cómo las manos se alzaban y cómo los ojos brillaban de alegría en la semioscuridad del patio de bancos.
…Y entonces entiendes que la música tiene un poder inmenso, el de unirnos, el de recordarnos que no estamos solos, que compartir una emoción es, quizá, la forma más pura de estar vivos.
El pasado viernes 7 de noviembre, en uno de los corazones barrocos de Andalucía, la Iglesia de San Juan de Dios, Antequera fue testigo de uno de esos momentos en los que la música trasciende la belleza del sonido y se convierte en una experiencia más allá de lo sensorial.
El Al-Ándalus Gospel Festival no solo cumplió lo prometido lo superó con creces, envolviendo al público en una ola de energía, emoción y comunión que aún resuena entre las yeserías labradas del templo.
Un espectáculo que en Antequera se recordará siempre, a pesar de que esta gira solamente ha traido una actuación a nuestra ciudad. Esperamos que vuelvan. Quienes tuvimos la fortuna de asistir, pudimos comprobar que fue una sorpresa inesperada de tanta belleza emocional que si la gente lo conociera, pediría llenar cien veces ese espacio.
Fue Patricia Almeda, de Verso Libre Gospel Band, que fue llamando a todos sus componentes al escenario, quien presentó el acto con enorme simpatía y muchas tablas, e invitó también a salir a Attih Soul, el artista nigeriano afincado en Barcelona que, desde los primeros acordes, dejó claro que su voz no entiende de fronteras. Su interpretación fue un viaje espiritual, desde los ecos del soul africano hasta el pulso urbano del R&B contemporáneo.
A Attih le sostenía su presencia escénica que combinaba humildad y poder; porque él más que cantar, invoca. Cada nota suya parece brotar de un lugar ancestral, un territorio donde la emoción es más importante que la técnica, y donde la verdad se mide por la piel erizada de quien escucha. Entre otras, su versión de Amazing Grace fue pura catarsis colectiva… un silencio reverente precedió a una ovación que llenó de vida cada rincón del templo.
El sonido en directo era muy bueno, pero yo estaba situado junto a un bafle y tenía que tapar para grabar el micro de mi móvil, así que os pido disculpas por no presentaros una buena grabación. El tembleque del vídeo no es porque tengo ya ochenta y un años (que también), es por el ritmo que contagian.
Y entonces, la noche explotó en color y ritmo, con una energía que contagia. La Verso Libre Gospel Band, llegada desde Málaga, excepto una de sus componentes, nuestra Nazareth que volvió a cantar en su tierra y fue, una vez más, profeta en ella, transformaron el recogimiento en júbilo. Sus diez voces, perfectamente engastadas ( yo suelo en estos casos decir engastadas más que su término real «empastadas», porque para mí son joyas ) y su banda tan bien orquestada, convirtieron cada canción en un acto de celebración compartida.
Sus interpretaciones de clásicos como Oh Happy Day o Total Praise… fueron auténticos estallidos de vida.
Lo extraordinario de Verso Libre Gospel Band no es solo su técnica impecable o la potencia de su sonido coral, sino esa energía de comunidad que se contagia sin remedio. En cuestión de minutos, el público nos convertimos en coro improvisado, palmeando, sonriendo y, sobre todo, sintiendo.
Mención especial merece Ezequiel Barrios, el carismático director del evento, canario él y que mueve los hilos de este festival con pasión, talento y un magnetismo irresistible. Supo enardecer al público, con algunos guiños inclusivos y romper la barrera entre escenario y bancas. Nos convirtió a todos en parte del coro.
En el vídeo que ya he hecho circular entre algunos asistentes puede verse uno de esos instantes mágicos en el que Ezequiel enseña a cantar al auditorio entero. Una marea de voces que, guiadas por su entusiasmo, se fundieron en un solo latido cercano, auténtico, profundamente humano.
La acústica en directo y la magia artística ambiental de la Iglesia de San Juan de Dios aportaron el marco perfecto, un espacio donde lo histórico, el arte barroco y la música se abrazaron sin contradicción. Bajo la cúpula espectacular, las voces se elevaron y se cruzaron en un diálogo entre fe, arte y emoción pura.
Hubo momentos en los que la música pareció detener el tiempo. En otros, la intensidad era tal que resultaba imposible permanecer quieto.
En este corte hay un final inesperado y especial. No te lo pierdas
Fue una celebración de la humanidad a través de la música. Una noche que invitó a abrir el corazón y dejarse transformar por el poder del gospel.
El Al-Ándalus Gospel Festival deja un sabor muy bonito en la vida cultural de Antequera.
¡Bravo por la Verso Libre Gospel Band, por sus músicos, por sus cantantes, por quienes hicieron posible que la emoción se convirtiera en canto compartido, Bravo por Attih, Bravo por Ezequiel Barrios!
Esa noche, en Antequera, el alma cantó. ¡Gracias, Nazareth!.









