Cuando el otoño se envuelve en canela y luz dorada, Antequera se transforma en un refugio de memoria y palabra. Treinta y un años después de su nacimiento, las Lecturas de la Canela siguen siendo más que un acto literario. Es ya un ritual sensorial y cultural que conecta pasado y presente, tradición y ciudad.
El viernes 28 de noviembre de 2025, la Real Academia de Nobles Artes abrió sus puertas para recibir a lectores y amantes de la poesía, en una edición dedicada a Luis Martín de la Plaza (1577–1625) y Agustín de Tejada Páez (1567–1635), dos figuras esenciales de la Escuela Antequerano-Granadina.

El hilo conductor de la tarde fue, una vez más, bien llevado por Juan Benítez Sánchez, académico numerario y custodio incansable de esta tradición de encuentro en la Poesía. Con su maestría habitual, guio a los asistentes a través de los siglos, entretejiendo comentarios históricos, referencias biográficas y apreciaciones literarias que hicieron que cada poema leído cobrara una dimensión más profunda.
Desde los orígenes de la «Atenas andaluza» (Antequera) hasta los matices de la poesía lírica y épica del Siglo de Oro, sus intervenciones recordaron que Antequera no solo es una ciudad de calles y plazas, es también un territorio donde la memoria cultural late con fuerza.
La lectura estuvo a cargo de Antonio Salazar, actor de prestigio que fue acompañado en algunas piezas poéticas por Rosi Cabanillas Peña, Carmen Vera, Nani Pérez Cervantes, Pilar Ruiz Muñoz, Carmen Menjíbar y ChLL; cuyas voces en presencia llevaron al público por los paisajes mitológicos y amorosos de los sonetos y romances. La banda sonora musical de José Luis López León acompañó con delicadeza los versos, uniendo palabra y sonido en un diálogo armónico que convirtió la tarde en experiencia sensorial. Cada poema, cada comentario, cada pausa estaba impregnado de un ritmo que parecía recoger el viento frío de noviembre, el murmullo de la ciudad y ese aroma inconfundible que solo la canela y la memoria saben regalar.
Juan Benítez recordó que Luis Martín de la Plaza, orgullo de su maestro Juan de Mora, y Agustín de Tejada Páez, autor de relatos históricos y memorias locales, forman parte de un linaje creativo que ilumina la historia de Antequera y de Andalucía. Su poesía, cargada de amor, historia, mitología y reflexión moral, se volvió contemporánea en el salón de la Academia. La distancia de cuatrocientos años no borró la emoción de escuchar aquellos versos en voz alta, mientras afuera la noche caía sobre la ciudad.









El ritual de las Lecturas de la Canela trasciende la simple lectura de poemas. Es un gesto de comunión, una conversación entre generaciones, donde la tradición y la contemporaneidad se encuentran. Para quienes no pudieron asistir, la Real Academia abrió su Salón Virtual, llevando el aroma de la canela y la cadencia de los versos más allá de las fronteras de la ciudad, recordando que la poesía no se limita a un espacio físico, sino que se expande, transforma y acompaña. (enlace a vídeo al final artículo)
Al finalizar el acto, hubo un ratillo de convivencia de todos los asistentes y degustación de roscos de vino, mantecados, anís, licores… que ayudaron a sobrellevar el frío en el bonito patio de la Academia.
Luis Martín de la Plaza. Un poeta entre la devoción y la palabra
Juan Benítez Sánchez recordó con detalle la vida de Martín de la Plaza, nacido en enero de 1577 en una familia de comerciantes de ropas junto al Portichuelo. Desde joven, demostró un talento precoz para la poesía que lo llevó a ser discípulo de Juan de Mora. La educación humanista que recibió, en un tiempo en que Antequera se consolidaba como la “Atenas andaluza”, permitió que sus sonetos y composiciones líricas adquirieran una sensibilidad única, delicada, refinada y profundamente emocional.
Martín de la Plaza fue también clérigo. Obtuvo su graduación en Cánones en la Universidad de Osuna en 1597 y rápidamente asumió responsabilidades eclesiásticas, llegando a ocupar el curato de Santa María la Mayor desde 1605 hasta al menos 1622. Su obra poética, aunque no tan conocida fuera de los círculos especializados, se distingue por su ternura, elegancia y capacidad para expresar los afectos más íntimos. Benítez recordó que incluso quienes no somos especialistas podemos reconocer, al leer a Martín de la Plaza, un estilo propio, lleno de musicalidad, de imágenes naturales y mitológicas, y de una ética lírica que combina religiosidad y sensibilidad humana.
Agustín de Tejada Páez | Historia, poesía y memoria local
En paralelo, la figura de Agustín de Tejada Páez se erige como la síntesis de poesía y narrativa histórica. Nacido en 1567, su obra combina versos líricos con relatos históricos que documentan los hitos de Antequera y sus alrededores. Benítez enfatizó la importancia de las memorias locales de Tejada, publicadas en dos volúmenes por la profesora Asunción Rayo y académicas de la Real Academia, que constituyen un auténtico tesoro para quienes estudian la historia y la literatura de la región.
A diferencia de Martín de la Plaza, cuya sensibilidad se centra en lo íntimo y lírico, Tejada Páez integra en su obra la dimensión comunitaria y el relato de los hechos que marcaron la ciudad. Su poesía refleja, además, la influencia de la mitología grecolatina, la reflexión moral y religiosa, y un profundo sentido del tiempo y la memoria colectiva. Esta dualidad entre lo personal y lo histórico convirtió a Tejada en una figura fundamental para entender la riqueza cultural de Antequera en el tránsito entre los siglos XVI y XVII.
Las Lecturas de la Canela no son un simple recital. Es un gesto que une historia, literatura y ciudad. Al honrar a Martín de la Plaza y Tejada Páez, Antequera celebra su propio pasado, recordando que la palabra escrita y hablada es un patrimonio vivo. La poesía en noviembre, en esta ciudad, se convierte en conversación, en aroma, en luz dorada y en la certeza de que los siglos pueden escucharse, si uno se detiene a prestar atención.
Puedes ver todo el acto en este vídeo, subido en streaming por Rafael Gallardo Muriel.






