EL MALECÓN (ONCE  MÁLAGA), TEATRO QUE INTEGRA E ILUMINA | Por Juan A. López Rama

¿Por qué hago teatro?
Porque es el lugar donde me siento más feliz.            
Albert Camus

El pasado día 22 de octubre, un grupo de suertudos compañeros de la EMUTE Antequera (Marina Pérez, su marido Jose Antonio, Pilar Ruiz, Marga Martínez, Ana Muñoz, Carmen López, Andrea Pompa, Jesús Tenllado y quien hilvana esta crónica) nos desplazamos a Málaga para ver la obra de teatro 9ºB que ponía en escena el grupo teatral de la ONCE El Malecón con dirección de Jamp Palô. De cuyo elenco forma parte nuestra querida compañera y amiga Manoli Aguilar (González), un ejemplo  vital y artístico para todos nosotros, tanto en el escenario como fuera de él.

A contrarriente de estos tiempos atolondrados en los que prima la prisa y la inmediatez del momento, me he tomado un tiempo para, a pesar de aquella afirmación de Julio Cortázar:

Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.

Rememorando a otro poeta, Blas de Otero:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Y apelando a ella, a ellas, a las palabras, tras dejarlas macerar varias semanas en mi corazón y mis entrañas, intentar expresar lo que supone la experiencia sublime de vivir, como espectadores, una representación teatral realizada por actrices y actores tan luminosos como los de El Malecón. Pues ellos, como nadie, saben manejar la magia del teatro para hacer posible lo imposible: convertir en luz las tinieblas, y regalar esa luz con generosidad y entusiasmo. Con tanta entrega como alegría, para trascerder el escenario, constituyéndose en un  ejemplo de vida, superación y entereza. ¡De esperanza! Ellas y ellos, con los mimbres sencillos de lo auténtico, bordan escenas memorables. Consiguiendo así, sin pretender ser divos, brillar como estrellas. Estrellas que nos iluminan el camino y nos guían.

Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar…
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…

Que dijo el poeta.

Entresijos existenciales y retos del devenir humano cotidiano que estos cómicos de  la luz dominan como nadie. Abriéndonos sendas esperanzadoras, e invitándonos a transitarlas en su compañía con paso firme y mirada confiada en el escenario y en la vida. Que, como dijo Antoine de Saint-Exupéry en El principito:

Solo se puede ver bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.

Estos lúcidos cómicos representan, como ningunos, a esa «buena gente» a quienes cantó D Antonio Machado. Que al caminar, al interpretar, golpe a golpe, escena a escena con arte, gracia y humor infinitos, van alumbrando esperanzas para darle un sentido a lo absurdo de esta vida de tinieblas. Mientras nos transportan a nosotros, su público, sobrecogidos y admirados entre la carcajada y la lágrima, entre la cavilación y el asombro, a un estado de gozo muy parecido a la felicidad. Porque su teatro es pura poesía. Tan épica como lírica. Así lo expresó otro poeta (y ya perdí la cuenta), Federico García Lorca, y así lo apreciamos en sus representaciones:

El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre.

9ºB, está basada en el texto Cien viajes en ascensor de Alfonso Zurro. Pero, como afirma su director Jamp Palô  en una entrevista, con una «vuelta de tuerca muy nuestra (…) Una obra de colores sobre un fondo gris».

Una comedia de misterio donde lo inédito se hace la norma y la sorpresa es un vecino más, en un edificio donde la rutina se vuelve extraordinaria. Sus residentes, que están al borde de un colapso nervioso por el misterioso vecino del 9ºB, deciden desenmascararlo organizando una junta donde esperan que aparezca. Mientras, los ascensores del edificio son escenarios de situaciones inauditas: una gallina erudita, un zombi travieso, un ladrón con principios, triángulos amorosos que desafían la lógica o un premio de lotería que viene y va.

La banda sonora también ha sido compuesta expresamente para la obra por Curro Fernández, afiliado en Málaga con una reconocida trayectoria musical.

Ocho actores y actrices, cuatro de ellos afiliados a la ONCE, dan vida a esta disparatada comedia entre ascensores con tinte social y un lúcido guiño al teatro del absurdo. Una obra muy coral, que nos empieza a sorprender gratamente ya desde los minutos de espera a su inicio. Mientras contemplamos la simpleza y eficacia del escenario, sin telón: ¿¡Cómo se le ha podido sacar tanto partido a un espacio en apariencia tan reducido!? Y así, esa feliz sorpresa inicial irá in crescendo durante el transcurso de la representación, ensanchando nuestros ojos, bocas y, sobre todo, nuestros corazones y nuestras molleras.

En este escenario donde todo esta medido y estudiado hasta milmetro, desgranando amenos diálogos chispeantes e inteligentes, un alucinante repertorio de variopintos y coloridos personajes, tan ingeniosos como entrañables, uno de ellos además en silla de ruedas, van desfilando con pasmosa liviandad ante nuestras pupilas dilatadas por el «sueño» de esta droga calderoniana que es el teatro, para conseguir (¡como si fuera fácil!) que los asistentes nos identifiquemos con ellos hasta sentirnos un vecino más de esta bendita comunidad.

Porque el público es un elemento primordial en esta obra, al que se le interpela e integra ¡Olé y olé! Lo que nos trae a la memoria las palabras de otro poeta (¿cuántos iban?), el dramaturgo Juan Mayorga:

El escenario, tuviese el tamaño que tuviese,                
era un espacio infinito. En un escenario cabía  
el mundo. En un escenario cabíamos todos.

El Malecón, teatro del bueno, hecho por los mejores, que integra e ilumina mientras abre caminos hacia la esperanza y la felicidad.

No se pierdan esta maravilla. Estén atentos a las redes sociales de El Malecón para estar informados de sus próximas representaciones. El día 7 de diciembre estuvieron en  Iznájar.

¡Ojalá pronto vengan a Antequera! | Juan A. López Rama