Una cura emocional, que puede traernos calma espiritual, es tomar conciencia de que los demás no pueden interferir tanto en nuestras vidas.
Loreta Gámez | Psicóloga
No vivas dando explicaciones por cada cosa que haces: es una fuente de estrés innecesaria.
No hay necesidad de justificar tu forma de ser a quienes ya te juzgan solo por ser diferente, por ser único.
Quien te quiere, te respeta.
Así que evita caer en la cultura del “qué dirán” y protege tu intimidad, tus esencias.
Algo que caracteriza a la sociedad actual es que existen cánones para todo: desde el aspecto físico hasta lo que se considera como “biológicamente” normal, como casarnos, tener hijos, etc.
La presión social e incluso hasta la familiar, nos obliga a menudo a tener que dar explicaciones por cada cosa que hacemos (o que decidimos no hacer).
Deja de dar explicaciones sobre todo lo que haces: quien te quiere no lo necesita y quien no te respeta entenderá lo que quiera.
Algo importante, que deberíamos empezar a hacer hoy mismo, es reflexionar sobre el número de veces en que nos justificamos ante los demás.
Hacerlo en exceso es caer en incoherencias, sufrimientos y sobrecostes innecesarios.
Tú eres tu propio juez y tienes derechos asertivos para decir: “no, no te voy a dar explicaciones porque no te incumbe en absoluto”.