Francisco Miranda de Rojas volvió al paraíso para presentar su último libro

Francisco Miranda de Rojas presentó su decimoquinta novela, «Los muertos no necesitan flores», en la Biblioteca Municipal San Zoilo en Antequera, el pasado jueves 7 de noviembre.

Acompañó al autor en la mesa de presentación la artista multidisciplinar, Carmen Caro, historiadora, bibliotecaria, pintora y escultora.

En este evento de presentación de su novela número 15, el autor agradeció a los asistentes y reflexionó sobre el título de su obra, «Los muertos no necesitan flores». Explicó que la novela surge de su crítica al dispendio en flores para los difuntos cuando ya se han ido, argumentando que lo que realmente importa es el amor y el aprecio que se les brinda en vida. A lo largo de su presentación, compartió anécdotas sobre su vida y su proceso creativo, destacando que escribe cuando tiene algo que decir.

Francisco Miranda también habló sobre los personajes de su novela, sin entrar demasiado ni en la trama ni en los personajes porque, según comentó él mismo, no sabría contarlo sin develarnos prácticamente la novela. «Yo tengo un problema que es que si me pongo a hablar de la novela, me la cargo. O sea, me la cargo quiere decir que me entusiasmo de tal manera, que al final desvelo muchas escenas o situaciones que está previsto que lo descubra el lector, no el escritor»
Así que nos invitó a leerla y a descubrirlo por nosotros mismos (lo cual es lo más lógico).

Eso sí, describió al protagonista como un periodista y fumador que lidia con sus frustraciones.
Ante nuestra pregunta relacionada, aclaró que, aunque sus personajes pueden reflejar aspectos de su vida, no son retratos directos de él.
Durante la charla, se abordaron temas como la evolución del escritor, la importancia de la literatura en papel frente a los formatos digitales, y la conexión emocional que se establece con los libros.


Carmen Caro, animó al autor a contar sus costumbres al escribir, a qué horas suele escribir, dónde encuentra la inspiración, cuánto tarda en escribir una novela…, detalles que lograron trasladar a los asistentes una imagen más cercana del autor, y que perfilaron y ayudaron a conformar, al menos en mí, la figura de un escritor que me pareció entrañable, cuando ya me había parecido admirable, un ser humano atractivo en cuyos pensamientos sería muy interesante adentrarse.

Finalmente, Francisco Miranda compartió recuerdos de su infancia en Antequera, mencionando la influencia de su entorno en su escritura y cómo sus experiencias se reflejan en sus obras. A pesar de su éxito, se mostró humilde y abierto a la interacción con el público, invitando a preguntas y comentarios.


¿Cómo espera que los lectores se sientan al terminar el libro? ¿Qué tipo de reflexión les gustaría que se lleven?
«Espero que los lectores terminen la novela con una sensación de reflexión, no solo sobre el destino de Pablo, sino también sobre sus propias vidas. Quiero que se cuestionen cómo viven sus relaciones, cómo manejan sus deseos y frustraciones, y cómo pueden aprovechar mejor el tiempo que tienen. La novela no pretende ser una respuesta, sino más bien una provocación: ¿qué haríamos nosotros si tuviéramos que ser más conscientes de nuestra propia vida y de la de los demás?»

Carmen Caro y el autor Francisco Miranda de Rojas en la Biblioteca Municipal San Zoilo | Antequera


Cuando ya se habían marchado la mayoría de los asistentes al acto, quedaron los muy allegados.

Este fin de semana he podido leer el libro y me atrevo a realizar algunos comentarios en la misma línea de invitación que Francisco Miranda nos hacía a ello durante la presentación.

Algunas pistas sobre ‘Los muertos no necesitan flores’. Sin hacer spoiler…


El título de su novela, Los muertos no necesitan flores, sugiere una reflexión profunda sobre la muerte y el amor.
El título nace de una reflexión que tiene que ver con cómo, en muchas ocasiones, nuestras muestras de amor y cariño solo se materializan después de la muerte. Las flores, como símbolo de respeto y amor, son un gesto muy común cuando alguien se va. Pero, en realidad, los muertos ya no necesitan nada. La verdadera urgencia del amor debería ser antes, cuando las personas aún están aquí, viviendo. En ese sentido, el título también invita a reflexionar sobre nuestras prioridades y cómo solemos postergar lo más importante hasta que ya es demasiado tarde.



El protagonista, Pablo, parece llevar una vida muy marcada por la rutina, la monotonía y las expectativas de los demás.

Pablo es, en muchos sentidos, un reflejo de la vida cotidiana, de esos seres humanos que no buscan destacar ni hacerse famosos, pero que, sin embargo, viven una vida llena de significados y complejidades. «Mi intención era mostrar que, en la rutina diaria, las personas viven dramas y pensamientos tan profundos como los de alguien en una gran ciudad o en una situación extraordinaria». Pablo es el hombre común con una vida interior rica, que a veces no se ve reflejada en el exterior. Creo que todos, en algún nivel, somos como él, y en ese sentido es un personaje muy cercano al lector.



Pablo parece tener una relación ambigua con su amigo Nacho, a quien envidia por su éxito.

Nacho representa todo lo que Pablo siente que le falta o que nunca podrá alcanzar: fama, éxito, reconocimiento. La relación entre ellos refleja cómo la envidia, incluso en sus formas más inocentes, puede ser un motor de autoconocimiento. En muchos aspectos, Nacho funciona como el contraste con Pablo, pero también como un espejo de las inseguridades y deseos de nuestro protagonista. Sin embargo, es importante destacar que esta envidia no es destructiva; es casi una especie de admiración que le hace preguntarse sobre su propio camino en la vida. De alguna forma, la relación entre ellos es una crítica sutil a la sociedad que valora más el éxito visible que las pequeñas victorias cotidianas.



En la novela, los personajes secundarios tienen un papel importante, aunque no permanecen demasiado tiempo en la vida de Pablo.

Los personajes secundarios son esenciales para el desarrollo de Pablo, ya que reflejan la transitoriedad de la vida misma. Como en un teatro, entran y salen, dejan su huella de manera fugaz, pero significativa. No todos los encuentros son duraderos, pero muchos de los momentos que compartimos con otros marcan nuestra existencia de maneras que no siempre comprendemos de inmediato. «A través de estos personajes, intento mostrar que cada encuentro, por breve que sea, tiene el potencial de cambiar algo en nosotros. Incluso aquellos que parecen no tener importancia pueden dejar una marca que perdura».



Pablo tiene una relación muy particular con su abuelo y su padre, figuras que influyen profundamente en su vida.

El abuelo y el padre son dos figuras que representan valores fundamentales para Pablo, aunque con enfoques muy distintos. El abuelo, con su historia como minero, le enseña el valor del trabajo duro, de la constancia y del sacrificio. Es una figura de fortaleza. El padre, por otro lado, es una figura más trágica, un hombre que, a pesar de ser pescador, no sabe nadar, lo que simboliza la contradicción y el fracaso, la imposibilidad de lograr lo que se espera. Ambos personajes son cruciales porque Pablo los ve no solo como referentes, sino también como figuras que lo impulsan a definir quién es él mismo en relación con ellos. De alguna manera, ambos lo hacen cuestionarse y construir su identidad.



La vida de Pablo se describe como un «teatro de la vida», una metáfora que habla de los roles que cada persona juega.

La metáfora del «teatro de la vida» sugiere que todos estamos representando un papel, más o menos consciente de ello, dentro de un escenario que no elegimos del todo. Todos somos actores en un guion que muchas veces parece ya escrito por las circunstancias. Pablo lo ve de esa manera: como si la vida fuera una obra en la que se van sumando personajes y situaciones sin un control total. Pero, al mismo tiempo, el teatro es también un espacio para la reflexión. Los personajes pueden cambiar de rol, el guion puede adaptarse a nuevas circunstancias, pero siempre estamos interpretando algo, ya sea consciente o inconscientemente.



Uno de los temas recurrentes en el libro es la transitoriedad de la vida y la importancia de aprovechar el tiempo.

El mensaje del autor es claro: «la vida es fugaz y muchas veces postergamos lo que realmente importa, como el amor, la conexión con los demás, y el entendimiento de uno mismo». El protagonista, Pablo, es consciente de que no puede controlar todo lo que le sucede, pero al mismo tiempo se da cuenta de que cada día es una oportunidad para ser más auténtico y valorar lo que tiene, antes de que sea tarde. En este sentido, la novela es una invitación a vivir más plenamente, a no esperar a que sea demasiado tarde para decir lo que sentimos o hacer lo que realmente importa

«Los muertos no necesitan flores» es una novela que no solo se lee con fluidez, también ofrece una verdadera fuente de diversión y placer. Los personajes bien construidos, su ritmo ágil y su trama envolvente hacen que cada página sea un disfrute. Su narrativa directa mantiene el interés de principio a fin, haciendo que cada capítulo sea tan absorbente como el anterior, logrando mantenerme cautivado por su lectura con una mezcla perfecta de emociones. | ChLL. atqmagazine.es

Francisco Miranda De Rojas
Antequera (Málaga) 1942


Francisco Miranda de Rojas es, además de cineasta, escritor y poeta. Académico de la Academia de las Ciencias y las Artes Audiovisuales. Aunque también ha hecho incursiones en el mundo de la dramaturgia e impartir conferencias, casi siempre relacionadas con los personajes de su creación.
No obstante, él se considera persona de reacciones tardías y circunstanciales, pues comienza a escribir cuando ya ha cumplido 40 años, según él, edad en la que ya tiene algo que contar y, sobre todo, porque la larga enfermedad de su esposa le obliga a permanecer largas horas de vigilia; tiempo que aprovecha para escribir sobre temas tan trascendentales como son la propia existencia de todos los seres vivos, y leer incansablemente obras de carácter filosófico e humanista.
Fruto de esos años difíciles nacen numerosas historias, cuentos, narraciones de todo tipo y numerosos estudios sobre la conducta de los seres humanos. Lo cual le lleva a ingresar en la Facultad de Psicología de la UNED.

Su obra publicada es una décima parte del legado que deja en los archivos de su PC para las generaciones siguientes.

Ha cursado estudios de Estilística Literaria en la Escuela de Noche de Madrid; Master de Guion de Televisión y Series de Ficción en la Escuela Universitaria de Formación Abierta, Camilo J. Cela. Diplomado en Edición, Producción y Postproducción de Video Digital en la Universidad de Deusto Formación. Masters de Cine organizados por el Ayto. de Mijas y la Escuela de Realización Cinematográfica de Málaga.  Curso de Guion en la Escuela de Cine y Actores Metrópolis. Madrid. Asistencia a seminarios intensivos convocados e impartidos por Arsmedia y ABC Guionistas. Madrid, y seminarios creados por la Academia TV, impartidos por los más prestigiosos cineastas y guionistas del mundo del cine y televisión de España.
Guionista, director y productor de cortometrajes como El Funcionario, El Juego, El Atraco, El desván (Animación) y El tren de las 8. Guionista de los formatos de entretenimiento para televisión como The Best Of 49 y Zapatero a tus zapatos. Guionista del largometraje Mariposas Blancas (en proceso el trailer de la película) y del proyecto para la miniserie Alberto & Roberto, dirigida a jóvenes. También es autor de Ensayos filosóficos sobre el Azar y el Destino de los hombres y ensayo sobre El Alma de las cosas. Así mismo, es pionero en la producción de Audio Libros con su obra Sábanas de Cartón, en la que intervienen las voces de diecisiete actores, alguno de ellos de la Escuela de Arte Dramático de Málaga.


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