Se celebró en viernes 13 de diciembre, en la Iglesia de San José, Las Descalzas, la presentación del libro Antequera. Espacios del Alma. El historiador Juan Campos presentó el acto y ensalzó la figura de su autor Jesús Romero, cuyo trabajo en la preservación del patrimonio de su ciudad natal ha sido clave para su desarrollo cultural y monumental.
Llámame tonto, lector, o inocente si quieres (yo soy así de feliz); pero a mí me gustó también que estuvieran presentes en anónima representación propia, como estuvieron en el acto, Manolo Barón, Ana Cebrián, Juan Rosas y Medina Galeote, un gesto que les honra y un reconocimiento de honor que dignifica a ambas partes, lejos del «ad hominen» acostumbrado por todos los partidos en alguna rivalidad política (con minúsculas) cotidiana de otros ámbitos geográficos.
«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
Juan Campos hizo un repaso de la vida y la carrera de Jesús Romero, destacando su formación académica como licenciado en Geografía e Historia. Resaltó su producción bibliográfica, que incluye numerosos libros, capítulos y artículos dedicados al patrimonio artístico y cultural de Antequera. Su labor ha sido fundamental en la difusión y el conocimiento del patrimonio histórico-artístico de la ciudad, con especial énfasis en el barroco andaluz, los escultores locales y los museos de Antequera. Entre sus obras más importantes se encuentran la «Guía del Museo de las Descalzas», la «Guía del Museo de la Ciudad de Antequera», …el estudio sobre el retablo barroco, su monografía sobre el escultor Antonio del Castillo, y su trabajo sobre la historia de la ciudad, entre otras publicaciones.
Mencionó también que la mayor parte de su obra ha sido publicada en los últimos 15 años, comenzando con la casi mítica «Guía artística de Antequera», publicada en 1981 y 1989. En esta etapa más reciente, ha publicado importantes estudios sobre el patrimonio de Antequera, como las monografías de escultores locales, y ha coordinado libros sobre la historia de la ciudad, incluyendo obras relacionadas con la Cofradía de los Estudiantes, las Clarisas de Antequera y el quinto centenario de la Colegiata de Santa María. Su obra ha sido ampliamente elogiada por expertos en la materia, y su monografía sobre Antonio del Castillo, por ejemplo, fue considerada un avance significativo en el estudio de la escultura barroca andaluza.
En su faceta política, Jesús Romero también ha dejado una huella reconocida. Fue concejal y alcalde de Antequera, y en este rol tuvo una responsabilidad crucial en la conservación del patrimonio y el urbanismo de la ciudad. En 2009, siendo director general de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, impulsó el programa «Andalucía Barroca», que resultó en la restauración de varios monumentos de Antequera y que le valió el Premio Nacional de Conservación y Restauración, un reconocimiento muy significativo. Este premio lo convierte en uno de los dos antequeranos en recibir tal honor, junto con el poeta José Antonio Muñoz Rojas.
A lo largo de su carrera, Jesús Romero ha sido reconocido por sus esfuerzos en la restauración y conservación de varios monumentos de Antequera. Comentó, Juan Campos, que, como reconocimiento a su labor, la ciudad de Vélez Blanco lo nombró hijo adoptivo debido a sus gestiones para la adquisición del Palacio Fortaleza de los Fajardos, una joya del renacimiento español.
Además de su faceta académica y política, Juan Campos dedicó una parte de su presentación a recordar los primeros pasos de Jesús Romero en el mundo del estudio del patrimonio. Se remonta a su juventud, cuando, con solo 17 años, comenzó a escribir sobre la historia de Antequera en el periódico El Sol de Antequera. En 1971, su primer artículo sobre el Cristo Verde de la Cofradía de los Estudiantes fue publicado en el especial de Semana Santa de ese año, lo que marcó el inicio de una prolífica carrera de investigación en el ámbito local. Este artículo fue solo el primero de muchos, que continuaron abordando temas como la escultura pasionaria antequerana, el camarín de la Virgen del Socorro y las obras de Cristóbal Ruiz en las iglesias locales. A pesar de su juventud, estos primeros trabajos demostraron la notable profundidad y claridad de sus estudios.
Resaltó también la valentía de Jesús Romero al denunciar públicamente en la prensa los ataques al patrimonio antequerano. En 1974, por ejemplo, denunció la mutilación de retablos barrocos en las iglesias de Antequera por parte de algunas cofradías de Semana Santa, quienes arrancaban elementos ornamentales de los retablos para decorar sus pasos. Jesús consideró que esta práctica era inadmisible y exigió su pronta solución. Esta fue solo una de las muchas intervenciones públicas que realizó a lo largo de los años para proteger los monumentos de la ciudad, como su denuncia en 1976 sobre el deterioro del Palacio de los Condes de la Camorra, que finalmente fue demolido en 1978. «Estas denuncias eran especialmente relevantes en una época en que el patrimonio de Antequera estaba siendo amenazado por la falta de conservación y por la indolencia de las autoridades locales».
Además de su trabajo de denuncia, Jesús Romero también destacó por su participación en proyectos de restauración y conservación. En 1979, junto con su compañero Antonio Parejo, creó la sección Plazuela en El Sol de Antequera, una sección dedicada al estudio y la protección del patrimonio histórico de la ciudad. A través de esta sección, ambos historiadores ofrecieron estudios detallados de diversos monumentos antequeranos, y abogaron por su restauración y protección. Los artículos publicados en Plazuela sirvieron para sensibilizar a la población sobre la importancia del patrimonio y la necesidad de preservarlo.
Hizo también mención Juan Campos, que en 1981, Jesús Romero publicó su «Guía artística de Antequera», una obra fundamental que, junto con la «Historia de Antequera» de Antonio Parejo, sigue siendo un referente en el estudio del patrimonio de la ciudad. La guía fue un éxito y, a lo largo de los años, ha sido reeditada y actualizada para reflejar los cambios y avances en la conservación del patrimonio antequerano.
Concluyó el presentador con una mención, ahora sí, al último trabajo del autor, el libro Antequera. Espacios del Alma, una obra en la que Jesús Romero recoge y documenta las intervenciones que realizó en la ciudad a lo largo de su carrera, especialmente aquellas relacionadas con la restauración del patrimonio monumental. Este libro es considerado una especie de testamento de su labor, ya que ofrece una visión detallada de los proyectos de restauración que transformaron Antequera en la ciudad monumental que es hoy. Juan Campos destacó que «este libro no solo es una memoria de los trabajos realizados, sino también un testimonio de las dificultades y las satisfacciones de un trabajo que cambió el rostro de la ciudad».
«Creo particularmente que uno de los mayores valores y aspectos de interés de Antequera, Espacios del Alma, es, como indica el propio Jesús Romero en la introducción del libro, que deja testimonio directo de multitud de datos y de porqués, de cuántos y de cómos, de anécdotas y de curiosidades que ayudan a entender en su totalidad la obra realizada». | Juan Campos
Finalmente, afirmó que, a pesar de las críticas que Jesús Romero recibió durante su carrera, especialmente en lo que respecta a algunas de sus decisiones urbanísticas, su legado es incuestionable. Los logros conseguidos en la preservación del patrimonio de Antequera son mucho más significativos que cualquier error que pudiera haber cometido, y su trabajo ha dejado una huella profunda en la historia de la ciudad.
El propio autor, Jesús Romero, celebró el lanzamiento de su libro, también como la memoria colectiva de un esfuerzo comunitario por preservar el patrimonio histórico de esta ciudad.
Comenzó agradeciendo a la comunidad de Carnelitas Descalzas del convento de San José, con un reconocimiento especial a la madre priora, Yolanda, por haber permitido que el acto se celebrara en este lugar tan significativo. Este convento tiene una relevancia personal y familiar para el autor, pues, como mencionó, «detrás de mí están depositadas las cenizas de casi todo bello» ( imagino que se refería a sus seres queridos fallecidos).
A continuación, Jesús Romero mencionó a varias personas que han tenido un papel crucial en la creación del libro. Entre ellos, destacó a Antonio José Guerrero Clavijo, director de «El Sol de Antequera», quien tuvo la valentía de publicar muchos de los artículos que ahora componen los capítulos del libro. Además, agradeció a Rafael Ruiz de la Linde, responsable de la publicación del libro a través de la empresa Chapitel Conservación y Restauración, a Pablo Mañas, por su maquetación cuidadosa, y a los fotógrafos que han aportado sus imágenes para enriquecer la obra. Estos fotógrafos incluyen a Paco Durán, Ángel Guerrero, Alfredo Sotelo, Guerrero Padre, Antonio José Guerrero, Antonio Parejo, Raúl Pérez, Juan Bautista Fernández, Eduardo Nieto, Juan Moreno, Agustín Flores, Pedro Pacheco, Miguel Ángel Varo, Juan Luis, Juan Félix Luque y Rafael Ruiz. También citó los archivos fotográficos de Rodrigo Maduro de los Ríos, Narciso Díaz de Escobar, Leopoldo Torres Balbás, Juan Tempuri o Gonzalo Ruiz.
Dedicó también Jesús Romero un tiempo importante para agradecer a los profesionales que han participado en la restauración del patrimonio histórico de Antequera. Mencionó a arquitectos de renombre como Pedro Pacheco, Félix Jiménez, Sebastián del Pino, Ricardo Alario, Antonio Villalón o Marcos Sánchez, entre otros. Así como a aparejadores municipales Manuel León de la Hera o Manuel Cruz Sánchez …que han trabajado en la conservación del casco histórico de la ciudad. Hizo un especial reconocimiento a Carlos Madrona Sánchez, delineante que fue capaz de interpretar los garabatos de las ideas del autor para llevar a cabo la rehabilitación de diversos monumentos.
El trabajo de los artesanos también ocupó una parte relevante en el discurso de Jesús. El autor recordó con cariño y respeto a los «picapedreros» (maestros de la cantería), como José Perdiguero Recuerda, Francisco Godoy Perdiguero, y Miguel Perdiguero de la Vega, entre otros. También mencionó a los oficiales forjadores de metal, como Serafín Lebron (apodado «MacGyver» por sus múltiples habilidades), y a otros artesanos de la herrería, destacando su habilidad y dedicación para crear verdaderas obras de arte.
Contó, el autor, la importancia de las escuelas de formación que han contribuido a la rehabilitación de edificios históricos. En particular, resaltó la labor de Las Escuela Taller de Antequera, pionera en Andalucía en la formación de jóvenes restauradores, junto a las de Úbeda y Ronda. Estas escuelas formaron a cientos de jóvenes y fueron fundamentales en la rehabilitación de monumentos. Los directores de estas escuelas, como Jesús Martínez de Labrador, Francisco Morente y Rafael Morente, jugaron un papel clave en la transmisión de conocimientos.
Se detuvo también en señalar la importancia de la labor en la restauración de los bienes muebles (objetos y piezas artísticas) que forman parte del patrimonio cultural de Antequera. Agradeció especialmente a los restauradores María Isabel Olmedo Ponce y Rafael Ruiz de la Linde, quienes han dedicado sus esfuerzos a devolver la excelencia a las obras de arte de la ciudad, tanto de propiedad municipal como de las parroquias, conventos y cofradías locales.
Y se refirió al libro como un homenaje a todos los trabajadores y profesionales que, a lo largo de las décadas, han puesto su saber, esfuerzo y dedicación en un proyecto común para lograr una Antequera mejor, más bella y admirada a nivel mundial. Subraya que, sin la colaboración de todos estos profesionales, el patrimonio de la ciudad no habría podido conservarse de la manera en que lo ha hecho.
«Este libro es un homenaje a tantos y tantos trabajadores que durante décadas pusieron todo su saber y empeño en un proyecto común del que se sabían protagonistas. Eran conscientes de que todos ellos estaban aportando su sabor, su saber, perdón, y su trabajo para conseguir una antequera mejor, más bella y más admirable ante el mundo». | Jesús Romero Benítez
Tuvo un momento también emotivo en el recuerdo a María Teresa Ruiz Seguín, una mujer que llegó a Antequera en 1980 para abrir la primera agencia de viajes de la ciudad. Ruiz Seguín fue quien en 2021 pidió al autor información sobre el Pilar del Toro, lo que llevó a que el autor escribiera un texto que luego ella incluyó en su libro Forastero en Antequera. Este texto fue el punto de partida para una serie de artículos que, más tarde, se convirtieron en los capítulos de este libro. Jesús expresó su satisfacción al saber que muchos habitantes de Antequera estaban coleccionando esos artículos mientras se publicaban.
Explicó Jesús Romero cómo su esposa, María Dolores, fue la que le animó a convertir los artículos en un libro, una recopilación de analectas (anotaciones pensadas y reflexivas). En cuanto al subtítulo del libro, el autor aclaró que Espacios del alma es una paráfrasis de Paisajes del alma, el título de un libro de Miguel de Unamuno. En su caso, el título refleja no solo paisajes, sino también espacios diversos, añoranzas y recuerdos de gran parte de su vida. El libro está construido a partir de cientos de fotografías que el autor ha conservado a lo largo de los años, muchas de las cuales él mismo tomó, junto con anotaciones que incluyen localización y fecha de los eventos o lugares fotografiados.
Manifestó Jesús Romero que espera que este libro sea del agrado de los lectores y que, con el paso del tiempo, sirva de fuente de información tanto para historiadores como para curiosos interesados en la historia de Antequera y su patrimonio.
En fin, no solo celebró el lanzamiento de su libro, sino que también subrayó la importancia del trabajo colectivo en la preservación del patrimonio histórico. Jesús Romero reflejó su profundo respeto y gratitud hacia todas las personas que han colaborado en la restauración de Antequera, mostrando cómo, a través del esfuerzo común, se ha logrado que la ciudad se conserve y se valore en su belleza y su historia. Además, el libro busca ser un testimonio duradero de estos esfuerzos, lleno de recuerdos personales y de la memoria de quienes han trabajado por el patrimonio de la ciudad.