Le faltaron sillas al salón de actos de la Real Academia de Artes Nobles de Antequera en la presentación del libro ‘Huellas del Genil» a la que habían convocado en abierto, para el 20 de octubre, a un público que abarrotó la sala para estar con la autora, Carmen Menjíbar, en esta tarde lluviosa de octubre.
Un acto muy bien organizado, en el que se apreciaron los distintos toques de distinción: el de la autora, el de la editorial y el de la Real Academia. Con la duración adecuada y en un ambiente cultural y social que convirtió en muy grato este ratillo de presentación literaria.
Desconozco quién decidió el formato del acto, pero fue un acierto que lo previeran ambientado por la música de Justo Moreno Muñoz y en el que algunas personas leyeran párrafos en «lectio interruptus» (que paran en el momento justo y te dejan con sed de seguir). Charo Sánchez, Carmen Becerra, María González y un joven cuyo nombre no capté pusieron en evidencia muestras de la habilidad narrativa de la autora.
Carmen Menjíbar, educada y amable anfitriona, había saludado a la entrada a cada asistente al acto – incluso a los desconocidos y anónimos como yo- con una cordialidad muy acogedora, propia de las grandes personas nada impostadas. Te conociera o no, se mostraba agradecida por tu asistencia. No sabía ella, que el placer era nuestro por asistir a un rato cultural tan agradable.
En la mesa presidencial acompañaron a la autora, Juan Benítez Sánchez, Académico Numerario y Carlos Torres, Director de la Editorial ExLIbric.
Saludó Benítez, en nombre de la Real Academia de Artes Nobles de Antequera …
«Es una enorme satisfacción daros la bienvenida a todos los asisitentes a esta casa, a la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, que cada año se supera organizando más y más actividades. Y por supuesto dar la bienvenida a Marita, así la llamó con familiaridad, para que nos presente junto con Carlos Torres este libro tan extraordinario».
Y continuó diciendo…
«Para mí es un enorme honor y orgullo comentar que he tenido la suerte de haber leído la novela. Os puedo decir que cuando la leáis os vais a quedar muy a gusto porque es una de las obras que se lee de un tirón, podíamos decir. Y cuando eso se dice es porque gusta, porque uno está contento y porque parece que te vas implicando cada vez más en ella».
Intervino posteriormente Carlos Torres, que tiene entre otros, además de los de la oratoria y la buena escritura, el mérito ganado en años de respaldar fielmente y con tesón a cada uno y cada una de sus autores y autoras, a cada cual con sus lógicas diferencias y características.
La seguridad que ello impronta es un valor de lealtad digno de admiración.
Valoró Carlos, que «No es una novela más sobre una temática de la cual hay cientos y cientos de publicaciones. Es verdad que hay un trasfondo histórico muy importante, pero lo verdaderamente fundamental y donde el arraigo de la trama, la construcción de los personajes, es lo que realmente hace distinta, hace que sea diferente a cualquier otras cien que pudiésemos tener alrededor.
«En el entramado de nuestra existencia hay momentos y lugares que, aunque distantes en tiempo y espacio, resuenan con una familiaridad inesperada. Huellas del Genil es un testimonio de ese eco del pasado que vibra con emociones y experiencias que trascienden generaciones. La obra nos recibe con homenajes líricos a mujeres intrépidas. Aquellas cuyas historias, aunque no siempre contadas, forman la columna vertebral de nuestra humanidad».
«Estas palabras iniciales no son solo una introducción, sino un preludio del rico tapiz emocional y narrativo que se despliega a lo largo de las páginas. Nos recibe con dedicatorias y citas que reflejan el espíritu resiliente y valiente de las mujeres, así como el poder del espíritu humano para trascender sus circunstancias».
«Estas palabras sirven como una ventana al alma de la novela, sugiriendo temas de lucha, esperanza y superación que se convierte en el telón de fondo de una historia situada en un pintoresco pueblo malagueño. Aquí, la llegada al mundo de una niña con ojos tan profundos como el océano, anticipa una travesía de descubrimientos, aprendizajes y revelaciones. A través de su mirada y de la de quien la rodea, somos llevados por caminos de esperanza, desafío y amor».
«Más allá de ser una simple crónica de la vida en una época y un lugar determinados, Huellas del Genil es una exploración de la condición humana, de cómo las personas se forjan en el crisol de sus circunstancias y cómo, a pesar de las adversidades, encuentran la fuerza para seguir adelante. Huellas del Genil es una celebración de la capacidad humana para soñar, amar, sufrir y finalmente triunfar. Una meditación sobre la condición humana, un recordatorio de que, independientemente de la época o del lugar, los corazones humanos laten al unísono con deseos, sueños y aspiraciones similares».
Terminó este editor, «escudero» y manager de autores, diciendo…
«Como editor y también como lector, les invito, por supuesto, a que se sumerjan en este viaje, a que exploren los rincones y secretos de una era que, aunque lejana, les resultará sorprendentemente cercana. Dejen que las historias de esta novela les envuelvan, les toquen y, en última instancia, les conecten con el inmutable núcleo de humanidad que todos compartimos. Adéntrense en las páginas de Huellas del Genil y redescubran el poder atemporal de la narrativa de la mano de Carmen Mejíbar. Muchas gracias.
Y cerró el acto el agradecimiento entrañable de la autora a asistentes, a editor, a la Real Academia, a familia, a amigos y a quienes han colaborado con ella en su éxito como escritora.
Una larga fila de personas esperaban a firma de la autora, mientras otros les esperaban para saborear una vistosa tarta, todavía decorada con la portada del libro, y unos dulces típicos de Cuevas de San Marcos, lugar de origen de la autora, que pudieron ser acompañados con cava. (No se preocupen lectores que quienes esperaban a firma también pudieron llegar a degustar estas delicias reposteras y convivir en charla amena entre grupos de asistentes).