El libro es un profundo y entrañable mensaje, procedente de un poeta consagrado, para todos aquellos que sientan de un modo u otro la llamada de la poesía, del arte en general o de la vida misma.
Creo que puedes disfrutar mucho leyendo estas ‘Cartas a un joven poeta’, que Rilke escribe a Franz Kappus, un joven aspirante a escritor que le pide consejo a Rainer María Rilke sobre su quehacer poético.
No las escribió Rilke para ser publicadas, era su correspondencia privada con este joven, Kappus, que le pidió consejo sobre su poesía. Rilke responde a esa consulta del joven poeta y, en lugar de fijarse en sus aspectos críticos sobre su forma de escribir, le da consejos de vida.
Fue el joven Franz Kappus quien decidió publicar las cartas, tres años después de la muerte de Rilke.
Consejos acerca de la vida artística, sin duda reflejo de su propia experiencia que en aquellos momentos ya había triunfado con el ‘Libro de las Horas‘, a contracorriente del ritmo actual, de productividad de vida acelerada. Rilke propone en estas cartas un ritmo de vida completamente contrario, un paradigma radicalmente opuesto, interesante de leer ( para vivir).
Son diez cartas muy breves en las que Rilke anima continuamente a Kappus a cuidar su soledad y a disfrutar de ella si quiere realmente crear algo suyo y bueno como artista.
Atrae muchísimo cómo habla de la soledad en ellas. Es pura poesía y pura vida!.
Otros temas recurrentes en las Cartas son la vida artística y el amor, que tienen dos leitmotiv en esas temáticas que he señalado: el vivir según la naturaleza y la paciencia en sus distintos aspectos.
«Si quieres dedicarte a la poesía vas a tener que pasar mucho tiempo a solas. La soledad servirá de reposo y hogar, incluso en medio de situaciones muy extrañas. Y partiendo de ella, podrás encontrar cualquier camino».
Rilke insiste continuamente a Kappus que no le debe importar la opinión ajena sobre su creación; que él debe de estar seguro de aquello que hace. Para estar seguro de lo que escribe, tiene que haber cultivado previamente la soledad. Haberse adentrado en sí mismo, y desde ahí, vaciarse en una poesía que provenga de su interior.
Rilke adiestra a Kappus en distintos aspectos de esta vida artística y le habla de que reside en el cómo uno ve el mundo, le dice que las lentes del poeta deben ser capaces de ver belleza allá donde los demás no la ven o incluso en su vida diaria y que si él considera que su propia vida es pobre o carece de belleza es porque no ha desarrollado suficientemente esta habilidad como para verla.
Le muestra mucha atención en destacar que un artista no sabe de cuentas. El artista es aquel que no cuenta porque le interesa la calidad. En él prevalece la intención, la calidad, el contenido de la expresión, el valor artístico, el valor estético, etc. (en contra de la lógica de la productividad tan presente).
Nacido en 1875 en Praga, Rilke es considerado uno de los poetas más importantes de la literatura universal.
En las cartas, Rilke habla no solo del amor romántico, sino en todos los sentidos imaginables y en la actitud que uno tiene hacia el mundo, hacia la vida, ser capaz de ver belleza en la vida rutinaria con actitud de intentar sacar ese valor estético, de extraer lo que hay oculto. También, dice, a eso se llega a través del amor, porque el amor lo que hace es aceptar la situación y tener una mirada y una perspectiva mucho más pacífica y mucho más tranquila. Al final es una forma de vivir y una actitud hacia el mundo.
«No exijáis consejo ni contéis con la comprensión de nadie, pero creed en un amor guardado a buen recaudo para vos como una herencia, y confiad en que ese amor es un poder y una bendición que no tendréis que abandonar para poder llegar muy lejos».
En fin, su concepción del amor va muy ligada a la soledad y también a la madurez y a la paciencia. Él dice que aprendemos a amar con el tiempo y sobre todo con la soledad, es decir, con lo que hoy llamamos la introspección, con el pasar tiempo con uno mismo, el saber estar solo. Propone un tipo de relaciones amorosas en las que ambos individuos vean al otro como un igual, como un ser humano igual que a uno mismo. «No hay verdadero amor hasta que no son dos personas que dentro de su soledad se saludan».
Si lo lees, encontrarás pocas frases que no valgan la pena y pocos argumentos que desdeñar en tu filtro crítico.
En fin, mensajes muy profundos y bonitos con los que Rilke exhorta al joven aprendiz de poeta, Kappus, y a quienes hayamos podido leer esas cartas, a vivir.
No me meto en cómo debes leerlo, yo me recreé en una carta al día para que me sirviera de reflexión y enjugar con belleza los lamentos mundanos, para centrar mi propia armonía. Fue una dosis certera.