‘Seguridad en los aviones’ | Carmen P. Sánchez

No es pilota de aviones, ni azafata , ni trabaja en alguna compañía aérea preocupada de la seguridad de sus vuelos.
Es arquitecta acostumbrada a viajar al otro lado del mundo por motivos profesionales, además de los gustosos y también apetecibles por placer.
Arte y frescura juguetona en su escritura deliciosa para la mente. Le hemos pedido replicar algunos de sus escritos pasados de su blog y algunos que nos quiera regalar en primicia.
Ahí vamos: es un orgullo para nosotros contar con la original forma de narrar de Carmen | atqmagazine

Justo antes de llegar al control de equipajes les ofrecí varias veces una de mis bolsitas de congelados de Mercadona, que es a mi gusto, perfecta para almacenar el volumen de líquidos permitido en el avión.


Insisto, porque aunque tengo tablas ya en esto de viajar a lo desconocido, no puedo evitar que se me coja un pellizco adentro cuando mi maleta, por mano del diablo, se desvía de la del resto y es transportada a lo oscuro por la cinta del juicio y la vergüenza.  Viajar con los papis multiplica este riesgo y ya llevamos una semanita intensa de dramas varios como para acabar las vacaciones con fin épico.

Bueno pues nada, tras el rechazo unánime de mi oferta colocamos ordenadamente nuestras cositas en las cajas ortopédicas de PVC y en fila india, y a la señal del operario, pasamos el arco de seguridad. En paralelo, de pronto, se enciende el pilotito rojo y se arranca el camino alternativo que reconduce la maletita de mi padre como no podía ser de otra manera a la zona de inspección. Mírala, ahí va con su lacito azul identificativo que le ha puesto la madre que me parió para que no tengamos duda de que es NUESTRA. Yo ya estoy maldiciendo a mi estirpe y sin entender muy bien por qué, mi cerebro va preparando una coartada a modo de agente de la CIA para evitar ser descubierta.

El bulto se para delante de un agente de Londres que pregunta por su dueño. Nos acercamos a ese señor sin corazón ni sonrisa y me ofrezco sin más remedio a traducir el proceso.

De verdad que no tengo motivos para dudar de mi padre, pero lo cierto es que a sus sesentaipico está más cerca de que le dé un chispazo que de su primer razonamiento, así que a saber. Le cuestiono con la mirada mientras pone los ojos muy grandes y suelta un susurro más bien alto: ¡La Coca de Perú! ¡Eso va a ser el té de Coca de Perú!

Mira, te juro que no va a haber ansiolítico ni retiro tibetano en el mundo que me haga recuperarme de este estrés innecesario que yo estoy pasando. Señor mío, pero vamos a ver, ¿y yo qué te he hecho para que to’ me caiga encima? ¿Me quieres dejar ya “de” vivir tranquila por favo’ te lo pido?

Durante el minuto y medio del registro mi padre aprieta la sonrisa como si estuviera viendo “humor amarillo” en la tele y presagiando un castañazo inminente. Yo controlo el esfínter como buenamente puedo mientras mantengo un bochorno visible como el del que te entraba en el cole después de un examen, y analizo el lenguaje no verbal de la policía científica, rezando para que el objetivo del operativo sean explosivos en lugar del alijo de mi padre El Narcotraficante del Cártel de la Comarca.

Del interior saca un muñeco con forma de elfo navideño que advierte un relleno sospechoso de alta densidad en el culo. “El regalo de mi niña”- confiesa el presunto culpable, refiriéndose a mi sobrina de 18 meses de edad, que gracias a sus encantos de cachorro en aprendizaje de trucos nuevos, se ha colocado la primera en la línea sucesoria del patrimonio que por sangre me corresponde.

El hombre procede a escanear la criatura fantástica y a la vista del resultado, sentencia un “Ea, yâ’ttaría” con acento de Sanlúcar.

¡Ay!-respiro al fin-, ¡Menos mal que Dios es Grande y Jezús gitano!

Barrio Chino, Marzo 2024

Carmen Pa Sánchez “Barrio Chino” (Antequera, 1986) destacó siempre por sus aptitudes en el campo académico y artístico. Dones que le llevarían al Destino Final de la Arquitectura, y, como en la franquicia de terror, a ocultarse en el Sudeste Asiático del monstruo letal llamado “crisis de la construcción”.

Entre chinos y expatriados desarrolló esta nueva faceta de narradora de escenas cotidianas a lo Lost in Translation provinciano, y que publicó durante años como ejercicio de catarsis literario en el blog que le da nombre “barriochino.blog”.

Ahora ya de vuelta en territorio nazarí, compagina su profesión con la pintura y el amor por el jamón, y relata con frescura y una sátira poco protocolaria sus vivencias personales en el relato corto.