La última frase, de Camila Cañeque, un tesoro literario para «piratas» enamorados de los libros, la resistencia, la quietud, la reflexión y la vida, que nadan a contracorriente de este mundo productivista y mercantilizado
Vivimos en un mundo donde el arte es una herramienta meramente decorativa, un utilitario estético que se mueve por Instagram y que corre el riesgo de quedarse vacío de mensaje, que precisamente es lo que lo hace útil socialmente. | Camila Cañeque
Gracias a mi obsesiva costumbre de repasar cada dos por tres la sección literaria de las revistas culturales descubrí esta inteligentísima perla literaria de cuya lectura disfruté conmovido y que ahorita les quisiera comentar: La última frase de Camila Cañeque. Un libro luminoso.
Tengo en en mis manos este libro singular, pequeño, pero de algún modo enorme, gracias a la librera Cristina Aragón que, a su encanto personal, suma siempre su diligente eficacia para encontrar cualquier libro. Como en cualquier otra librería de Antequera.
De ahí que, como lector agradecido, también desee comenzar este texto por el final, con un alegato en defensa de nuestras librerías sus libreras y libreros, su servicio, su entrega, su consejo, su inestimable cercanía en estos tiempos de compras deshumanizadas (disque online, menuda palabreja).
Por «La última frase», como Camila:
Por favor, pidan este libro o cualquier otro que les interese en una librería de nuestra ciudad, no lo compren por internet.
Para situarnos recordaré algunos datos de la trayectoria de su autora:
Camila Cañeque nació en Barcelona en 1984, estudió en la Universitat Pompeu Fabra, se graduó en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid e hizo varios másteres en Literatura y Filosofía.
Se da la paradoja de que Camila, embarazada de su primer hijo, falleció mientras dormía la noche del 13 al 14 de febrero de 2024, unos meses antes de ver publicado su primer libro La última frase. Significó para muchos la pérdida de un ser muy especial. Una resistente.
Fue artista conceptual y filósofa que trabajó la escritura, la performance, la instalación, videoarte, fotografía, escultura y pintura para mostrar la fatiga existencial.
En sus obras planteó la idea de un agotamiento sistémico y su resistencia a dejarse devorar por una deriva productivista, tanto del trabajo como en el entorno del ocio. Reivindicaba la pasividad, la horizontalidad, el ostracismo y la inactividad absoluta producida por el cansancio como filosofía de vida.
En 2013, la feria ARCO le censuró Dead end, una performance que realizó sin autorización con la que representaba «la muerte de España frente al capitalismo». En la obra, se veía a Cañeque con un traje de flamenca tumbada boca abajo en un pasillo y rodeada de flores y poemas del Romancero gitano de Federico García Lorca, pasaba horas en esa posición inmóvil

Que nos trae a la memoria los versos de El mañana efímero de Antonio Machado:
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta…
Esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza… 
Antonio Machado, El mañana efímero.
También en 2013 presentó en la galería barcelonesa H2O Mucha mierda, con imágenes de cómo quedan los lugares después de fiestas populares como los Sanfermines, la Tomatina, las Fallas y la Feria de Abril.
Cañeque y su crítica a esta sociedad mercantilista, que no nos da tregua, también trajo a la memoria la Cancion-consumo de Luis Eduardo Aute, de su mítico LP en vinilo Babel (Ariola, 1975) que conservo, y, gracias a ella, vuelvo a escuchar:
Rezan las leyes básicas
de una curiosa ética
que el hombre es una máquina,
consumidora intrépida…
dicen los nuevos místicos,
es el gran signo de éxito
del «homo sapientísimo»…
Producto, consumo,
este es el triste tema de esta canción…
Y así se explota al prójimo,
prójimo y primo práctico.
Ahora el «gran signo de éxito» de este aún más deshumanizado homo sapientísimo del siglo XXI es poseer lo último en nuevas tecnologías o inteligencia artificial, sin parar (producto, consumo) ni en las cada vez más escasas vacaciones: aeropuertos y aviones, disque seguros, pero sobre todo contaminantes, saturados y colapsados. Le llaman «viajar», «culturizarse» o «relajarse» a este intrépido estrés. Que, no contentos con jodernos el planeta, por añadidura, como diría el tan deslenguado como cultísimo Fernando Vallejo, ya nos jodieron también el idioma y su léxico.
Y, cómo no, evocar el poema de José Agutín Goytisooo Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá.
Pero volvamos a su libro.

La última frase es un ensayo (?) de Camila Cañeque, publicado en abril de 2024 por la editorial La Uña Rota. La obra explora la idea de los finales literarios a través del análisis de 452 últimas frases de diversas obras, ofreciendo una reflexión sobre la fragilidad y contingencia de los desenlaces en la literatura, de cómo las frases finales de las novelas actúan como una verificación de las promesas implícitas en sus inicios:
La primera frase es una gran seductora, o eso se espera de ella, en cambio, el mayor encanto de empezar una novela es saber que termina.
Una colección de finales que, aunando sentido del humor e inteligencia, fascinación por lo efímero y combativa resistencia engarza Camila Cañeque a la manera de una columna vertebral, una suerte de viaje a la eternidad protagonizado por una escritora que invita al lector a observar nuestra dependencia y atracción por el desenlace de las cosas. Frente a la consideración de que la primera frase de un libro es una gran seductora o eso se espera de ella, la autora sostiene que el mayor encanto de empezar una novela es saber que termina y que la fragilidad y contingencia que se dan citan en su final -me refiero al final de un libro- es lo que hace que su historia se detenga y que la obra se eternice.
Para ilustrar este aspecto, hago referencia a lo un artículo de Enrique Vila-Matas: Camila Cañeque, artista del punto final, diario El País, 4 de junio de 2024:
¿Son los finales, como advirtiera George Eliot, el punto débil de la mayoría de los autores, el punto en el que se complica todo?
La obra de Camila Cañeque, artista y filósofa, abordaba el cansancio a través de escritos, instalaciones y performances. Adoraba tanto la inmovilidad que parecía que militara en la  Horizontal Oblomov.
Vila-Matas se refiere a Oblómov, novela publicada en 1859, la más conocida del escritor ruso Iván Goncharov. Otros títulos y autores que indagaron en esta temática:
Vivir en horizontal de Bernd Brunner (Berlín, 1964), Soy vertical pero preferiría ser horizontal de la poeta Sylvia Plath. E iconos literarios de la vida yacente desde Onetti a Julio Camba o la máxima de Groucho Marx: Nada que no puedas hacer en una cama merece la pena hacerse.

Otro acierto del libro es que la lista de títulos a los que corresponden los finales esté al final del libro y no como citas a pie de página, permitiendo así al lector una inmersión más profunda en este nuevo mundo creado por la autora a partir de unas frases que no dicen por lo que dicen cuando lo dijeron (en la obra original) sino por la nueva vida que Camila le otorga en esta obra. Del final a la continuidad. Del sentido primigenio a una nueva exposición.
No recuerdo cuando empezó mi atracción por las últimas frases. En un ejercicio de fetichización inconsciente, abrir un libro significaba ir directamente al final, buscar su cierre.
En este libro repleto de idas y venidas, enfoques y desenfoques, sosiegos y sobresaltos, la artista modela una obra maestra a partir del estertor de 452 libros, Cañeque sumerge al lector en un mar inmenso de asociaciones donde no sólo todo es posible, sino que promueve encuentros tan estimulantes como el aquelarre entre J.M. Coetzee, Harold Pinter, Simone de Beauvoir y Joseph Rotho el idilio entre Thomas Mann y Clarice Lispector. Algo único, que la autora nos regala con la ayuda de unas 22 000 palabras aproximadamente la misma extensión, según indica el texto, que la última frase del Ulises de James Joyce, el somnoliento soliloquio e Molly Bloom. Leído como un monólogo especulativo de los finales que va de las frases de otros a la vida de la autora, de los textos de otros al discurso existencial de Cañeque. Ella se interroga por la vida, por el sentido de la vida, saltando de una sentencia final a otra.
Soy adicta. Soy adicta al final. Estoy enganchada al final. Reconozco mi fascinación por ese instante, mi empeño por habitarlo. Mi incapacidad de dejar que lo que acaba se acabe. Mi necesidad de vivir en la prórroga, en el un poco más, cinco minutos más. Mi no aceptar lo que viene después, mi sólo querer estar aquí. En el borde del barranco.
Tengo que acabar con esto, le escribí a una amiga. Acábalo. Me respondió. Al cabo de un tiempo, exactamente lo mismo. Tengo que acabar esto.
El libro ha sido valorado por su originalidad y profundidad en el análisis de los finales literarios, ofreciendo una perspectiva única sobre la importancia y el impacto de las últimas frases en la narrativa.
Este paisaje no deja de impresionarme. Me asusta y me colma de una manera extraña, me intimida. Es la representación topográfica de mi obsesión. Aquí, cada día es el final.
Pero lo que lo hace especial y luminoso para este servidor, que lo  gozó y sufrió a partes iguales de la sonrisa cómplice a la lágrima, es porque resulta uno de esos libros difíciles de encajar en un solo género, de clasificar; ¡bendito sea por ello! esta alucinante recopilacion de 452 finales de otros tantos libros ajenos, casi todos ellos, novelas, que Camila intercala en su propio discurso distinguiéndolos en cursiva y revelando su origen en las notas numeradas finales. Un tesoro para «piratas» nómadas amantes de los libros y la vida.
Y hablado de piratas, la trayectoria artística de Cañeque que, a contracorriente de este mundo productivista tan agotado como agotador, que nos sugiere la resistencia de la quietud: parar y reflexionar, me  hizo rememorar otro libro subversivo e inspirador: En defensa de los ociosos de Robert Louis Stevenson:
—Eh, muchacho, ¿qué haces aquí?
—Pasando el rato, señor.
—¿No es hora de estar en clase? ¿Y no deberías estar aplicándote con diligencia a tus libros para adquirir conocimientos?
—Es que así también aprendo, con su permiso… Además, me he echado aquí, junto al agua, para aprenderme de memoria una lección que mi maestro me ha enseñado a llamar Paz o Contento.
Al escuchar esto, el señor Sabio Mundano no pudo contener la indignación…Y continuó su camino, colocándose la corbata con un crujido de almidón, como un pavo cuando extiende sus plumas.
Pero este poco conocido ensayo de Stevenson, un canto a la vida; un libro ingenioso y repleto de frases para anotar sobre la alegría de la ociosidad, la vejez y la abrumadora experiencia de enamorarse se merece comentarlo con más detenimiento en otra ocasión.

La ultima frase, pulicado por la editorial La Uña Rota, ganó el Premio Zenda Ópera prima 2023-2024. El jurado de los Premios Zenda compuesto por los profesionales del sector del libro Guillermo Altares, Nuria Azancot, Laura Barrachina, Pepa Blanes, Jesús García Calero, Antonio Lucas, Alberto Olmos, Cristina Rivera Garza, Sergio Vila-Sanjuán y Santos Sanz Villanueva, además de Leandro Pérez y Álvaro Colomer (secretario del jurado), ambos en representación de la revista Zenda declaró en el acta: «El primer libro de Camila Cañeque ha sido también su obra póstuma. Consagrado a las palabras finales de las obras literarias, se trata de una obra única e inclasificable, conmovedora, con voluntad conceptual y a caballo entre el ensayo literario y el diario personal».
Aunque solo sea para consultarlo como un enjundioso catálogo de próximas lecturas, merece la pena acercarse a esta excelente obra de Camila Cañeque, un lúcido homenaje a la literatura universal.
Un valeroso mapa del tesoro para lectoras y lectores curiosos, desprejuiciados… o desnortados.
Lástima que no podamos disfrutar de más libros de Camila, que en paz descanse, pero nuestro amor por ella perdurará en el tiempo:
…Polvo serán, mas polvo enamorado.
Que dijo el poeta.
Juan A. López Rama
- Título: La última frase
- Autor: Camila Cañeque
- Año de Edición: 2024
- ISBN: 978-8418782459
- Nº páginas: 136
- Publicado por: La Uña Rota






