Foto prestada por Ana Navarro
Para un «foráneo en el paraíso», una de las cosas bonitas de vivir aquí, lo supone la calidad y naturalidad de actividades culturales, sociales, educativas, deportivas… que suceden a diario en esta ciudad y cómo uno se queda deslumbrado ante ellas.
Es el caso, por ejemplo, de los pequeños actores de la Escuela Municipal de Teatro (EMUTE), que ampara el Ayuntamiento y la Asociación Antequera Teatro.
Ayer, 16 de diciembre el colegio La Salle de Antequera se convirtió en un escenario vivo gracias a la actuación del grupo de peques de la EMUTE, que volvió a demostrar que el pulso teatral de la ciudad late con fuerza también desde las edades más tempranas.
La propuesta, “Foto de Navidad”, es una obra de apariencia sencilla pero de fondo sorprendentemente rico. Con un diálogo ágil, ingenioso e inspirador. La pieza invita al espectador a reconocerse en esas pequeñas escenas que rodean a las fiestas, la familia que se reúne, las tradiciones que se repiten, las expectativas, y pequeñas tensiones, que afloran alrededor de una instantánea navideña. Todo ello abordado con humor y una delicada evocación sociológica de lo que significan estas fechas en nuestra vida cotidiana.
Los niños y las niñas de la EMUTE interpretan sus papeles con naturalidad y una frescura que ojalá no pierdan nunca, logrando personajes entrañables que arrancan sonrisas cómplices y, por momentos, una emoción sincera. Hay verdad en sus gestos y una sorprendente conciencia escénica que habla del cuidado trabajo pedagógico que hay detrás.
Esta actuación confirma que el Teatro de Antequera no para, que se expande y se renueva a través de su cantera.
En este resultado tan sólido y cercano con la chavalería tiene un peso fundamental la labor de Francisco de Paula Ramírez, cuya dirección al frente de estos grupos de alevines vuelve a ser un ejemplo de paciencia, sensibilidad y oficio. Trabajar con un elenco infantil exige algo más que conocimientos teatrales, requiere tiempo, escucha y una enorme capacidad para comprender los ritmos de los pequeños intérpretes. Paula demuestra dominar ese terreno con una naturalidad admirable. Es un crack.
Bajo su mirada atenta, cada niño y cada niña encuentra su espacio en escena. La obra fluye con orden y frescura gracias a una dirección que sabe cuándo guiar y cuándo dejar que la espontaneidad haga su trabajo. Lejos de forzar gestos o tonos, este director extrae lo mejor de cada participante, potenciando la autenticidad y convirtiendo la aparente sencillez en un acierto escénico. El resultado es un conjunto equilibrado, dinámico y lleno de verdad, donde ningún detalle parece casual. La paciencia de Francisco de Paula Ramírez se traduce en confianza, y esa confianza se percibe claramente sobre el escenario.
En “Foto de Navidad”, los pequeños no solo interpretan, disfrutan, juegan y comunican, respaldados por una dirección excepcional que entiende el teatro como un proceso humano antes que como un mero resultado artístico.
La actividad no se detiene. Mañana “Foto de Navidad” volverá a representarse, esta vez en el colegio de los Carmelitas, interpretada por otro de los grupos de la EMUTE.
Yo no estaré allí para presenciarlo, (me quedé sin entrada), pero conociendo el trabajo constante, riguroso y lleno de cariño que se realiza desde la escuela, resulta fácil imaginar el resultado.
Estoy seguro de que, de poder asistir, al día siguiente hablaría con el mismo entusiasmo de esos pequeños actores y actrices que conforman otro de los grupos de cantera de la EMUTE y que hacen que podamos visualizar una larga vida al teatro en Antequera.






