“Fuimos canciones”: cuando el teatro nos canta por dentro | ¡ Larga vida al musical !

Esa noche de domingo, en uno de esos rincones donde la historia respira, en la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, el teatro se volvió latido. Y no un latido cualquiera; fue ese que resuena dentro de nosotros cuando el recuerdo se cruza con la música, cuando el presente se atreve a mirar de frente al pasado, y cuando el escenario deja de ser un lugar para convertirse en una emoción compartida.

El público en pie durante minutos aplaudiendo es la demostración de cómo la alegría traspasó la «cuarta pared» hasta las butacas con la magia de este grupo de actores y actrices geniales de la EMUTE de Antequera.


…Y si no es porque tenían que cerrar el lugar, no nos habríamos ido de allí hasta altas horas de la noche.

El pasado 22 de junio, en uno de los patios (este es tipo corrala) de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, fuimos testigos de una de esas veladas en las que el teatro musical se transforma en espejo, en memoria compartida, en canto de vida. La representación del musical “Fuimos canciones”, basada en el texto de Elísabet Benavent con versión y adaptación propia de la directora Elena Moreno, fue, sencillamente, un regalo.

Mari Carmen Sánchez | Laura Martín | Silvia Morales | Laura Morente | Conchi García, | Pilar Pacheco | Gloria Sánchez | Mª Jesús Rodríguez | Juande Moreno | Mª Jesús Morente | Manuel Morales | Ana Solórzano | y Andrea Pompa conquistaron con talentos individuales diversos y muy bien puestos a un público con el que supieron conectar desde el principio.

Elena Moreno, reconocida y multipremiada, ha logrado construir un espectáculo que pulsa en el alma del espectador con la chispa del recuerdo, hilando canciones que muchos llevamos grabadas en nuestra trayectoria vital. La dirección de Elena Moreno volvió a demostrar por qué su nombre es sinónimo de excelencia teatral. Su mirada escénica consigue algo muy difícil: hacer que lo cotidiano se vuelva arte. Que una ruptura, una duda o un “te echo de menos” puedan conmovernos como si fueran poesía. Su adaptación no busca el efectismo: busca reflejar verdad cotidiana. Y la encuentra.

La historia gira en torno a Maca, una joven que vive en Madrid, trabaja como asistente de una influencer y corre entre los desafíos de la vida moderna, a veces con una copa en una mano y siempre con un nudo en el pecho. Ese nudo tiene nombre, aunque ella lo susurre en secreto: Leo. Pero el pasado no siempre se queda atrás. A veces vuelve. Y a veces… vuelve para quedarse.

Maca, junto a sus inseparables amigas Adriana y Jimena, nos abre las puertas de su vida y de su corazón. A través de ellas, y de este elenco tan vitalista de actrices y actores de la Escuela Municipal de Teatro de Antequera, el musical nos habla del amor y de la pérdida, de los errores y los comienzos, de la lucha constante por encontrarse, por aceptarse, por sanar. De cómo las canciones que fuimos se convierten, sin darnos cuenta, en los recuerdos que seremos. Da lo mismo que sea una historia de amor o de simple vida, cada canción es una espita abierta a experiencias vividas, cada uno las suyas.

La puesta en escena fue sobria pero mágica (adaptarse a este escenario provisional ha tenido que suponer, imagino, una dificultad añadida nada desdeñable. ¡ Ojalá pronto nuestro Teatro, el Torcal; y cuanto menos nuestro salón en La Casa de Cultura !). Cada coreografía, cada entrada de luz, cada acorde fue una pincelada que completaba el mural de emociones.
Lejos de los grandes artificios, “Fuimos canciones” apostó por la intimidad, por la risa y la emoción sincera, por el recuerdo callado…

El público, que nos hicimos cómplices desde el primer minuto, nos rendimos al encanto de un reparto entregado y con mucho arte.

Las canciones (conocidas, cercanas, como de casa) hicieron vibrar este patio noble de apellido y de funcionalidad. Y sonaron como himnos de una generación que sigue buscando respuestas entre el caos y el amor, entre los planes rotos y los cafés compartidos. Cada tema fue recibido con entusiasmo, como si alguien nos hablara desde un rincón de la memoria que creíamos olvidado.

Cuando se apagaron las luces y llegaron los aplausos (largos, sentidos, emocionados) no solo se reconocía el trabajo impecable del elenco. También se celebraba algo más profundo: el poder del teatro de recordarnos quienes somos. De unirnos en la risa, en el dolor, en la esperanza.

Maca nos recordó al final, que el pasado no es un lugar al que volver, sino un puente hacia lo que estamos siendo. Que amar, como cualquier andar en la vida que merezca la pena, duele, sí, pero también enseña. Que hay nombres que se quedan para siempre en la música con la que bailamos la vida.

El teatro, cuando se hace así, con respeto, con ternura, con alma, puede ser un acto de sanación colectiva, que nos canta por dentro.

Larga vida a las historias contadas con alma. Larga vida a esas canciones que, de alguna manera, fuimos. Larga vida al teatro musical. Larga vida a las palabras que se vuelven canto.

Jose Díez de los Ríos tiene la amabilidad de prestarme algunas de las fotografía que tomó en este espectaculazo. Y la Asociación Cultural ‘Antequera Teatro’ subirá próximamente a su canal de youtube un vídeo de calidad aceptable para nuevo disfrute. Razones suficientes para que yo no me atreva a subir alguna foto que tomé y algún cortito en vídeo que pude captar ( la calidad insuficiente de las mías no admiten discusión ).