Manoli González …lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón

«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine

En una ciudad como Antequera, donde la piedra y la historia se entrelazan susurrándose en cada rincón, hay personas que se convierten en patrimonio vivo. Manoli es una de ellas. Fisioterapeuta de vocación y profesión (ya también truncada); actriz por pasión y luchadora por naturaleza, su vida está hecha de esas historias que no necesitan adornos para conmover. Basta con escucharlas.

Pero no es lo que yo pretendo al pedirle que venga a mi blog, todo lo contrario, no quiero conmover; quiero traer su ejemplo por autenticidad, por entereza, por su fuerza y su naturalidad en la aceptación con dolor que aguanta y mucho, pero sin rencor por lo que le ha tocado vivir. Estoy seguro de que la ceguera no es la pena primordial que le aprieta el pecho.

Sí. Manoli no necesita imponerse para hacerse notar: basta con escucharla un momento, con observar cómo se mueve por el mundo, para entender que hay algo especial en ella. No se presenta como alguien extraordinaria, pero basta una conversación para darse cuenta de que lo es. No por haber perdido la vista, sino por la claridad con la que mira la vida con una lucidez serena, más allá de lo visible.

Interesarse por ella es algo natural. Tiene la calidez de quien sabe escuchar y la fuerza de quien nunca ha dejado de buscar. Es una mujer de pensamiento ágil, con una sensibilidad fina para la cultura, el arte y las palabras. Hablar con ella es abrir una ventana, a veces hacia la reflexión, otras buscando una sonrisa, y muchas hacia el asombro.

Es actriz aficionada. Para mí, muy buena en su estilo, y lo digo con sinceridad, no porque sea ciega sino porque hace creíbles los papeles que interpreta.| ChLL

Yo nací con glaucoma congénito”, dice con serenidad. La ceguera no fue una sorpresa, sino una compañera desde el inicio. Sin embargo, la determinación fue aún más fuerte.Nunca veía la pizarra, ni desde la primera fila. Pero sacaba buenas notas.” En un tiempo sin profesores de apoyo, sin tecnología adaptada, Manoli se abría paso por puro esfuerzo, por deseo de no quedarse atrás.

Estudió en el Infante don Fernando y después en la ONCE, donde conoció a otras chicas como ella y descubrió que no estaba sola. Fue un revulsivo. Yo pensaba que era la única. Allí aprendí braille y conocí profesores ciegos con una cultura increíble.” El teatro entró pronto en su vida, primero como juego en la calle, después como vocación seria aunque siempre aficionada. Ha actuado en el Teatro Español de Madrid y en escenarios de toda España. Forma parte activa del teatro local y provincial. Ha representado más de una treintena de obras. Actúa en el Malecón en Málaga y aquí en Antequera aprende en la EMUTE: Me han dado un papelito en Lisístrata este verano. Me hace muchísima ilusión compartir escenario con compañeras de hace 30 años.”

Lejos de caer en el discurso del sacrificio o la victimización, Manoli habla con franqueza de sus límites, de la exigencia que implica subir a escena sin ver el decorado, del miedo a que un error suyo eclipse el trabajo colectivo. Pero también reivindica el derecho de las personas con discapacidad a ocupar esos espacios sin pedir permiso ni favores: “Podemos hacerlo, quizá de otra manera, pero podemos”.

Me gusta que me digan que soy buena actriz, no que soy buena por ser ciega. Yo me esfuerzo mucho para que no se note. Y cuando me lo dicen, me llena.
El aplauso, como todo lo bueno conseguido en su vida, no le ha sido regalado. Se lo ha ganado.

Pero la historia de Manuela no se escribe solo en las tablas. También está marcada por pérdidas dolorosas. En 2016, su hijo falleció con apenas diez años. Dos meses después, un accidente estuvo a punto de costarles la vida a ella y a su marido. De hecho la pérdida parcial de movilidad en un brazo le costó su profesión de fisioterapeuta. Soy otra persona desde entonces. Tuve que dejar de trabajar cuando me encantaba mi trabajo… El teatro me ayudó a levantarme de nuevo.”

Hoy, Manoli es símbolo de resiliencia. Hace natación, pilates, participa continuamente en actividades culturales, y sigue reivindicando derechos básicos: “Lo que más me cuesta es que aparquen en las aceras. La gente como yo nos estamos jugando la vida cuando tenemos que bajarnos a la calzada. Y los coches eléctricos ni se oyen.”

Pero no se queja desde el resentimiento, sino desde el compromiso: “A mí me ha tocado vivir sin ver, a ti te toca ayudar un poquito. No es tan difícil.” (Te confieso lector, lectora, que esta frase me estalló dentro como un despertador antiguo de madrugada en mi cabeza). Su voz no tiene rencor, tiene fuerza. La fuerza de quien ha aprendido a moverse por un escenario sin ver, a contar pasos, a orientarse con alfombras, a pedir una tos de un compañero para saber hacia dónde dirigirse. Todo con una naturalidad que asombra al público.

En La Herencia con la EMUTE de Antequera

En una ciudad donde los ojos suelen estar puestos en los monumentos, Manoli nos recuerda que hay otros patrimonios, igual de valiosos, caminando entre nosotros. Aunque no los veamos (en esto somos nosotros quienes estamos ciegos).

Es una mujer llena de inquietudes, de curiosidad por el mundo, por el arte, por la palabra.
Le gusta leer, disfrutar de una buena obra, o dejarse llevar por un personaje que la saque de sí misma durante un rato. Y tiene esa elegancia tranquila de quien ha aprendido a fuerza de dificultades.
Es comprensible, después de una «tormenta tropical huracanada», vivir las normales de cada día, es como aceptar y bendecir la llovizna en «chirimiri».

Hablar con ella es entrar en un territorio donde la fragilidad y la fuerza conviven con naturalidad, sin dramatismos ni imposturas.

También hablando con ella pude comprender que el término “discapacidad” no alcanza a describir lo que una persona es capaz de construir con inteligencia, sensibilidad y sentido del humor. Y que hay biografías que, sin pretenderlo, nos obligan a preguntarnos por la nuestra.

Manoli no necesita que nadie la defina. Es interesante por lo que es, por lo que piensa, por lo que hace y por todo lo que contagia. Por su humor fino, por su ternura, por su manera de mirar la vida sin dramatismos, pero con profundidad. Por su presencia, que permanece más allá de la conversación.

No busca ser ejemplo. Solo vivir a su manera, con dignidad y sentido. “Lo que yo hago, lo puede hacer cualquiera”, dice, como quien no se da demasiada importancia en su resiliencia. Pero su historia, contada sin adornos, demuestra también que hay personas que encuentran en el arte una forma de seguir caminando, incluso cuando la vida las obliga a hacerlo a tientas.

Conocerla ha sido para mí, además de muy bonito, un privilegio, (me encantaría que ella y su marido, Bienvenido, me consideraran siempre amigo) una invitación a mirar distinto, a vivir más despierto, más abierto, más verdadero


¿Qué papel juegan los olores en tu vida?
El mundo de los aromas me interesa muchísimo. Todo lo relacionado con la historia de la perfumería, los perfumistas, las familias olfativas… me parece fascinante. Los olores son muy evocadores. Por ejemplo, el olor de las panaderías me lleva directamente a mi infancia, cuando iba en el pueblo de mis padres, Villanueva de la Concepción, a comprar el pan. Es muy agradable. Pero también me pasa con los perfumes que algunos que usé en momentos concretos ya no puedo usarlos por los recuerdos que me traen.

¿Cuál es el sonido que más te inspira o te hace abstraerte ?
Me gusta mucho el sonido del agua corriendo, tanto en una fuente como en un río. Ese sonido del agua me gusta mucho, me produce mucha paz y mucha serenidad.

¿Qué momento cotidiano te hace sentir más viva y presente?
El desayuno. Aunque duermo mal, me encanta levantarme pronto y empezar el día. Poner las noticias mientras desayuno es un momento que disfruto mucho, antes de empezar a hacer cosas.

¿Qué haces para desconectar tu pensamiento y recargar energías?
El problema mío es que yo soy una persona muy activa y me gustaría hacer más cosas de las que ahora hago. El hecho de estar jubilada sin yo haberlo pedido, porque a mí me gustaba mucho mi trabajo, lo que intento es buscarme actividades y creo que en la medida de lo posible, sanas. Desde que me jubilé, busco estar ocupada. No tengo que recargar energía porque siento que no la gasto toda. Me interesa mucho la meditación y leo libros sobre ese tema también para encontrarme mejor en mi interior.

¿Qué te aporta paz en tu vida diaria?
Muchas cosas, una buena conversación con personas con la que me encuentre a gusto… También me relaja la meditación y estar en espacios tranquilos. Cuando entro en una iglesia, como estas que tenemos aquí en Antequera, me inspira paz, ese edificio o el silencio que hay o el olor de las velas. Me inspira paz, a pesar de que no soy muy creyente.

Con El Malecón, Málaga


¿Tienes alguna rutina personal que te acompañe siempre y te ayude a mantener el equilibrio?
Procuro todos los días hacer algo de ejercicio. Unas veces voy al gimnasio y otras veces en casa, pero por lo menos todos los días procuro hacer una hora de ejercicio. También leo todos los días.
Con la rutina normal, procuro levantarme temprano, hacer mis ejercicios, comer sano, leer… en fin: menos el sueño, que duermo muy poco y me cuesta mucho conciliarlo, lo demás es una vida, yo creo que muy sana.

¿Te gusta cocinar? ¿Tienes un plato favorito o una receta especial?
No cocino, porque tengo la gran suerte de que todas las días como en casa de mi suegra. Es una gran cocinera. Y además, tenemos un ratito de conversación con ella. Siempre las personas mayores son muy enriquecedoras cuando están en una lucidez como la que tiene mi suegra y aporta la experiencia que ella ha tenido en la vida, te da buenos consejos. Entonces, pues, la verdad, mientras podamos seguir disfrutando de su cocina y de su ratito de encuentro, no pienso yo cocinar.
Mira, como receta favorita me encantan los huevos rellenos y las torrijas.

¿Qué hobbies te apasionan ?
Aparte del teatro, que para mí es un hobby, es lo que más me gusta hoy por hoy, pues yo diría que la lectura o viajar, que también me gusta mucho.

¿Cuál es tu relación con el teatro? ¿Cómo empezaste?
Siempre me ha atraído actuar desde pequeña en el colegio. Cuando entré en la ONCE, pues ahí se fomentaba mucho el hacer teatro. Y cuando yo estuve estudiando en Madrid gracias a un concurso que ganamos en el colegio, a través de un convenio que la ONCE tenía, actuamos en el Teatro Español como teloneros de un grupo de profesionales que hacían la obra del Concierto de San Ovidio. Los protagonistas son ciegos. Y fue una experiencia muy bonita, tenía 16 años y la verdad que entonces no valoré como valoro ahora esa experiencia.

¿Y en Antequera, cuándo?
Aquí he hecho teatro en dos etapas, una desde el 93 al 96 o así, con Silver, un profesor que tuvimos y estuvimos haciendo teatro y la verdad que lo disfruté mucho también. Luego me casé, tuve a mi hijo, total que me desconecté. Mi vida, mi rutina feliz era esa, mi casa, mi trabajo, mi marido, mi hijo, mi familia.
Después se me puso otra vez la vida por desgracia, «patas para arriba», y ahora, el hecho de retomar el teatro ha sido una terapia para mi mente, porque yo estaba en el fondo del pozo y el teatro me ha devuelto un poquito la ilusión. Y hoy por hoy es lo que más me gusta, pero siempre desde el punto de vista de una persona aficionada, yo no tengo formación en teatro.
No tengo estudios teatrales, todo lo hago por intuición y porque me gusta mucho.

¿Quiénes son tus referentes artísticos?
No tengo uno así en particular, valoro los trabajos concretos. Voy a ver una obra de teatro y me digo, me ha gustado esta interpretación, bien sea a nivel profesional o cuando veo actuar en Antequera a mis compañeros. No tengo un referente único, me gustan muchos.

¿Qué tipo de música sueles escuchar ?
Me encanta Rocío Jurado. Sigo viendo sus vídeos en YouTube, en Facebook, sus actuaciones y me gusta escucharla. A lo mejor ese sí que puede ser un referente en cuanto a la gran artista que era y lo bien que lo hacía. Me gusta mucho sus canciones. Hay también una que se llama Honrar la vida, de Mercedes Sosa, que me parece que transmite un mensaje muy bonito. Que tenemos que agradecer porque la vida es un regalo que se nos da. Y a pesar de las vicisitudes, hay siempre que honrar la vida. Me parece una canción muy bonita.

En La Herencia con la EMUTE de Antequera


¿Cómo preparas un personaje?
No tengo tampoco un método muy particular. Simplemente procuro seguir las directrices del director. Siempre intento creérmelo yo. Pensar en que si estuviera sentada en el patio de butacas, yo me creería lo que esa actriz está diciendo o no me parecería creíble. Esa es mi premisa, siempre intentar hacerlo de manera que no sea yo, como Manoli, sino que sea el personaje el que le está hablando al público y que el público se crea mi interpretación.

¿Hay un libro que volverías a leer una y otra vez?
Soy una gran lectora, siempre tengo un libro leyéndolo; te aclaro que aunque yo le llamo a leer, porque yo leo con mi móvil, es escuchar; pero para mí es leer, porque me lo está leyendo una persona. Suelo intercalar libros generalmente de novela histórica, o de intriga… o por ejemplo, el premio planeta de cada año, yo me lo suelo leer todos los años. Intercalo estos temas con libros de nutrición, de psicología, de crecimiento personal, biografías… Una autora en particular que me gusta mucho Isabel Allende. He leído casi todos sus libros y, de hecho, el único libro que he vuelto a leer ha sido La casa de los espíritus.

¿Qué haces antes de salir al escenario?
Procuro concentrarme. Tengo una rutina: me gusta perfumarme con una muestrecita de perfume que llevo siempre encima antes de salir a actuar. Es como que me siento, lo que ahora diríamos, empoderada. Es una tontería, pero a mí me gusta hacer eso.
Y nada, no tengo otra rutina, solo concentrarme, pedir a Dios o a quien corresponda que salga todo bien, que no tenga yo ningún fallo, que no se me vaya el texto y nada más. Intentar seguir disfrutando la actuación.

Subir a las tablas y actuar es un desafío. Actuar siendo ciega ya es para nota
Claro. yo tengo mis truquillos, como te dije: orientarme a lo mejor por alguna alfombra que haya en el suelo o los muebles que pueda haber en escena. También los compañeros me suelen ayudar mucho, esto también hay que resaltarlo. Y, bueno, siempre siento una gran responsabilidad porque… Como yo digo, si tengo yo un fallo, tropiezo con algo o algo sale mal por mi problema de la visión, al día siguiente no se va a hablar de lo bien o mal que estuvo la obra, sino de que yo tropecé o lo que pasó en escena, por mi culpa. Eso me da mucha responsabilidad a la hora de actuar.

En La Herencia con la EMUTE de Antequera



¿Dentro del teatro en qué desarrollos te sientes mejor?.
Me gusta más la comedia, me gusta interpretar todo tipo de papeles, unos cuestan más, otros cuestan menos, pero yo creo que me siento más cómoda en la comedia.

¿Cuál ha sido un logro profesional del que te sientes especialmente orgullosa?¿Existe alguna escena tuya que consideres sublime o particularmente especial?
Mira, Carlos, no sé si es más orgullosa, pero sí que… el último trabajo que hicimos con Mel Rocher en el Malecón, que se llamaba Seven, iba sobre los siete pecados capitales. Estaban muy chulas las obras. Colaboraba con nosotros Adelfa Calvo en un audio. En la ONCE, hacen una bienal de teatro. Actúan los diez mejores grupos de España. Y ese año en Valencia nosotros, El Malecón, fuimos seleccionados. Era la primera vez que íbamos y la verdad que fue una experiencia muy bonita. Y yo, particularmente, pues me siento muy orgullosa de que el que selecciona las obras, que es Esteve Ferrer, que es un productor teatral y actor muy importante que trabaja para la ONCE, pero bueno, él también hace sus obras. No sé si tú viste Toc Toc, yo la he visto dos veces y me encantó. Pues él era el protagonista y era el productor de la obra. Yo la vi en Madrid, la vi en Málaga. Pues él destacó mi trabajo en la obra, Porque de hecho, cuando estaba montando el escenario, mi marido y Mel Rocher, el director, estaba por allí y él dijo: «me ha encantado el personaje de la folclórica, que era yo, que mi papel era la manojito de Jerez, y era un papel súper gracioso. Él lo destacó, y la verdad que me siento muy orgullosa de que una persona tan importante en el mundo del teatro y del espectáculo me haya dicho eso, que le haya gustado particularmente mi papel.

¿Con quién te gustaría trabajar en el futuro en el ámbito teatral?
Con muchos y muchas, porque mí lo que me gusta es actuar. Pero, por ejemplo, me gusta mucho Amparo Larrañaga y Luis Merlo. Solemos ir a ver sus obra a Madrid, incluso con ella tuvimos la oportunidad de saludarla. Después de su función nos mandó un vídeo para el malecón porque ella conocía a nuestro director de entonces, Mel Rocher, habían trabajado juntos hacía muchos años, entonces fue muy amable y pues mira, me gustaría a lo mejor hacer algo con ella o con Luis Merlo que me parece también un actor muy bueno.

¿El público se percibe de manera diferente cuando no lo ves?
Yo creo que por un lado es bueno que yo no lo vea, porque así me pongo menos nerviosa. Y cuando siento algo que yo he hecho en escena y que, por ejemplo, provoca la risa, es como un refuerzo que yo recibo, que me da pista de que voy bien.
En la obra que estuviste el otro día en La Herencia, en el momento en que cogí el teléfono y en el público hicisteis una carcajada, pues eso a mí me hizo saber que iba bien la obra, porque eso es lo que se buscaba, es una comedia y el público se ríe, cuando lo escucho me refuerza mi interpretación.

¿Cómo crees que la cultura actual representa la discapacidad en sus diversas formas?
En la ONCE se fomenta mucho la lectura, el teatro, el deporte, la mayoría de nuestras posibilidades. A nivel general, creo que hay un antes y un después de la película Campeones. A partir de ahí, cuando hay en una película un personaje con discapacidad, buscan realmente a una persona actor o actriz con discapacidad, no a un actor que hace el papel de discapacitado. Esto me gusta más.

Luego, pues, hombre, estamos empezando en este aspecto. Creo que todavía falta mucho, sobre todo por normalizar la participación de personas con discapacidad. No es fácil, pero yo creo que vamos por el buen camino. De hecho, yo aquí en Antequera estoy muy integrada en el grupo de teatro y me encuentro bien, pero no todas las personas discapacitadas que quieren entrar en un grupo de teatro normalizado, son admitidas. Suelen poner muchas pegas, más que nada por el desconocimiento. Nosotros siempre tenemos que estar explicando que podemos hacerlo, que hay una forma de hacerlo, que si ellos están dispuestos a colaborar con nosotros, lo podemos hacer. Pero es como que siempre tenemos la sensación de que si nos dejan, nos están haciendo un favor.
Es verdad que vamos avanzando.

Luego, a nivel como espectadora, pues a mí me encantaría que la obra de teatro fuesen audio-descritas, como las películas. Esto se puede hacer porque cuando estuvimos en la Bienal de Valencia, vimos ‘Hubo un rey’ y la vimos audio-descrita, me gustó mucho.
Me gustaría que igual que se ha generalizado en los subtítulos para las personas sordas, pues que se generalizara la audio-descripción para nosotros, tanto en el cine en general.
La ONCE está haciendo mucho, pero es necesario que sea una cosa normalizada. Igual que tenemos el Braille en las medicinas…

En La Herencia con la EMUTE de Antequera


¿Hay algún personaje que sueñes con interpretar algún día en el teatro?
Pues mira, me gustaría hacer de persona ciega. Una vez lo hice. Entonces todavía veía un poco.
Pienso que ahora no tendría que tener todos los cuidados que tengo para hacer de persona vidente. Porque si tropezase por ejemplo, como el personaje es ciego no pasaría nada. Creo que yo estaría más relajada, creo, pero no lo sé. Hay una obra que hacía Audrey Hepburn, Sola en la oscuridad, que me gustaría mucho hacer.

¿Alguna vez sentiste rabia o rencor por haber perdido la vista o por nacer sin ella? ¿Cómo fue tu proceso personal de aceptación?
No te voy a negar que me gustaría ver, pero nunca me he quejado de lo que me ha tocado. Prefiero, en vez de quejarme, dirigir todo mi esfuerzo a solucionar y afrontar esos problemas que yo pueda tener por causa de mi discapacidad.
También debo decir que yo creo que mis padres me ayudaron mucho a que yo sea quien soy. El hecho de no ser unos padres sobreprotectores, y que siempre me dejaron emprender lo que yo quería hacer. También mis hermanos, tengo tres hermanos mayores y siempre han sido mi referente, yo siempre quería hacer lo mismo que ellos hacían. Si quería montar en bicicleta, mi hermano me enseñó a montar en bicicleta. Ha sido un punto muy importante en mi vida. pues yo siempre he querido hacer las mismas cosas que hacían los que me rodeaban, mis vecinos, mis amigos, mis compañeros del colegio. Siempre he tenido ese empeño. Tener unos padres que no te corten tus alas y que te animen y te apoyen a hacer lo que tú quieres hacer es muy importante.

Perdona, vuelvo a la aceptación. ¡Qué difícil!. ¿Qué te ayudó a transformar cualquier dificultad en fuerza y motivación?
Es que no te queda otra Carlos. Es que cuando naces con una discapacidad como en mi caso,
y te rebelas y te estás quejando, no vas a solucionar nada tampoco. Entonces es mejor, vaya, yo por lo menos lo veo así. La aceptación, por lo menos, te da la serenidad para afrontar el problema. Y luego, pues yo también pienso que tiene que ver la epigenética, porque yo a mis padres siempre los vi personas fuertes, personas que no se han desmoronado por los problemas. Nunca he visto yo una depresión en mi casa. Siempre he visto personas luchadoras y pienso que yo eso lo he heredado de ellos y es lo que intento poner en práctica siempre.
Tú ya sabes la historia que he tenido, ya no es solo el tema de la ceguera, el tema de la ceguera para mí es lo menos malo que he tenido en mi vida. Para mí, lo que yo no voy a superar nunca es la muerte de mi hijo. Eso no se supera nunca, eso se acepta, se tiene que aceptar, se tiene que aprender a vivir con esa ausencia.
Yo no quiero hacerlo tampoco culpable de mi sufrimiento ni de mi dolor porque mientras estuvo me trajo mucha alegría y lo mejor de mi vida. Entonces lo que yo intento, aunque me cuesta mucho trabajo algunos días, es intentar vivir mi vida cada día de una manera en la que él se pudiera sentir orgulloso de mí, de cómo yo… estoy afrontando la vida sin él a pesar del trabajo que nos está costando.

Casi todas las personas, creo tenemos buenas intenciones a la hora de tratar la discapacidad, ¿Cómo no ser ñoños a la hora de eliminar barreras sociales?
Carlos, es que se dan los dos extremos. Hay personas que piensan que lo podemos hacer todo y hay personas que piensan que por nuestra vulnerabilidad o porque ellos piensan que en nuestra situación no serían capaces de hacerlo, pues ya…creen que nosotros tampoco. Entonces, pues ni una cosa es verdad ni la otra tampoco. En el punto medio está la virtud.
Nosotros podemos hacer las cosas pero no de la misma manera que lo hace el cien por cien de las personas que no tienen discapacidad. Lo podemos hacer con una serie de adaptaciones o con una serie de ayudas.
Como yo te decía el otro día, a mí me ha tocado vivir sin ver y no me quejo. De lo que sí me quejo es que haya personas que pudiendo ayudar un poco, aunque solo sea por el egoísmo de pensar: ¡joder, menos mal que le ha tocado a ella y no me ha tocado a mí ser ciego!… porque yo esto no lo elegido, me ha tocado y no me quejo. Pues aunque solo sea por ese egoísmo, deberían echar una mano, tener un poquito de empatía y no la tienen y miran para otro lado.
Afortunadamente hay otras que sí. Por eso yo he podido hacer todo lo que he hecho, porque siempre he tenido personas a mi alrededor que me han ayudado.

También me gustaría decirte que no me gusta el victimismo en ningún aspecto de la vida y en este menos todavía, y no me gusta para nada ir dando pena por ahí. Nunca he conseguido lo que he conseguido en la vida dando pena. Es una cosa que particularmente odio.

Las personas con discapacidad, lo que no podemos permitir es que haya otras personas que nos traten con superioridad o que nos vean a nosotros personas con menos derechos o inferiores que ellos. No. Nosotros tenemos la misma dignidad y, supuestamente, los mismos derechos que todas. Lo que pasa es luego muchas veces eso no se traduce en la realidad.


La persona que más han confiado en mí han sido mis padres, la verdad. Han sido los que me han confiado, los que me han apoyado siempre, no me han puesto cortapisa, no me han cortado la alas, a pesar de lo que para ellos tenían que suponer, que yo con 15 años cogiese un tren por la noche sola para irme a Madrid a estudiar.

¿Qué le dirías a una niña ciega que sueña con ser actriz?
Pues que sí le gusta que luche por conseguirlo. Yo no soy una actriz profesional, te lo digo siempre, soy una aficionada al teatro y a la interpretación, pero… ser actriz profesional y ganarse la vida con esto, la verdad es que lo va a tener muy complicado porque lo tienen complicado las personas que ven y nosotros todos lo tenemos más complicado.

Me gusta transmitir que en la vida hay que luchar para conseguir las cosas, pero todo el mundo; nosotros especialmente, porque salimos en esa supuesta carrera que podría ser la vida, en mi caso, con los ojos cerrados y nos gustaría llegar a la meta como las demás personas. Yo estoy en el mismo «saco» que los demás para que te pasen cosas.

¿Prefieres el mar, la montaña o la energía de una ciudad bulliciosa para tus escapadas?
A mí me gusta disfrutar en todos los sitios. Me gusta mucho la playa, me encanta. Disfruto en verano yendo a la playa, bañándome y tomando el sol. Pero también disfruto de un paseo por el campo, con los olores, la primavera… Me gusta que haya cambios de estación. Me gusta un día de calor para salir a cenar por la noche a una terraza, pero también me gusta esos días de frío en los que vas comer a una venta y te abrigas y el sol te calienta la cara… Intento disfrutar de todos los momentos que se me presentan en la vida y si todo eso es en buena compañía, pues se disfruta todavía mucho más.



¿Te gusta viajar?
Me gusta mucho viajar y lo suelo hacer con mi marido, Bienvenido, por España, en coche, casi siempre. Nos gusta ir a ver teatro a Madrid. Como yo he pasado allí seis años de mi vida, me gusta mucho y siempre vamos unos cuantos días a ver teatro, a algún concierto, a pasear por las calles, a visitar algo que no hayamos visitado, algún monumento, alguna iglesia, museos, algún palacio, todo esto me gusta mucho. También hacemos viajes internacionales de vez en cuando, hemos estado en tres ciudades de Polonia, también en Budapest, en Berlín…; ahora hace poco en Roma, en fin, nos gusta viajar y la verdad que disfruto mucho yendo con él.

Me gusta veros juntos. ¿Cómo os conocisteis?
Por él también soy feliz. Siento que Bienvenido es mi compañero de viaje en la vida. Y este sentimiento es muy bonito. Nosotros nos conocimos porque él se ofreció a llevarme en el tandem cuando yo terminé de estudiar en Madrid, en el año 91.
No había muchos deportes que yo pudiese hacer aquí. Preguntaba en el polideportivo. Yo venía de ser campeona de natación y aquí no podía hacer nada. Entonces allí en Madrid también hacía ciclismo en tandem. Me compré uno y a veces me llevaban mis hermanos, pero claro, ellos no estaban así de preparados físicamente para hacer muchos kilómetros. Entonces hablé con un club ciclista y se ofrecieron varias personas y entre ellas se ofreció a ayudarme Bienvenido. Y por ahí empezamos una relación de amistad, primero, que se convirtió casi al año en una relación de novios. Nos casamos a los dos años y medio. En este año hacemos nuestras bodas de plata. Nuestra relación ha sido muy buena. Como todos los matrimonios, no estamos de acuerdo a veces en todo, pero cuando hay respeto y hay cariño y hay ganas de que las cosas se solucionen y no vayan a peor. Y nos queremos mucho. Hemos tenido que afrontar cosas muy duras juntos en nuestra vida, ya sabes.


¿Y sabes, Carlos? yo tenía algunos complejos, por ser ciega, por pensar que a lo mejor ningún hombre se iba afijar en mí, pues la verdad que Bienvenido me ayudó a superar mucho de mis complejos. Y él siempre también ha creído en mí, en que las personas con discapacidad, somos capaces de hacer algunas cosas igual al menos que otros que no tienen discapacidad.

¿Cuál es tu filosofía de vida?
Aceptar lo que te toca y vivir lo mejor posible. Apoyarse en quienes te quieren. No hay secretos, solo seguir adelante. Me dicen que si tengo mucha resiliencia porque he superado muchas vicisitudes en la vida, pero yo creo que la resiliencia la tenemos todos. Lo que pasa es que a algunos nos toca llevarla más a la práctica que a otros. Yo pienso que en la vida hay que afrontar lo que te viene de la mejor manera, que lo contrario es lamentarte y eso no soluciona nada. Y, también apoyándome en las personas que me quieren. Uno solo no es capaz de hacer mucho, siempre tienes que contar con la familia, con los amigos. Es muy importante encontrarte arropada y apoyada por personas. En fin, pienso que lo que yo he hecho lo puede hacer cualquier persona. No hay ningún secreto escondido para ello.

Con El Malecón, Málaga


¿De quién has aprendido más en la vida?
De mis pacientes, durante mis 25 años como fisioterapeuta. De todos he aprendido algo, ya sea para imitar o para saber cómo no quiero ser. Y de mis amigas, de las buenas conversaciones. Hoy día tengo amigas de las que disfruto mucho con su conversación y de las que procuro aprender cosas y que me aportan. Valoro cada día más una buena conversación con una persona que me aporte paz y serenidad de espíritu y sabiduría.

¿Cómo ves el futuro?
La verdad es que afronto la vida sin demasiadas expectativas porque no las tengo. Voy día a día con lo que me va surgiendo. Espero que me pasen cosas buenas, pero con que no me pasen cosas malas ya casi que me conformo. Y no tengo así una expectativa de futuro. Sí me preocupa la soledad, quizá es a la única cosa que le tengo un poco de miedo. No me gusta estar sola.

No espero nada del futuro porque hacer planes ya he comprobado que no sirve mucho. Yo tenía una trayectoria en mi vida con mucha monotonía, de la que me quejaba a veces: levantarnos muy temprano, trabajar todos los días, llegar a la casa, preparar comida, ropa, deberes, extraescolares.
A veces me quejaba un poco de esto, pero luego cuando la vida me dio un giro tan inesperado, pues he comprobado que la rutina es buena. Que no pase nada extraordinario en tu vida, a veces es muy bueno y cuando te da un giro tan brusco y que tú no esperabas de ninguna manera, pues también te tienes que sobreponer a eso y seguir viviendo de la mejor manera posible, aunque ya nunca va a ser como antes, pero intentar buscarle cada día algo bueno a la vida. Eso es lo que yo intento todos los días.

Algunas preguntas no me las respondió. Preguntas filosóficas como ¿Qué es para ti la belleza?. Me contestó que no me las sabía responder. Espero tener más ratillos con ella y con Bienvenido y charlar sobre filosofía cotidiana de la vida.


Mientras, le he preguntado a Frida Kahlo y me ha dicho que «La belleza y la fealdad son un espejismo porque los demás terminan viendo nuestro interior.»

Algunas fotos son de José Díez de los Ríos, mi «banco» y amigo. Otras facilitadas por la propia Manoli.