Cada 5 de noviembre se celebra el Día Mundial del Idioma Romaní, para fomentar la preservación de la lengua y la cultura Romaní en el mundo, así como dar a conocer la importancia de esta lengua en la sociedad, reivindicando la identidad, la inclusión y el sentido de pertenencia del pueblo gitano.
La lengua hablada por los gitanos se conoce como Romanó o Romaní, o como se conoce en su propio idioma, Rromanes.
Escucha esta preciosa composición, pero mira también los paisajes únicos de la provincia de Sevilla en este vídeo.
Se estiman que hay más de 10 millones de romano-parlantes en Europa. La mayoría se ubica en países como Serbia, Rumanía o Bulgaria. En algunos países como España, la lengua romaní desapareció hace más de dos siglos, debido a diferencias pragmáticas y étnicas contra el pueblo y la cultura gitana.
Paulatinamente la lengua romaní comenzó a mezclarse con la lengua castellana, originando el dialecto conocido como «caló». Es considerado un «pogadolecto» y una variante española del romaní, conformado por la gramática castellana y el léxico romaní. Desde el punto de vista gramatical, coincide en su sintaxis y en la conjugación de los verbos.
Desde el año 2006, la UNESCO implementó un programa especializado en cooperación con el Consejo de Europa, orientado a promover una educación de calidad de los niños romaníes. En tal sentido, ambas organizaciones han publicado directrices acerca de la educación inclusiva y la atención en la primera infancia de los niños romaníes.
«A Dorantes (Lebrija, Sevilla, 1969), conocido como «La joya del piano flamenco» no se le puede homologar musicalmente con facilidad. Pertenece al mundo flamenco por cuna y vivencias, pero sus creaciones son absolutamente personales. No tiene nada que ver con los experimentos de fusión más habituales. Ha dotado al piano de una enriquecedora dimensión, es un virtuoso instrumentista que denota su paso por el conservatorio y, además, suena jondo de verdad. El contacto de Dorantes con los teclados fue una coincidencia: en casa de su abuela paterna, La Perrata, había un piano, y él empezó a tocarlo de chiquillo. El primer disco que grabó, Orobroy (1998), fue una refrescante sorpresa, y desde entonces ha mostrado su talento y versatilidad junto a numerosas primeras figuras del arte jondo, como su propio tío El Lebrijano. Este pianista ha conseguido entusiasmar a todos por méritos propios…»