El mundo de la artesanía lleva tiempo siendo amenazado desde que las tecnologías y los nuevos procesos de producción sustituyeron al ser humano. Aun así resiste los embistes de los nuevos tiempos y modas. El oficio de artesano siempre fue una profesión que se trasmitió, en la mayoría de los casos, de generación en generación en el ámbito familiar. Hay que ponerlo en valor, no solo por la belleza que guarda esta profesión, sino por la maravilla de arte que producen. Sus productos son únicos e irrepetibles, obras de arte que se perpetúan en el tiempo y aúnan tradición e historia. Todavía existen muchos profesionales que se dedican con una gran vocación a este gremio y jóvenes que se interesan en formarse con ellos.
En el artículo que detallamos a continuación, quiero presentar a un maestro artesano de la tierra, que trabaja el cuero y la piel como un gran artista que es. Lo podemos encontrar en su establecimiento “La Casa del Ganadero”, situado en la Avenida de la Estación, número 4, Antequera (Málaga).
Don Juan Cristobal Pérez Campos (Antequera, 1970) se ha dedicado al mundo del comercio toda su vida. Como él mismo comenta: “dependiente desde que tenía trece años en el negocio familiar”. A la artesanía se dedica desde hace unos veinte años, profesionalizándose y especializándose en Guarnicionería, Talabartería y Zapatería desde hace unos catorce años que lleva abierto su negocio. Desde la Casa del Ganadero realizan limpieza, engrasado y reparación de guarniciones, monturas de caballos, cabezadas, zahones, polainas… También se repara cualquier artículo de cuero.
Juan nos cuenta que: “La Casa del Ganadero me representa porque toda mi vida me he movido con agricultores y ganaderos, más con estos últimos por el tema de maquinaria de ordeño, la venta de todo tipo de productos y accesorios para animales. Podríamos decir que el 50% de mis clientes son ganaderos, de ahí la idea de colocarle ese nombre a mi negocio. Soy el propietario de mi nombre comercial”.
A través de sus palabras apreciamos la admiración y respeto que guarda por sus maestros, aquellos que les han enseñado e inculcado las técnicas que debe conocer del oficio a través de variados cursos. Además supieron ver y pulir en él todas las habilidades y destrezas que ya tenía innatas. Nuestro artista tiene mucha hambre de conocimiento, de superación de sí mismo, perseverante con su trabajo, disciplinado, meticuloso y perfeccionista a la hora de terminar sus piezas, las cuales también explica muy didácticamente a quién se interesa por el proceso de elaboración de las mismas.
Nos explica la diferencia entre las especialidades que domina. “La Talabartería abarca lo que es hacer y reparar cosas de cuero. El talabartero hace fundas de armas, zurrones, cananas, cinturones, fundas de herramientas, etc. Dentro de la artesanía hay otras especialidades como puede ser la Zapatería, que abarca desde la elaboración de zapatos hasta su reparación. Yo ahora llevo cuatro años dedicándome también a hacer botos y zapatos a medida hechos a mano. La Guarnicionería, como su propio nombre indica, va relacionado con las guarniciones de caballos. No hago monturas, pero las reparo y restauro, así como todo tipo de accesorios de caballos. Yo tengo la suerte de ir dominando un poco las tres cosas”.
Muchos de los productos que elabora son por encargo previo. Cuenta con una clientela muy fidelizada, la cual confía en su trabajo y en el resultado del mismo, que entiende el valor que se paga por un artículo de estas características, no solo por la calidad de su material sino también por el gran trabajo artesanal que lleva detrás. Clientes que provienen la mayoría de distintos pueblos de la comarca de Antequera, así como de diferentes poblaciones cercanas, incluso de provincias limítrofes, dada su cercanía con la ciudad del Torcal. También han demandado su trabajo desde otros puntos de la geografía española, por citar algunos: País Vasco, Galicia, Cataluña, Valencia, Murcia… Juan es una persona muy entregada a aquellos que confiaron en él desde sus inicios, por eso valora y prioriza a sus clientes de toda la vida.
“Prácticamente el 80% de los artículos son creados por mí. El cliente elige qué tipo de material o diseño quiere, y a mí me gusta que elija, pero yo, como artesano, me siento cómodo creando cosas por mí mismo, desde un cinturón, un bolso, una funda de herramientas… El cliente, en ocasiones, te trae una herramienta o te hace un encargo del cual no hay patrones, entonces tú tienes que empezar a realizarlo. Al trabajar de forma artesana, no trabajas en cadena o en serie como una fábrica que tiene sus patronistas, que hacen un patrón para realizar el modelo y de ahí con troqueladoras cortan, troquelan y montan piezas prácticamente iguales. En mi caso, no es así, al trabajar de forma artesana cada pieza, la hace totalmente diferente a otra, es exclusiva, única”.
Con respecto a la realización de sus artículos, es muy claro y conciso: “…utilizo mis manos y herramientas tradicionales. Con respecto al material, el cuero, intentamos que sea un cuero como se usaba antiguamente, de curtición vegetal (las materias primas utilizadas para el curtido vegetal son los taninos naturales), que son los cueros de más calidad, por ejemplo las de terneras o becerros. Me gustaría destacar una figura que hay detrás de toda esta elaboración como es la de los curtidores, otro artesano más que contribuye con su granito de arena en la elaboración de todas estas piezas artesanales. Invito a que las personas indaguen sobre el trabajo tan laborioso que tiene curtir la piel de un animal. Es muy importante trabajar esas pieles con toda la calidad que tienen, yo las elijo personalmente buscando esa calidad que podré luego proporcionar al trabajo que voy a realizar dependiendo del grosor, textura, color…”.
Haciendo un breve paréntesis en la entrevista, añadimos algunos apuntes históricos que creemos importante destacar. La actividad industrial antequerana ya era conocida a finales del siglo XV y comienzos del XVI. La fabricación de paños y bayetas de lana, también la de tafetanes de seda y, en menor medida, los curtidos de pieles y la alfarería, constituyeron la principal ocupación artesanal de la ciudad hasta entonces. Fue a partir del siglo XVIII, con el incremento de la población y la llegada de personas provenientes de otros puntos del país y del extranjero, lo que desembocó en un gran desarrollo de la industria textil. En torno a la segunda mitad del siglo XIX, Antequera seguía siendo primordialmente agrícola, sin embargo, el sector industrial sufrió grandes avances. En el ámbito textil, la protagonista fue la lana. En referencia a los curtidos, había diez empresas dedicadas a esta actividad, que trabajaban un total de 1.590 cueros, 870 docenas de badanas y 270 de cordobán al año.
En las imágenes que hemos adjuntado podemos ver cómo se publicitaban en medios locales durante las primeras décadas del siglo XX, la industria de curtidores, así como talabarteros y guarnicioneros de la ciudad.
Retomando la entrevista, los artículos y piezas que confecciona en su taller son únicos, artesanales, y exclusivos, que es lo que busca todo cliente que acude hasta él. Entre los materiales que emplea son terneras engrasadas, que son muy dóciles y flexibles. El becerro, que es un poco más grueso, para la elaboración de collares, cinturones… Algunas pieles de oveja para hacer los forros e interior del calzado y bolsos, y así obtener una terminación del producto excelente. En la guarnicionería también es muy habitual usar la zalea (cuero de oveja o carnero, curtido de modo que conserve la lana, empleado para preservar de la humedad y del frío).
Juan nos explica cómo elabora los zapatos de forma artesanal, hechos a mano. “La fabricación de los botos es uno de los trabajos más delicados. Tienes que tomar la medida de los pies y ser muy preciso para evitar equívocos. A partir de ahí, te tiras días trabajando en ellos. Muchas horas que requieren mostrar mucha atención, no contar con presión ni estrés para desarrollar el trabajo de forma óptima y no tener que comenzar el trabajo de nuevo. Al hacer botos a mano, como lo que me gusta es la artesanía pura, he recuperado y he aprendido con mis maestros artesanos la técnica de siglos de tradición para hacer el boto completamente de forma manual. Empleo pocas herramientas, por ejemplo, el cristal partido para lijar cantos del zapato, la patita de cabra típica del zapatero para pulir con agua, coso con cáñamo que es un hilo vegetal, utilizo el cerote (mezcla de pez y cera que usan los zapateros para encerar los hilos con que cosen el calzado) hecho personalmente por mí mismo.”
Magníficos artesanos han formado parte de la formación de Juan. Repartidos por la geografía andaluza, albergando y enseñando todo el conocimiento que poseen, poniendo en práctica su experiencia a través de la docencia para que nuevos artesanos se nutran de su sabiduría y continúen con el legado de la artesanía.
Citamos a don Joaquín Calderón Toro de “Guarnicería D´Aumont” en Dos Hermanas (Sevilla), imparte cursos de guarnicionería y, desde su negocio, también se dedica a fabricar artículos de todo tipo relacionados con el mundo del caballo y el jinete. Recientemente acaba de comenzar a editar la primera enciclopedia escrita en castellano de Guarnicionería, que será empleada como manual para aquellos que quieran aprender la profesión. Continuamos con otro artista, don Raúl Cerro Barrero de Jerez de la Frontera (Cádiz), considerado el zapatero de los toreros, ya que surte con su arte a figuras del toreo como Morante de la Puebla, Enrique Ponce, Alejandro Talavante, Roca Rey, José Tomás… al igual que figuras del cante como José Mercé o del fútbol como Sergio Ramos. De familia de zapateros, se ha curtido con los mejores zapateros de Europa para ser unos de los artesanos punteros y demandados por el consumidor. La marca “Cerro Barrero” es sin duda muy reputada y reconocida en el sector. También hay que destacar “Artesanía Gómez” de El Viso (Córdoba), un negocio familiar que abrió el padre de don Juan y don Dionisio Gómez Rubio en 1957. Su hija también forma parte del equipo, siendo ya la tercera generación al frente del negocio. Mantienen la tradición de continuar haciendo zapatos a mano, exclusivos, heredado de los grandes maestros zapateros. Figuras del toreo, caballo o la caza se encuentran entre sus clientes.
Nuestro entrevistado cuenta con una montura de caballo y zahón, piezas muy especiales a las que tiene mucho cariño, que fueron realizadas por una de las históricas guarnicionerías que tuvo Antequera, la ya desaparecida “Conejo Calle”, que se encontraba situada en calle Infante don Fernando número 111.
“Esa montura llegó a mí hace unos 28 años de las manos de un señor que apareció y me la ofreció. Él contaba por aquel entonces 73 años y venía de Archidona cuando me la vendió. Su padre la compró como regalo para él cuando era joven, esperando que algún día montara a caballo. Pero no fue el caso porque lo que siempre quiso fue una moto, no un caballo. En resumen, la montura estaba totalmente nueva. Y lo que más me llamó la atención fue el sello que tenía estampado en la montura indicando cuál era su origen. Le tengo mucho cariño a esta montura, y ahora más, que soy guarnicionero. Es una pieza única. También he restaurado y arreglado monturas de esta marca, hechas aquí en Antequera, pero muy usadas.”
Fue tal el prestigio de esta marca que hemos rescatado una imagen muy especial de una montura de caballo y zahón realizados por la “Guarnicionería Conejo Calle”, que consiguió la segunda medalla de “Oficio Artesano” y premio de 250 pesetas en la Exposición Provincial de Artesanía que se celebró en Málaga en el año 1944.
Para hablar del origen del cordobán, nos tenemos que remontar a la época del califato cordobés. Cordobán es la piel curtida del macho cabrío o de cabra que se obtenía a través de la curtición vegetal. El vocablo “cordobán” es de origen mozárabe y hace alusión a la ciudad de Córdoba, famosa por sus curtidos y por todas las elaboraciones artesanas en cuero. Fue durante la Edad Media cuando tuvo un gran desarrollo esta técnica, alcanzando una gran difusión durante los siglos XVI y XVII. Para poder ejecutar los relieves tan significativos del cordobán, el artesano debe adaptar la piel al dibujo que quiere realizar, creando un molde previamente. Una vez colocada la piel, la va humedeciendo y estirando sobre el molde hasta que el cuero toma el relieve. Los huecos que quedan en el cuero se rellenan con algodón o una especie de plastilina, para que el dibujo no vuelva al sitio y se pierda el relieve. El cordobán crea diseños y acabados utilizando la técnica del repujado.
“Los cordobanes surgieron porque soy una persona muy inquieta, me gusta mucho aprender. Me gusta practicar todo lo que tenga que ver con la artesanía. Vi en Córdoba, precisamente, un cordobán hecho por mi maestro Juan, de Artesanía Gómez, llamando totalmente mi atención. Me pareció una maravilla, con el cuero trabajado así de forma repujada. Me dijo: ¿quieres aprender a hacerlo? Y acabé un fin de semana en su taller aprendiendo la técnica. Mi primer cordobán fue mi escudo de armas, y a partir de ahí, fueron surgiendo más. Desde que me dedico profesionalmente a la guarnicionería y talabartería no dispongo de mucho tiempo para seguir realizándolos. El día que me jubile, no descarto continuar con ellos.”
En referencia a qué consejo daría a todos aquellos que estuvieran interesados en iniciarse en este oficio, nos cuenta que “al que estudia artesanía o quiera montar un negocio relativo a ella para ganar dinero y hacerse rico, le diría que se equivoca. Para la artesanía no puedes mirar el reloj, tienes que dedicarle mucho tiempo, que tu pieza quede lo más impecable posible, ese es tu sello de identidad. Si la gente viene a buscarte trabajo tras trabajo es porque le encanta lo que haces y, por supuesto, eso hace que mi satisfacción sea total. Yo opté por diferenciarme del resto, por ser artesano, y que mis piezas sean exclusivas y hechas a mano. Si las cuidas, sin duda durarán mucho tiempo. El cuero de curtición vegetal es una pieza para toda la vida.”
Desde estas líneas quiero mostrar mi agradecimiento y gratitud a Juan por la predisposición, generosidad y atención que tuvo para realizar esta entrevista. Gracias por darnos la posibilidad de conocer un poco más el mundo de la artesanía del cuero y darle visibilidad. Esperamos que a través de este artículo, algún día se cumpla uno de sus deseos: “me gustaría que en el futuro alguien reconozca mi trabajo, dejar una pequeña huella en esta vida dejando muchas piezas rociadas por este mundo, y que la gente las cuiden y las mimen, porque ellas llevan una parte de mí”. ¡Ojalá sea así, Juan, te lo mereces!
Pueden visitar su Facebook para apreciar la cantidad de piezas manuales que confecciona y repara: https://www.facebook.com/LaCasaDelGanaderoAntequera/?locale=es_ES
Ester Cortés Romero es brillante (Carlos L.| editor).
Diplomada en magisterio y Licenciada en Publicidad y RRPP. Enamorada de la Historia, del Arte, de la Cultura, de los libros, y de su ciudad, Antequera, dando valor a muchas otras del resto del mundo -en especial Sevilla y París-.
Una persona JASP (acrónimo de Joven Aunque Sobradamente Preparada). Con capacidades enormes de documentalista, puede dedicar el esfuerzo de horas “de ratón de biblioteca” hasta encontrar un dato fidedigno para dar rigor a sus escritos y a todo lo que hace, porque a ella no le vale cualquier cosa. Su capacidad didáctica descriptiva es otra de sus virtudes, a la que une la pasión por contar a los lectores cosas interesantes de su Antequera natal donde ha sido y es feliz.
Genial conversadora, culta, inteligente, actualizada, sencilla, familiar, deportista practicante, excelente persona…