El palacio del Marqués de Villadarias: anfitrión de reyes

Durante el siglo XVIII, hubo un auge en la construcción de viviendas civiles gracias a la iniciativa de una pujante burguesía agraria y una nobleza que veían a través de este tipo de edificaciones la forma de mostrar su dominio y poderío. Se vio reflejado en la fisonomía de la ciudad junto a los numerosos templos ya existentes. Las antiguas tapias que rodeaban el recinto urbano durante esta centuria fueron derribándose progresivamente, utilizando sus materiales para la construcción de viviendas populares. Además, el siglo XVIII supuso para Antequera la consumación de cambios urbanísticos que ya habían sido emprendidos dos siglos atrás, donde poco a poco la ciudad alta fue dando paso a la ciudad baja a través de la remodelación de su entramado urbano. 

El palacio del marqués de Villadarias, conocido también como “La Casa de las Columnas”, se encuentra en la céntrica calle Lucena, una de las principales arterias de la ciudad del Torcal.

El I marqués de Villadarias, don Antonio Arias del Castillo y Maldonado, no tuvo descendencia de su matrimonio con Catalina Fernández de Argote. Tuvo su único hijo y heredero, don Francisco del Castillo Fajardo y Muñoz (II marqués de Villadarias), con doña María Muñoz de Lorca. El título de marqués le fue legado por Real Despacho el 7 de septiembre de 1699. El II marqués de Villadarias casó en Málaga el 25 de marzo de 1685 con doña Paula de Ventimiglia y Rodríguez de Santisteban, hija de los marqueses de Crópani, con la que tuvo siete hijos.

El majestuoso palacio del Marqués de Villadarias (1711-1716) fue mandado construir en el siglo XVIII por el II marqués de Villadarias que, entre otros títulos, también ostentó el de capitán general de los Ejércitos de Su Majestad en Andalucía y Valencia. Fue una figura muy destacada en la Guerra de Sucesión Española (1701-1713), luchando del lado de Felipe V. Un arduo enfrentamiento por la disputa del trono español cuando el rey Carlos II “el Hechizado”, el último monarca de los Austrias españoles, murió sin descendencia. Este dispuso en su testamento que el heredero fuese Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Austria mostró su disconformidad, considerando que la dinastía Habsburgo, que era la que reinaba en España desde Carlos I, era la que debía continuar en la corona española bajo la figura del archiduque Carlos de Austria. 

El palacio de Villadarias se construía en 1711 apareciendo en la escritura del Mayorazgo: 

“…unas casas principales empezadas a labrar en esta ciudad en la calle de Lucena, que en presente lindan por la parte de arriba con casas del Marqués de Villanueva del Castillo y por la de abajo con casas de la viuda y herederos de Juan Carlos de Luna, escribano público y mayor de Cabildo que fue de esta dicha ciudad”.

El palacio estructura su fachada en seis ejes fenestrados y tres plantas, destacando de una forma sobresaliente su portada barroca de tres cuerpos en caliza roja del Torcal, material muy empleado y distintivo que solemos encontrar en muchas de las casas solariegas y palacios de la ciudad. En el primer cuerpo de la portada, a petición del propio marqués mientras se construía el palacio por allá en 1716, solicitó al Cabildo Municipal poder sobresalir e invadir la calle para la terminación de la obra de su portada, donde encontramos cuatro imponentes columnas toscanas con capiteles ovados que se sustentan sobre plintos y en planos verticales distintos. El entablamento está compuesto por la decoración de las metopas, donde se alternan flores planas con flores de lis (esta flor es muy significativa con la llegada al trono del rey Felipe V, símbolo de la Casa Borbón). En heráldica, la flor de lis representa el honor, poder, soberanía y lealtad. El segundo cuerpo de la portada está formado por un espacioso balcón que preside la fachada y su portada, flanqueado por la decoración de escudos heráldicos, donde los propietarios exhibían de forma pública su poder y alcurnia. El último cuerpo de la portada se remata con un frontón curvo guarnecido de roleos y pirámides. El resto de la fachada, salvo la cornisa, fue remodelada durante el siglo XIX.

El acceso al interior del palacio se hace a través de un zaguán que lo separa del cuerpo de casa por una majestuosa cancela de rejería del siglo XIX. El patio tiene planta cuadrada con arcos de ladrillo sobre doce columnas toscanas de caliza roja del Torcal.  

La caja de la escalera tiene planta rectangular y es cubierta por una bóveda elíptica sobre perchinas. El decorado de las yeserías de su bóveda responden a modelos del siglo XVII que cumplen con el modelo granadino. En la pared que se encuentra en el segundo tramo, se puede contemplar un marco de yeserías con ornamentación de un barroco más tardío que el de la bóveda. 

La corte del rey Felipe V residió durante cinco días, en 1730, en el esplendoroso palacio de los Villadarias a invitación de la marquesa viuda doña Paula de Ventimiglia, que a la muerte de su marido, en 1716, fijó su residencia en este palacio. Fue una parada que efectuaron en el trayecto que realizaban desde Sevilla a Granada, motivado por el interés de la reina consorte, Isabel de Farnesio, en conocer y recorrer la geografía andaluza. La corte residió en Sevilla desde 1729 a 1733, proviniendo de la ciudad de Badajoz donde se llevó a cabo el enlace matrimonial en la catedral de San Juan Bautista del príncipe de Asturias, futuro Fernando VI, con Bárbara de Braganza.

Ante la inminente llegada y esperada visita del rey Felipe V, en Antequera se adecentaron caminos de acceso a la ciudad, como los de Estepa, Lucena, Granada o Málaga cuyas obras duraron desde marzo a julio de 1729 sin tener fecha aún exacta de la visita real. Se contaron con varios alarifes de la ciudad como fueron Diego Ramos, Cristóbal García, Manuel Burgueño y José Sevillano para efectuar diferentes obras. 

Se encargaron a los maestros Salvador Herrera, Juan de Bosa y Bartolomé Giráldez la construcción de tres arcos triunfales realizados en madera, decorados con pinturas y otros detalles, y cuya ubicación iba desde la puerta de Estepa hasta el convento de San Agustín. Esto fue en marzo de 1729, pensando que sería próxima la visita del rey. Finalmente no fue así, y sirvieron para las fiestas del Corpus. Otras de las acometidas que se emprendieron fue empedrar de nuevo muchas de las calles que serían paso obligado para la estancia real y que servían para embellecer a la ciudad.

Acercándose la fecha de la llegada de la corte del rey Felipe V a Antequera, y la ciudad preparándose para darle la bienvenida, se enviaron pregones a los pueblos de la comarca con la intención de que el bullicio de personas que recibieran al rey fuera mucho mayor. Se tuvieron que volver a sanear los caminos de acceso a la urbe, ya que habían quedado prácticamente inutilizables por las lluvias de días previos. 

El 15 de marzo de 1730, para la recepción de los reyes, el Cabildo Municipal se trasladó hacia el puente de Lucena, empleándose en la comitiva doce coches alquilados, veinticuatro jinetes portaban antorchas para iluminar las carrozas de tan distinguidos visitantes. La ciudad se había preparado concienzudamente para la visita. A su entrada se encontraban las calles iluminadas. La de Lucena empleaba ciento sesenta antorchas colocadas en paredes para que no faltara la iluminación para los días que permanecieran en la ciudad. Se iluminaron también las murallas de la Alcazaba, la Casa de Cabildos de la Plaza Alta y todas las torres de las iglesias decoradas con banderolas. El repique de campanas no cesó en las iglesias y conventos, y se lanzaban salvas desde el castillo cuya campana también repicaba. 

Los reyes fueron hospedados en el palacio del marqués de Villadarias. Los príncipes de Asturias, infantes y embajadores fueron acogidos en diferentes palacios de la ciudad, como fue el de los marqueses de Cauche. El nuncio de Su Santidad fue recibido en el convento de San Agustín. 

Los gastos de esta visita fueron cuantiosos ascendiendo hasta la cantidad de 29.304 reales, parte de ella fue sufragada por los gremios de fabricantes de lana, curtidores, criadores de ganado que no eran labradores, chocolateros, tintoreros…

El 20 de marzo de 1730, cinco días después de su llegada, tras haber pasado el príncipe de Asturias e infantes por un catarro que hizo postergar el viaje, reanudó su camino la comitiva real partiendo hacia Granada, llegando a la ciudad nazarí el 23 de marzo, después de haber realizado paradas en Loja y Santa Fe. 

La marquesa viuda, doña Paula de Ventimiglia Rodríguez y Santisteban, murió en Antequera en 1740. Antes otorgó poderes a su hijo primogénito para que dispusiera de todos sus bienes. Ambos marqueses fueron sepultados en la cripta de la iglesia de la Santísima Trinidad, ya que en vida tuvieron una estrecha relación con la orden de los Trinitarios Descalzos que habitaban su convento. Las lápidas rezaban así:

“AQUI YAZE EL CADAVER DEL EXMº. SR. D. FRANCISCO DEL CASTILLO Y FAXARDO, SEGUNDO MARQUÉS DE VILLADARIAS, CAPITÁN GENERAL DE LOS EXERCITOS DE SU MAGESTAD, CABALLERO DEL ORDEN DE SANTIAGO, COMENDADOR DE ALCANTARA EN LA DE CALATRAVA Y DE LAS CASAS DE CALATRAVA EN LA DE ALCANTARA Y VIRREY DE VALENCIA EN DONDE MURIÓ EL AÑO 1716”.

“AQUI YAZE EL CADAVER DE LA EXª. SRª. Dª. PAULA MARÍA DE VINTIMILLA RODRÍGUEZ DE SANTISTEVAN, SEGUNDA MARQUESA DE VILLADARIAS, PRINCESA DE VINTIMILLA, CONDESA DEL PEÑÓN DE LA VEGA Y QUINTA MARQUESA DE CROPANI MURIÓ EN ANTEQUERA, AÑO 1740”.

El III marqués de Villadarias solicitó permiso, según recoge el acta del Cabildo Municipal del 21 de marzo de 1750, para poder colocar los cilindros de piedra y las cadenas que flanquean la entrada del palacio, y que se han perpetuado a lo largo del tiempo dando testimonio de la visita real de 1730.

En marzo de 1810, durante la ocupación napoleónica, siendo rey José I Bonaparte, también estuvo alojado en este palacio durante dos días en el viaje que inició desde Málaga a Granada. 

Desde la segunda mitad del siglo XIX, la familia Blázquez de Lora es la propietaria del palacio,  continuando con el legado hasta nuestros días, atesorando, cuidando y manteniendo una de las principales joyas del patrimonio civil y monumental de la ciudad antequerana.

El decreto 201/2013 del 15 de octubre estableció que se inscribiera en el catálogo general del patrimonio histórico andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC), en la tipología de monumento, el Palacio del Marqués de Villadarias. 

BIBLIOGRAFÍA:

  • “Antequera en el siglo XVIII. Población, economía, sociedad”. Antonio Parejo Barranco.  Diputación Provincial de Málaga. (1985).
  • “ Guía Artística de Antequera”. Jesús Romero Benítez.  Caja de Ahorros de Antequera.(1981).
  • El Sol de Antequera. Edición agosto de 1959, 15 de marzo de 1964, 7  de diciembre de 1980.
  • Archivo Histórico Municipal de Antequera.
  • Biblioteca virtual de la provincia de Málaga. 

Ester Cortés Romero es brillante (Carlos L.| editor).
Diplomada en magisterio y Licenciada en Publicidad y RRPP. Enamorada de la Historia, del Arte, de la Cultura, de los libros, y de su ciudad, Antequera, dando valor a muchas otras del resto del mundo -en especial Sevilla y París-.
Una persona JASP (acrónimo de Joven Aunque Sobradamente Preparada). Con capacidades enormes de documentalista, puede dedicar el esfuerzo de horas “de ratón de biblioteca” hasta encontrar un dato fidedigno para dar rigor a sus escritos y a todo lo que hace, porque a ella no le vale cualquier cosa. Su capacidad didáctica descriptiva es otra de sus virtudes, a la que une la pasión por contar a los lectores cosas interesantes de su Antequera natal donde ha sido y es feliz.
Genial conversadora, culta, inteligente, actualizada, sencilla, familiar, deportista practicante, excelente persona…