Sin nombre | Por María Córdoba

SIN NOMBRE | Por María Córdoba

         No debería haber venido. Este lugar no es el más adecuado para ayudarme en el difícil camino de vivir sin ti.

        

Deambulo contemplando las flores ya marchitas. Testimonio de lo efímero que es todo. Una loza fría tiene la imagen de una tierna niña, con un texto desamparado posiblemente de sus padres. Pero en la lápida no había ningún nombre. Lo mismo me pasa a mí, comienzo a añorarte amor  mío. Has desaparecido en la quimera del tiempo, diluyendo los dulces días como terrones de azúcar que desaparecen en el blanquecino líquido. En este atardecer oscuro, atardecer de mi alma, la melancolía invade todo mi ser.

Miro las frías lápidas con imágenes religiosas, con nombres de alguien que existió, pero que ya forma parte del olvido. Me paro frente a la tuya. Impresa en el frio granito: tu frase demoledora. La que redactaste  con los ojos, ya que la ELA, te había paralizado encerrándote en tu cuerpo como prisión cruel. La pantalla había comenzado a mandarme tu mensaje: “LA  MUERTE SE HA OLVIDADO DE MÍ, PERO YO NO ME HE OLVIDADO DE ELLA”. Yo no tenía respuesta ante tanta añoranza que tenías por abandonar la vida. Y el gran desapego que tenías a vivir en esa prisión de tu cuerpo donde estabas atrapado. Me estabas pidiendo ayuda, pero yo cobardemente, no te ayudé a encontrarte con esa muerte añorada. Solamente esperé a que ella apareciera de su olvidado letargo.

Hoy ya solo vives en mi mente. Tu nombre nadie lo leerá en esta loza fría. La olvidadiza muerte apareció cuando despuntaba el alba. Unos rayos de sol tenues te envolvieron y juntos emprendisteis el vuelo.

 _{MARÍA CÓRDOBA}