Imagen de portada: prestada por la gran artista Judy Wolkmann
¿En qué época del año hacemos más peticiones y promesas? En Navidad, claro está. Pero hay deseos que no deberían sentirse ni en esas fechas. A veces, el precio que pagamos por ello es el más alto. La siguiente historia corrobora lo dicho.
UN EXTRAÑO CUENTO DE NAVIDAD / Susana M.ª Carmona Campos
Andrea quería ser una gran pintora. Lo deseaba más que nada. Hasta entonces solo había dibujado para sus familiares, sus amigos y para sí misma. Todos tenían cuadros de ella en su casa. Sus paisajes de ensueño parecían tan reales, atraían de tal manera, que invitaban a entrar en la otra dimensión. A los retratos les faltaba hablar. La mayoría de los objetos que dibujaba daban la sensación de poderse coger.
Ella tenía un don. Quería mostrárselo al mundo. Le pediría a la magia de la Navidad, como cuando era pequeña, su gran deseo. Pues el Niño Jesús de su infancia tenía que ocuparse de otros asuntos más importantes.
Su marido e hijo eran sus grandes admiradores. Compartían con ella su gran pasión.
Estas reflexiones ocupaban su mente de camino al trabajo. En un momento del trayecto, oyó un cric, cri, cri. Al principio, no sabía de dónde procedía este sonido. Cuando se hizo más intenso, se percató de que lo emitía su coche. No estaba demasiado preocupada, enseguida llegaría a la empresa y el mecánico le echaría un vistazo. Empezó a notar un olor desagradable. En breves segundos, sus ojos se cerraron.
Al abrirlos, vio una cara angelical que le miraba. El pequeño le hizo señas para que le siguiese. Llegaron al borde de un profundo hoyo. El chiquito inclinó su dedo índice hacia abajo. “¿Qué quieres qué vea?”, preguntó ella. No hubo respuesta y su cuerpo se precipitó hacia el abismo negro. «Adelante, tras la oscuridad, verás la luz», dijo el chaval
El negro empezó a tornarse gris y, tras él, la claridad. Se encontraba en una sala llena de cuadros suyos; alguien la invitaba a explicar uno de ellos. No había metro cuadrado sin ocupar.
En cada ciudad, donde exponía, la estancia siempre estaba llena de admiradores. Fotógrafos, prensa, radio, todos esperaban para entrevistarla. Era la gran pintora del siglo XXI
Una de las preguntas fue: “¿Algún novio, hijos, marido?”. En ese instante, en sus ojos aparecieron dos lágrimas. Nadie se percató de ello. Con voz entrecortada, dijo: “No, no, mi familia no está aquí”. Notaba como si le hubiesen arrancado algo de su alma. En su interior, sabía que había descuidado a su marido e hijo. Su profesión la tenía absorbida. Cada semana estaba en una provincia distinta.
Terminó la rueda de prensa y se dirigió a su casa sola en su auto. Al abrir la puerta, la recibió un perrito. “¿Qué está ocurriendo?”, pensó. Se tumbó en el sofá. Pestañeó varias veces . No daba crédito a lo que estaba viviendo ni entendía qué le estaba pasando. Con estos pensamientos se quedó dormida.
En la madrugada del 31 de diciembre del dos mil diecinueve sonó el teléfono. Su representante le comunicaba que debía estar en menos de cuatro horas en Madrid, para abrir la nueva exposición. Metió cuatro cosas en una maletita. Enseguida puso rumbo a la ciudad, aunque no quería seguir así, con esa vida agotadora: exposiciones, charlas, carreras…Llegar hasta donde estaba había sido una decisión forzada y dolorosa. Se había dedicado de lleno a la profesión tras el accidente mortal que tuvieron su hijo y marido, cuando se dirigían a verla a una de sus conferencias el fin de año del 2018. A veces, sus recuerdos eran tan vivos que aún los seguía creyendo reales en su vida. Había pagado un precio demasiado alto.
De camino hacia la capital, el cric, cric de hacía tiempo volvió a sonar. Notó un intenso olor a rosa. Cerró los ojos un segundo y, al volverlos abrir, leyó un cartel que decía: “ANTEQUERA. FELIZ NAVIDAD”. Estuvo llorando mucho rato. Las lágrimas no le dejaban ver el camino. Sabía que había vuelto a la realidad. A partir de ahora solo desearía pintar para ella.
Susana M.ª Carmona Campos
Susana Carmona nació en Antequera, ciudad en la que vive. Trabaja en el Dpto. de administración de la empresa Abasthosur, aunque es diplomada en Magisterio.
Escribir es una de sus aficiones. Le encanta la literatura. Es muy creativa, sensible y desde muy joven ha escrito para ella misma.
Desde hace unos años pertenece al Taller Antequerano de Escritura Creativa y al Club de Lectura de la Biblioteca de San Zoilo (Antequera).
Han publicado relatos suyos en los periódicos locales “El Sol de Antequera”, “La Crónica de Antequera” y microrrelatos en el “Diario Sur” de Málaga.
Han seleccionado sus poemas para formar parte de dos antologías poéticas de “Diversidad Literaria”. Ha publicado un libro: “A flor de piel”. Uno de los sueños que tenía desde hacía mucho tiempo.