Foto portada: Glomérulos florales de la Albizia
En la urbanización de la Quinta, junto a la circunvalación norte, nuevos ejemplares comienzan a dialogar con el aire de Antequera. No impone, más bien se ofrece. No compite, acompaña. No se alza por vanidad, sino por vocación de sombra y de belleza.
Es la Albizia julibrissin, un nombre que suena a danza oriental pero que enraíza ya, con firmeza, en los paisajes de esta ciudad. Y aunque todavía no todos la conocen por su nombre, pocos son los que pasan junto a ella sin alzar la mirada. Porque esta especie no viene de paso: viene a quedarse. A insinuar, con su porte bajo y amplio, una nueva forma de comprender el espacio urbano.
El que comúnmente se denomina árbol de la seda o acacia de Constantinopla pertenece a la familia Fabaceae, como las acacias y los algarrobos. Es originaria del suroeste y este de Asia, Irán, China, Corea o Japón, donde se conoce como el «árbol de la seda». Su aspecto etéreo, casi onírico, se debe a varios rasgos botánicos únicos:
• Hojas bipinnadas, compuestas por cientos de pequeños foliolos que se pliegan con la caída del sol y ante el viento, como si respirara con el ritmo del día. 
• Floración delicada, que recuerda a un pompom de seda o a una pincelada rosada flotando en el aire. No es casual que el término julibrissin derive del persa gul-i abrisham: “flor de la seda”. 
• Tronco arqueado y ramas abiertas, que favorecen un dosel horizontal y elegante. No aspira al cielo como un ciprés, sino que abraza el aire como si quisiera detener el calor con sus propias manos.
Pese a su aire frágil, la Albizia es un árbol sorprendentemente resistente:
• Tolera suelos pobres y calcáreos, siempre que tengan buen drenaje. 
• Soporta muy bien la sequía una vez establecida, aunque agradece riegos profundos en verano.  
• Se adapta a climas mediterráneos con inviernos suaves, resistiendo temperaturas de hasta -10 °C en situaciones protegidas. 
• Requiere pleno sol para desarrollarse en plenitud y florecer generosamente. 
• Presenta un crecimiento rápido, algo que la hace muy interesante en nuevos desarrollos urbanos.
Eso sí, no tolera bien los trasplantes en edad adulta, y su madera es blanda, lo que puede hacerla vulnerable a vientos fuertes o podas poco adecuadas.
A veces, la queja vecinal, entendible pero precipitada, convierte en indeseable lo que no es más que vida desplegándose en sus ciclos. La Albizia julibrissin, caducifolia, generosa en flor y dadora de sombra, ha sido injustamente señalada por sus pétalos caídos o sus hojas secas. Pero… ¿de verdad queremos renunciar a la sombra, el frescor, la mejora del aire y la belleza, por el simple hecho de tener que barrer? La verdadera amenaza no es un árbol que florece, sino una ciudad que olvida que vivir entre naturaleza requiere aceptar sus ritmos. Lo contrario es sacrificar lo fértil en nombre de lo estéril.
Por otro lado conviene aclararlo para no dar continuidad a la desgraciada leyenda urbana, de forma que estudios europeos y americanos (como los desarrollados por la Ogren Plant Allergy Scale –OPALS–) sitúan a la Albizia en niveles bajos de riesgo (categoría 3–4 sobre 10). Su polen no es anemófilo (no se dispersa por el viento de forma intensa), y su floración está dirigida principalmente a polinizadores entomófilos, como mariposas y abejas, lo que además refuerza la biodiversidad urbana. Desde un punto de vista fisiológico y alergológico, lejos de ser una especie problemática, es una aliada en la mejora ambiental de las ciudades.

Una de sus joyas más sutiles es el perfume de sus flores. Dulce, leve, inolvidable si uno se detiene bajo su copa al atardecer. Esta fragancia la convierte en árbol de paseo o reposo. En la urbanización de la Quinta, esa fue la razón última de su elección: una pantalla vegetal amable y eficaz que ayuda a reducir emisiones y ruido procedente del tráfico intenso. Su fronda, además de estética, retiene partículas, amortigua ondas sonoras, y fija carbono atmosférico que de otro modo afectaría directamente a la vecindad. A veces no lo recordamos: no hay salud sin árboles. Y de esta forma, el género es todo un compendio de generosos atributos y servicios, que además se acompaña de curiosidades fisiológicas muy atractivas y que la harán ver desde otro prisma. Así, esta especie cuenta con un fenómeno de Nictinastia, o lo que es lo mismo, sus hojas se pliegan durante la noche o en respuesta al viento fuerte. Este fenómeno fisiológico es común en muchas fabáceas y se relaciona con la economía de agua y protección ante depredadores. Que su floración se presente en pleno estío no es tampoco una circunstancia baladí, pues esta a diferencia de otros árboles que agotan su ciclo antes del verano, florece cuando el calor aprieta, regalando color cuando más se necesita.

Su gran atractivo, ha llamado a la técnica hortofrutícola a prospectar sobre nuevas variedades, disponiendo ejemplares con singularidades varias, así podemos encontrar en viveros especializados la variedades ´Summer Chocolate’ de follaje púrpura con reflejos cobrizos, muy ornamental. ‘E.H. Wilson’ que es la más resistente al frío, apta para zonas septentrionales y la ‘Rosea’, de menor porte y floración más intensa, ideal para espacios reducidos o patios urbanos.
Antequera, como tantas ciudades con alma, necesita árboles que no solo den sombra, sino que cuenten historias. La Albizia julibrissin lo hace con su lenguaje vegetal: sutil, aromático, elegante. No es un árbol masivo, ni de masas: es un árbol con vocación de confidencia. Un susurro verde entre los bloques. No siempre bien entendida, no siempre bien tratada, pero innegablemente necesaria. Porque su floración es un gesto de gratitud, y porque “Albizia y Antequera” suena a advertencia para navegantes… o quizás a invitación para poetas.
Gracias, cuídense.

Juan Manuel Ruiz Cobos es un experto en Jardinería con más de 30 años de experiencia en el diseño, creación y mantenimiento de espacios verdes urbanos. Director técnico de Jardines de Icaria y presidente de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza. Ávido de conocimientos y actualización de técnicas tiene una extraordinaria formación en Infraestructuras Verdes Urbanas. Apasionado de la lectura y de Antequera, de su historia y de su desarrollo como ciudad, de sus costumbres y de su patrimonio cultural, artístico, paisajístico y gastronómico. Gran conocedor, amante y defensor de su pueblo, al que lleva siempre donde quiera que vaya.






