El Ayuntamiento de Antequera adquirió el Efebo en los años 60, pagando la cantidad de 500.000 pesetas de la época a la familia propietaria de la escultura.
Desde entonces, pasó a ocupar un lugar privilegiado y protagonista en el museo de la ciudad para disfrute de todos los antequeranos y visitantes.
Fue restaurado en Berlín y alcanzó cotas altas de popularidad visitando exposiciones de interés en ciudades como Roma, Sevilla, Mérida, Madrid o Málaga. El Efebo fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2004. Desde su descubrimiento ha sido laureado por expertos y aficionados, que son conscientes de la riqueza que supone una escultura de estas características.
Antequera, con una privilegiada situación geográfica en “el corazón de Andalucía”, ha contado con innumerables asentamientos humanos a lo largo de su historia, dejándonos un rico legado que llega hasta nuestros días.
La Vega de Antequera reunió los requisitos necesarios para ser un enclave de importancia en la Bética romana: clima, tierras fértiles, buenas comunicaciones y, por supuesto, el paso del río Guadalhorce dando vida alrededor de su cauce, lo que supuso que se instalaran numerosas villas con propietarios de alto nivel adquisitivo.
El cortijo “Las Piletas”, ubicado en estas tierras, se encuentra a unos 14 kilómetros de distancia al norte de la ciudad del Torcal. Pasó a formar parte de la historia un miércoles 29 de junio del año 1955, cuando trabajadores de la finca labraban la tierra con un tractor. Hallaron de forma casual una maravillosa y espléndida escultura que hoy conocemos como el Efebo de Antequera.
El hallazgo de la pieza se mantuvo en la intimidad familiar durante más de tres años. En el año 1958 falleció el propietario del cortijo, el señor Jiménez Blázquez. Su mujer Trinidad Cuadra, junto a sus hijos, conservaron la escultura entre sus pertenencias. La belleza e importancia de la talla no pasó desapercibida, provocando el interés de, entre otros, el director del museo de Antequera, y posteriormente, de arqueólogos alemanes fascinados por la obra. Durante el VIII Congreso Nacional de Arqueología que se desarrolló en octubre de 1963, con sedes en Sevilla y Málaga, trascendió aún más la noticia del descubrimiento.
El Efebo de Antequera, elaborado en el siglo I d.C., es una de las más bellas y mejor conservadas esculturas romanas en bronce de la península ibérica. Con respecto a sus características, tiene una altura de 1.43 m, un grosor que va desde los 3 a los 5 mm y un peso de 38 kg. Representa el cuerpo de un joven adolescente desnudo que podría cumplir con los cánones del ideal griego de Policleto, donde se aprecian proporciones perfectas del cuerpo humano con consonancia y armonía. Su silueta recuerda también a la célebre curva praxiteliana por la suave y continua curva en S que dota de una sensación de fluidez y sensualidad a la obra.
La figura antequerana está realizada mediante la técnica de la cera perdida. Esta consistía en crear un prototipo con un material fácilmente moldeable como la arcilla. Luego se creaba un molde con yeso u otro material similar. Este yeso se separaba en dos partes y se recubría la forma deseada con un espesor de unos 3 mm de cera de abeja. Al enfriarse, se rellenaba el interior con un empaste de tierra refractaria.
Cuando se retiraba el molde que lo recubría, se añadía a la figura de cera una red de conductos del mismo material. Después se volvía a recubrir de yeso y se calentaba a temperaturas superiores a 200º – 300º, de esta forma, se derretía la cera dejando libre estos conductos para que, posteriormente, fueran ocupados por el bronce derretido a más de 1.000º. Al enfriarse el bronce, se retiraba el yeso y se pulían los detalles.
Los efebos eran colocados como decoración puramente ornamental en las estancias romanas, como los triclinium o comedores principales de las villas. Según los estudiosos en el tema, se piensa que las manos del Efebo debieron portar una cinta trenzada, una guirnalda de flores, o un objeto como una lucerna, destinadas a iluminar los banquetes y fiestas. En la cabeza, lo más significativo, a parte de llevar un peinado discreto y refinado, es la trenza de hiedra en forma de corona acompañada de racimos redondeados. Los romanos solían hacerlas en honor del dios Baco, divinidad del vino. En su rostro, podemos apreciar que aparecen las cuencas de los ojos vacíos. En su momento, tuvieron un relleno de pasta vítrea en su interior y pudo llevar pestañas para darle un aire más auténtico y real a la escultura.
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BIBLIOGRAFÍA:
- Ángeles Castellano Hernández. Ciclo de conferencias «El poder del pasado. 150 años de Arqueología en España”. Museo Arqueológico Nacional de España . (2018)
- Slide Técnica de la cera perdida | Salvador Fernández | Departamento de Geografía e Historia IES de Pravia
CRÉDITO FOTOGRÁFICO: Portada. MVCA | Museo Ciudad de Antequera
Ester Cortés Romero es brillante (Carlos L.| editor).
Diplomada en magisterio y Licenciada en Publicidad y RRPP. Enamorada de la Historia, del Arte, de la Cultura, de los libros, y de su ciudad, Antequera, dando valor a muchas otras del resto del mundo -en especial Sevilla y París-.
Una persona JASP (acrónimo de Joven Aunque Sobradamente Preparada). Con capacidades enormes de documentalista, puede dedicar el esfuerzo de horas “de ratón de biblioteca” hasta encontrar un dato fidedigno para dar rigor a sus escritos y a todo lo que hace, porque a ella no le vale cualquier cosa. Su capacidad didáctica descriptiva es otra de sus virtudes, a la que une la pasión por contar a los lectores cosas interesantes de su Antequera natal donde ha sido y es feliz.
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