Rosa y Margarita, dos flores en el jardín selecto de la Música

Un foráneo en el paraíso | ChLL para atqmagazine

Rosa Miranda, soprano de fama internacional, antequerana por el mundo, cuadró su agenda del Coro Nacional de España y otros compromisos artísticos habituales en el calendario de su vida, para pasar unos días en su tierra y poder ofrecernos este estupendo concierto a dúo, con la también increíble Margarita Bolós Faraboschi, pianista cuyas manos acariciaron maravillosamente las teclas para realzar la voz aguda de su partenaire y conseguir juntas la armonía musical.
¡Fue sublime!

Margarita y Rosa (ellas me permiten este tratamiento de cercanía, que no resta mi respeto y admiración a sus respectivos y meritorios prestigios en el mundo de la Música) eligieron con mimo los temas que querían incluir para su concierto en Antequera, Jardín de Poemas. Y lo sembraron de «flores musicales» que encantaron al oído de quienes tuvimos la suerte de encontrar un hueco en la sala abarrotada del precioso ático de la Real Academia de Artes Nobles de Antequera.

Escalante (presidente de la institución) daba la bienvenida a los asistentes, poniendo énfasis en la importancia del evento y anunciando que a este le sucederán otros acontecimientos musicales a lo largo del curso. Esta noticia resultó del agrado del público, deseosos de revivir momentos musicales de esta importancia, como los que alguna vez se han visto y escuchado aquí.

Miguel Ángel Fuentes (erudito director de la sección de Arte y coordinador de actividades), con brevísimas explicaciones fue introduciéndonos en la composición del «jardín» que íbamos a «ver» al hilo de nuestra visita en cada parte de este paisaje de poemas musicales.



Pudimos disfrutar de un programa precioso cargado de connotaciones de la naturaleza, temas escogidos a propósito para componer un vergel espectacular con temas de la Historia de la Música:

Del ciclo de canciones Myrthen, que Robert Schumann compuso como regalo de boda a su prometida interpretaron El Nogal, La Flor de Loto, Eres como una flor, y De las Rosas del Este.

Del romanticismo musical de Franz Schubert nos enseñaron la Pequeña Rosa Silvestre. Schubert compuso la música para un poema de Johann Wolfgang von Goethe. ¡Una preciosidad!

Pequeña rosa silvestre
Un niño vio una pequeña rosa silvestre
Una pequeña rosa en un erial
Era joven y hermosa como la mañana
Y corrió para verla de cerca
Y la miró con gran alegría
Pequeña rosa, rosilla, roja rosa
Pequeña rosa en un erial.

Dijo el niño: ¡te cogeré,
Pequeña rosa en un erial!
Dijo la rosa: te pincharé
Para que siempre te acuerdes de mi
Pues no quiero padecer.
Pequeña rosa, rosilla, roja rosa,
Pequeña rosa en un erial.

Pero el revoltoso niño cogió
la pequeña rosa del erial
La pequeña rosa se defendió y le pinchó
De nada le sirvieron loa ayes y gemidos
y se vio obligada a padecer
Pequeña rosa, rosilla, roja rosa,
Pequeña rosa en un erial.
Johann Wolfgang von Goethe


Mayo, La Mariposa y la Flor, Las Rosas de Ispahán; del compositor francés Gabriel Faurê, nos adentraron en el centro de ese paisaje natural del jardín de poemas.

La mirada al panorama a este lado de este espacio de flores musicales se completó con la contemplación de Estampas de Claude Debussy, una arquitectura de sueño melódico que nos dejó absortos tanto en la belleza de la composición como por la magistral interpretación de la voz de Rosa y el piano de Margarita.

Miguel Ángel Fuentes anunciaba el paso a la última zona de este maravilloso paisaje cuando ya empezábamos a divisar las notas argentinas de Alberto Ginastera en su Canción del Árbol del Olvido, ese tema de ritmo hipnótico que fascina a quien lo escucha.

También con sonido de evocación musical argentina, del compositor Carlos Guastavino, nos regalaron Margarita y Rosa, otros dos temas que conjuntaban la flor y el arbolado de ese frondoso lugar, La Rosa y el Sauce, y Bonita Rama de Sauce.


Interpretaron después, Nana de Negra – Flor de Antón García Abril. De las tres nanas de Alberti a las que el compositor puso música.

Nana de la Negra-Flor
Ya la flor de la noche
duerme la nana,
con la frente caída
y las alas plegadas.
Negra-flor, no despiertes,
hasta que la mañana
te haga flor del corpiño
de la alborada.
Negra-flor, no despiertes,
hasta que el aire
en su corpiño rosa
te haga de encaje.
Rafael Alberti.



Nos advirtieron las artistas con su selección de temas en este estupendo programa, sobre la importancia del agua para vivir y regar este jardín; así que extrajeron, para nosotros, del ciclo de Canciones de Valldemosa compuesto por Antón García Abril sobre poema de Antonio Gala, Agua me daban a mí.

Agua me daban a mí.
Me la bebí.
No se qué cosa sentí.
A orillas del mar amargo,
por el alba de Abril,
labios de arena y espuma,
agua me daban a mí.
La llama contra la llama,
el clavel sobre el jazmín,
al mediodía de Agosto
me la bebí.
En qué breñal se echaba
la tarde a malmorir.
Cuando se helaron las fuentes
no sé qué cosa sentí.
Antonio Gala



Finalizaron con dos temas de quien es considerado una de las figuras más importantes de la música catalana de mediados del siglo XX, Eduard Toldrà: Cantarcillo sobre poema de Lope de Vega, y Después que te conocí.

En el patio de butacas aclamábamos a las artistas y pedíamos más. Gentilmente, Rosa y Margarita gratificaron nuestras ovaciones con la interpretación de un bonito bolero, cuyo nombre no escuché y no me atreví a preguntar después, para no interrumpir las mieles de su éxito.



Fue una mañana de domingo, 27 de octubre. Una mañana de otoño, preciosa. La lluvia del día antes había dejado en el ambiente un aroma a aire fresco y limpio, encantador. Algunos rayitos de sol iluminaban sonrisas por ambas causas: la lluvia y la luz maravillosa en los cielos que persuadían y motivaban el ánimo. Ya apetecía vestir alguna prenda de cierto abrigo y las gentes paseaban por la ciudad con ánimo de fiesta y bullicio relajado.

Mi hijo y mi nuera compartieron conmigo este acto cultural, lo cual es una nota más de alegría, para mí, que deja grabado en mi alma otro hito de felicidad en este paraíso de ciudad.

También ver de nuevo a algunas personas a las que aprecio, con las que compartimos de vez en cuando espacios y tiempos de cultura, fue otra de las satisfacciones de otro de esos días que la Academia abrió al público en su calendario de actividades de motivación cultural. Ya digo, fue muy agradable ver de nuevo a Manolo Rodríguez, Juan Campos, Juan Benítez, Encarni Parejo, Eufemia Díaz, Carmen Rivas, Francisco Fernández, Tim Holmes, Rosi Sancho, Juan López García-Berdoy, Marina Vergara Ramos, Manolo Romero, Marga Martínez, Miguel Ángel Fuentes, Manuel Vergara, Hassan Hamad…

Tal vez ahora comprendo mucho más, la razón por la que el poeta Thiago de Mello, en sus Estatutos del Hombre, nos decía… «Queda decretado que todos los días de la semana, incluidos los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanitas de domingo». Esta ha sido maravillosa, viviendo la vida en paz.

Gracias, Real Academia de Artes Nobles de Antequera, por organizar algo tan bonito. Gracias Rosa Miranda y Margarita Bolós, por la belleza y fascinación artística que nos habéis regalado. Millón de aplausos.

Rosa Miranda, soprano del Coro Nacional de España.

Margarita Bolós Faraboschi.

Y para muestra un «botón»: