Y me lo ha prestado un amigo, no digo su nombre por privacidad, pero digo de él que tiene un bonito hábito: prestar libros que le han cautivado para que otros puedan sentir lo mismo.
En un par de días lo termino, pero desde ya lo recomiendo. Emocionarte se ha instalado en mi verano en ese espacio difícil de definir, entre la emoción tranquila y la curiosidad callada. No es un tratado de arte ni un ensayo al uso. Es, más bien, un paseo lento por un museo muy personal, donde los cuadros que están colgados también te van susurrando a cada mirada.
No lo he leído del tirón, lo estoy saboreando capítulo a capítulo. Este es un libro que pide esa atención, como un bonito juego que me divierte, disciplinar en dosis justa para dejar tiempo al estío con otras bonitas formas de empleo del tiempo. Eso sí, hay días que mi mente me ha llevado a tener que leer tres capítulos en el día (son cortos, pero ¡se disfrutan tanto!). Te lo va pidiendo tu gana de querer ver un cuadro más. Te atrapa.
He comprobado que Carlos del Amor no escribe como un experto que enseña. Lo hace como alguien que mira con atención, que se detiene frente a una obra y se pregunta ¿Qué sentiría esta mujer, que está ahí pintada? ¿Qué pensaba el pintor mientras trazaba esta línea?…
A partir de ahí, cada cuadro se convierte en una pequeña historia, a veces melancólica, otras tierna,… pero siempre cercana. Después viene la parte real, el dato, el contexto y, para entonces, yo ya he entrado. Ya me ha atrapado. Ya estoy dentro del cuadro.
Te digo que no hace falta saber de arte para disfrutarlo. De hecho, puede que lo disfrutes más si solo te dejas llevar por lo que despierta en ti. Yo tampoco sé de arte más de lo que sé de vinos: me gusta o no me gusta. Bien es verdad que a veces cuando me explican un vino, me hacen apreciar sabores y aromas que por sí solo nunca habría percibido. Pasa lo mismo con los cuadros… y con casi todo.
Hay algo casi infantil, en el mejor sentido, en la manera en que Carlos del Amor, el autor, se relaciona con las imágenes. Sin pretensiones, sin tecnicismos, así en sencillo al igual que quien mira por primera vez y se emociona. Quizás por ello me llega tanto y me cautiva.
Algunos capítulos se sienten más vivos que otros, es cierto. Como en cualquier museo, en cualquier exposición, no todas las obras nos conmueven igual. Pero esa irregularidad también hace que lo leamos sin prisa, sin urgencia, volviendo atrás a veces solo para quedarnos un poco más.
Gracias Antonio M, por prestármelo. Es verdad que Emocionarte es un libro para leer en silencio, con una luz casi de amanecer, casi con la primera taza de café y con las notas de fondo en mi caso de Mariage d’Amour de Senneville, aunque atribuido a Chopin ( mi hija me advirtió de la belleza de esta melodía y escucharla hace que me sienta más cerca de ella a pesar de la distancia).
El libro no hace ruido, no busca deslumbrar. Pero se queda contigo. Como lo hacen las buenas miradas. Como lo hacen los cuadros que de verdad nos tocan.
Emocionarte | Carlos del Amor | Editado por Espasa
