«TRASTORNOS ALIMENTARIOS» | por Cristina Díaz Reina

Empiezo aclarando que no denomino TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA (TCA) como se suelen nombrar, sino TRASTORNOS ALIMENTARIOS porque esta patología vas más allá de un comportamiento anómalo en las conductas relacionadas con la alimentación.

Para mi es una visión demasiado simplista de lo complejo que es el mundo de la persona que padece estos trastornos. Los síntomas y comportamientos solo son la punta del iceberg del gran conflicto que existe dentro.

La “mala relación” con la comida pasa a ser, en la mayoría de las ocasiones, la única manera que ha conseguido la persona de regular traumas o heridas pasadas, situaciones presentes que la desbordan emocionalmente o maneras de controlar algo en su vida.

Empezaremos primero por darle nombre y entender en qué consisten cada uno de los llamados TRASTORNOS ALIMENTARIOS.

Anorexia Nerviosa:

Se caracteriza por una pérdida significativa de peso y rechazo intenso a mantener un peso corporal adecuado. Puede ser de tipo restrictivo, que es cuando se siguen dietas muy estrictas e incluso sin apenas ingesta de comida, o de tipo purgativo que es cuando se emplea para esa pérdida de peso el uso de conductas purgativas: vómitos, uso de laxantes, diuréticos y/o  ejercicio excesivo. Estas personas suelen  tener una gran distorsión de su imagen corporal, sobreestimando el tamaño de su cuerpo o  partes de él, por lo que la persona no percibe como está a nivel físico realmente . La persona que padece una anorexia nerviosa siente muchas limitaciones en su vida dado que focaliza su día a día en torno al cuerpo y a la comida, influyendo en todas las áreas de su vida. Esta “mala relación” con la comida y la imagen tiene mucho que ver con una gran necesidad de CONTROL, donde frecuentemente existe un perfil de personalidad de autoexigencia y perfeccionismo.

Bulimia Nerviosa:

Las personas que padecen bulimia nerviosa experimentan atracones (ingesta de una gran cantidad de comida en un corto periodo de tiempo) acompañados de conductas que compensen esta “pérdida de control” con  vómitos, laxantes, diuréticos o ejercicio físico excesivo. En estos casos, la persona que lo padece siente un gran malestar por su imagen corporal que le genera ansiedad, tristeza y culpabilidad, lo que le lleva a regular esas emociones a través de la ingesta excesiva de comida perpetuando el círculo vicioso de preocupación- atracón-culpabilidad-atracón. Comiendo también consiguen desconectar de recuerdos o emociones desagaradables.

Trastorno por atracón:

Las personas que sufren de un trastorno por atracón experimentan episodios recurrentes de ingestión compulsiva de alimentos, acompañados de una sensación de falta de control. Durante estos episodios, suelen consumir grandes cantidades de comida en un corto período de tiempo hasta sentirse incómodamente llenas. Posteriormente, experimentan sentimientos de disgusto, tristeza y culpa, además de malestar al recordar el atracón. Es importante destacar que estas personas no recurren a conductas compensatorias inadecuadas, como el vómito o el ejercicio excesivo.

Hiperfagia y polifagia:

Este trastorno se caracteriza por un apetito excesivo y descontrolado, pero no implica episodios de atracones. Las personas que lo padecen tienden a comer constantemente a lo largo del día, incluso cuando no tienen hambre real. Este comportamiento suele estar relacionado con situaciones de estrés o traumas personales, como duelos o accidentes, y a menudo se utiliza como una forma de lidiar con el malestar emocional.

Síndrome de ingesta nocturna de alimentos:

Este síndrome se manifiesta a través de episodios repetidos de ingestión de alimentos durante la noche. Estos episodios pueden ocurrir durante un despertar nocturno o como resultado de un consumo excesivo de alimentos después de la cena. Las personas que experimentan este síndrome suelen sentir malestar debido a estas ingestas, ya que son conscientes de ellas y las recuerdan claramente.

Vigorexia o dismorfia muscular:

La vigorexia es un trastorno de la imagen corporal en el que las personas distorsionan la percepción de su propio cuerpo. Esto se manifiesta en períodos de restricción alimentaria extrema seguidos de episodios de ingestión compulsiva en busca de una transformación muscular exagerada. A diferencia de otros trastornos alimentarios, las personas con vigorexia no se ven lo suficientemente musculosas y desarrollan una obsesión poco saludable por ganar más masa muscular, incluso poniendo en riesgo su salud física.

La Ortorexia:

La ortorexia es un trastorno alimentario caracterizado por una obsesión patológica por comer alimentos considerados saludables o limpios. Las personas con ortorexia se centran de manera obsesiva en la calidad y pureza de los alimentos que consumen, evitando alimentos que perciben como poco saludables, incluso aquellos que son nutritivos pero no cumplen con sus estándares extremadamente estrictos.

Esta obsesión por la comida saludable puede llevar a restricciones dietéticas extremas, aislamiento social y problemas de salud, ya que la persona puede privarse de nutrientes esenciales debido a la exclusión de grupos enteros de alimentos.

Trastorno dismórfico corporal (TDC):

El TDC se caracteriza por una preocupación persistente por un defecto físico real o percibido, que puede ser pequeño o inexistente de manera objetiva. Las personas con TDC tienden a realizar chequeos obsesivos de su cuerpo, a camuflar el defecto percibido y a buscar tratamientos y cirugías innecesarias. Este trastorno también suele estar acompañado de ansiedad social.

Después de hablar de los principales trastornos alimentarios vemos los síntomas que hacen particular cada uno de ellos como medida diagnóstica, pero todos tienen en común la FUNCIÓN que cumple la comida en la vida de las personas que lo padecen,  que va más allá de algo tan simple como la necesidad de la comida como pura necesidad de nutrirnos. Lo patológico aparece cuando la comida es el instrumento que hemos encontrado para regular las emociones desagradables, cuando el comer ahoga y tapa dentro de nosotros toda esa angustia que sentimos o todo eso que callamos, cuando mi lucha contra el hambre que siente nuestro cuerpo nos hace tener control absoluto en medio de no controlar nada de lo que me rodea, donde la comida se convierte en mi premio al final de un día duro y difícil que incluso me hace desconectar de todo…. Porque no olvidemos que desde pequeños nos conectaron la comida como premio, como enlace social… “ venga pequeño no llores, toma este helado”, las reuniones de amigos y familiares pasan todas por “ grandes comilonas”…. Así poco a poco nuestro cerebro aprendió que la comida era más que una simple ingesta de nutrientes para adquirir energía.

Por lo que tratar los trastornos alimentarios como PROBLEMAS CON LA CONDUCTA ALIMENTARIA o con la comida sin tener en cuenta la función que particularmente cumple esta en la persona que lo padece,  hace que se quede en un planteamiento terapéutico simplista y en la mayoría de los casos que la persona vuelva una y otra vez a la recaída.

Esta visión la conocí sin duda a través de mi formación con el EMDR, donde con un trabajo multidisplinar con médicos y nutricionistas formados en trastornos alimentarios, han hecho que sea, en mi opinión, el mejor tratamiento y con mejores resultados a largo plazo.

Es un campo amplio y me dejo en el tintero muchas más recomendaciones tanto para familiares como personas que puedan estar padeciéndolo, pero sin duda haría hincapié en:

  • Deja por norma de hacer comentarios sobre el cuerpo de los demás (ni “estás más delgado/a” ni “te has puesto mas gordito/a”, ni “mañana empiezo dieta”, ni “te vas a comer todo eso?…).Teniendo gran importancia no hacer este tipo de comentarios en la infancia y adolescencia.
  • Deja de  mirarte “de más” en el espejo, ponte aquello que te guste, libérate del “ me sienta o me queda bien” que tan cambiante es dependiendo del día y de cómo te sientas…
  • No dudes en buscar ayuda si los minutos que le dedicas a pensar «en la comida» ocupa más de la cuenta en tu día a día.
Atq Magazine ha llegado a Cristina Díaz Reina por recomendación desde muchas vías que ensalzan su amplio curriculum y su prestigio profesional consolidado con más de 23 años de experiencia en la Salud Emocional y Mental. Fue una de las psicólogas pioneras en Andalucía en aplicar EMDR, terapia recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Desde 2005 lleva aplicando y desarrollando con éxito este tratamiento como parte de su modus operandi.
Entre sus especialidades profesionales, figuran el tratamiento de la Ansiedad, de la Depresión, del Trauma, Disociación y Estrés postraumático, de las Fobias, del TOC
(Trastorno Obsesivo Compulsivo), Terapia de pareja y sexualidad, así como de la aplicación acreditada de EMDR como Clínica Especialista.