Un favor insignificante y un momento de nostalgia

«Un foráneo en el paraíso» | atqmagazine

Nota: no he hecho foto a la abuelita del supermercado, la imagen de la portada no es la protagonista de esta historia, es una foto archivo alegórica

Hoy, cuando empaquetaba mi compra en la caja del supermercado de esta ciudad encantadora, he hecho un favor insignificante a una abuelita ayudándola a recoger y guardar las suyas en su carro de compra. A veces en las colas de la caja mucha gente se vuelve impaciente si el de delante no embolsa rápido su compra. Por ello, con su carita dulce y como si yo hubiera realizado para ella una hazaña, me ha dicho con voz temblorosa: ¡Qué Dios se lo pague!.

Desde dentro de mí ha salido automática, como intentando que ella no se apurase, una sonrisa de agrado y una respuesta: ¡Ya me lo ha pagado!. He sido un hombre feliz.

Salí de la tienda nostálgico pensando lo que yo había dicho, pensando en cómo había contestado tan rápida y tan automáticamente. Mientras volvía a casa, recreaba en mi mente… Sentí que mi agradecimiento es la memoria de mi alma y repasé en imágenes por unos minutos toda una vida.

Tuve una infancia “de cine” con “guion” de unos padres admirables.

He amado, sé lo que es amar, no solo querer y he sentido que me han amado.

He tenido la dicha de unos hijos que llenan mi alma.

Tengo salud.

No he vivido, comparativamente con lo que “hay cada día por el mundo”, grandes dramas en mi vida a pesar de las cosas que me han podido suceder.

He tenido muchos logros y también muchos fracasos que me enseñaron a ver otra dirección.

He conocido gente maravillosa.

Tengo techo, abrigo, y hasta hoy -gracias a Dios- no me ha faltado un pedazo de pan para llevarme a la boca.

Creo que tengo suficiente.

¡Ojalá la vida…, señora abuelita! | ChLL