La joven autora malagueña debuta con La hija de la oscuridad, una novela que entrelaza fantasía, crítica social y una honestidad narrativa desarmante. Desde Andalucía, su voz ya deja huella.
Inmaculada S. Gallardo ha emergido como una voz literaria única que fusiona la fantasía con una profunda reflexión sobre la realidad contemporánea. A sus 23 años, esta joven escritora antequerana ha logrado crear una obra que no solo cautiva por su trama, porque también invita a la introspección y al cuestionamiento social.
Fue invitada por la organización del II Festival Literario de Antequera ‘Las Cosas del Campo’, en su edición 2025, festival que se está consolidando como uno de los acontecimientos literarios de interés que se celebran en el panorama nacional.
Tuve la oportunidad de conocer y charlar con Inma S. Gallardo en el Festival Literario de Antequera, donde presentó su primera novela editada hace meses, La hija de la oscuridad. Desde el primer instante me impresionó su serenidad, su forma de hablar sin prisas, como quien ha aprendido a convivir con el silencio y con las preguntas sin respuesta. Y eso mismo sentí al leer su libro: una historia que no grita, pero retumba. Una historia que no se consume, se queda.

Aquí os paso algunas de mis consideraciones sobre ella, a quien después de entrevistarla considero una joven muy interesante; y de su novela, que me ha hecho pensar y me ha gustado una barbaridad.
Escribir para sanar
Desde pequeña, los libros fueron su refugio. Su madre con sabiduría intuitiva le leía por las noches. Aquellos ratos de lectura compartida sembraron la semilla. Y es que así empieza todo: con un libro entre manos, con una voz cercana que convierte las palabras en refugio. En casa nunca faltaron las aventuras de Los Cinco o Los Siete Secretos. De ahí nació una pasión que no se ha apagado, que se va transformando. Hoy, Inma, tras estudiar Magisterio oposita para Primaria y sueña con enseñar Lengua, porque —como ella misma dice— “leerle a los niños es tan importante como enseñarles a hablar”.
Su vocación como educadora convive con la de escritora en un estímulo creativo que no ha dejado de crecer. Empezó a imaginar La hija de la oscuridad en 2016, con apenas catorce años. La historia evolucionó con ella, se modeló entre apuntes, vivencias y amistades reales, y finalmente tomó forma entre 2021 y 2024.
Me confesó con una honestidad que desarma que este libro es una forma de sanar y me lo dijo sin dramatismo, con la calma de quien ha comprendido que escribir también puede ser una forma de resistir, de reconciliarse, de sobrevivir y de inspirar a que la sociedad se rebele ante situaciones injustas en las relaciones humanas.
Bajo la superficie fantástica, La hija de la oscuridad lanza una crítica feroz al bullying, al aislamiento, a los sistemas que castigan la diferencia. Pero no cae en la desesperanza. Al contrario: Inma nos habla de la posibilidad de sanar, de construir vínculos desde la empatía, de encontrar sentido en lo que no entendemos del todo. “¿Escribir es sanar?”, le pregunté en Antequera. “Sí”, respondió sin dudar. Y se nota en su novela.
Cada capítulo es también una invitación al lector a preguntarse más que a encontrar respuestas. Como ella misma plantea, esta historia pretende abrir grietas, no cerrarlas.
“¿Qué preguntas debemos hacernos como sociedad?”, le seguí preguntando también durante el festival. Su novela me ha dado la respuesta con silencios, con miradas, con dilemas… con esa forma originalísima que ella tiene de contar.
Zólev: un personaje que «existe«
La protagonista, Zólev, es una adolescente andaluza que vive en una sociedad oculta dentro de la nuestra. Tiene 17 años, la misma edad que Inma tenía al entrar en el Instituto Pedro Espinosa de Antequera, y aunque posee habilidades sobrenaturales, lo que la hace magnética no es la magia, sino el dolor. Zólev está rota, y en esa fractura hay belleza, fuerza, peligro…
Ella encarna un conflicto colectivo: el de quienes se sienten ajenos a las normas, cuestionan los sistemas y buscan reconstruirse desde lo salvaje y lo humano. Zólev, con su mirada endurecida pero sensible, se convierte en símbolo de una generación que ha crecido en un mundo saturado de ruido, pero que encuentra en el silencio –y en lo invisible– su fuerza.
La historia está atravesada por temas urgentes: el acoso escolar, la soledad adolescente, la crítica social. Pero lo admirable es cómo esta joven interesante los trata sin moralismos ni panfletos. Las preguntas que plantea son profundas: ¿Quiénes somos cuando nadie nos ve? ¿Qué hacemos con la rabia que nos habita? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por pertenecer, por ser amados, por sobrevivir?…

El escenario: Andalucía como territorio emocional
La novela está ambientada en Andalucía, pero no como decorado exótico. El contacto con la naturaleza y la identidad son claves en la novela. La elección de Andalucía como escenario no es casual. El paisaje andaluz que recorre La hija de la oscuridad no solo enmarca la historia; la alimenta, la inspira. Andalucía es aquí un personaje más, cargado de simbolismo, raíces, belleza y heridas. Inma me contó la importancia de representar su tierra natal, utilizando su entorno como un reflejo de la riqueza cultural y emocional. He comprobado cómo está impregnado en la trama. Este contexto geográfico no solo enriquece la narrativa, sino que también ofrece una mirada fresca y auténtica para la literatura juvenil. Una elección consciente, profundamente emocional, que reafirma la conexión de Inma con su tierra y su gente.
Una autora que no escribe “como si…”
La hija de la oscuridad no es un debut que imita, es una afirmación propia. Inma no escribe “como si fuera escritora”, ¡lo es!. (lo digo y lo diré mil veces ). Y lo demuestra con una forma de contar directa, emocional, sin ornamentos innecesarios. Su voz es joven, pero también profunda. No teme a lo oscuro, porque sabe que ahí también hay luz.
Mientras escribo esta reseña sobre La hija de la oscuridad y sobre lo que escribe y cómo lo escribe su autora, no tengo dudas de que Inma S. Gallardo ha llegado para quedarse. No solo es una escritora prometedora. Es una voz con algo importante que decir. Una fuerza creativa en estado puro. | ChLL
Este primer libro es el inicio de una saga de cinco entregas. El segundo volumen ya está en camino y, si todo va bien, verá la luz a finales de este año. Aún no conoce el final de su historia, y eso está bien. A veces, la literatura —como la vida— necesita misterio.

Para quienes han sentido que no encajan
¿A quién va dirigido este libro? A jóvenes, por supuesto. Pero también a cualquiera que haya sentido alguna vez que no encajaba. A quienes han aprendido a desconfiar del mundo pero aún así se arriesgan a sentir. A quienes han conocido la oscuridad y han decidido no quedarse en ella.
La hija de la oscuridad es más que una novela de fantasía; es una obra que aborda temas universales como la identidad, la pertenencia y la lucha contra las adversidades. Inmaculada S. Gallardo ha logrado crear una historia que resuena con lectores de todas las edades, invitándonos a reflexionar sobre nuestro propio lugar en el mundo y la importancia de la conexión humana.
Además de lo fantástico, la novela mezcla mitología, romance y misterio. Cada capítulo introduce un giro inesperado, cada personaje arrastra una historia que resuena. Eso sí, la estructura sorprende y mucho, pero no por artificio, sino por intención. Inma no improvisa por capricho: todo lleva a una herida, a una verdad, a una revelación.
Yo, que ya no soy un jovencito, confieso verme desde las primeras páginas absorbido por una atmósfera densa, magnética, que va más allá de los clichés de la literatura juvenil. Aquí, la oscuridad no es solo un telón de fondo fantástico, es metáfora, herida, resistencia…
La hija de la oscuridad no es solo una novela para jóvenes. Es una obra para lectores inquietos, sensibles, con hambre de historias que incomoden, transformen, conmuevan. Un libro que recuerda que en la sombra también germina la vida, y que incluso en lo más oscuro puede latir una posibilidad de redención.
En mi modesta opinión, pero cargado de afirmación en lo que digo, pienso que una de las mayores virtudes del libro es la construcción de sus personajes, un galán inesperado, una joven enigmática cuya inocencia aparente esconde un trasfondo poderoso… Todos están modelados con capas de contradicción, ternura y sombra. Algunos, según me contó Inma, nacen de personas reales de su entorno, lo que explica la autenticidad emocional que los envuelve. Y se nota que ella escribe desde la verdad, incluso cuando lo hace desde la magia.

Una estructura arriesgada, un mensaje necesario
No es fácil articular una trama tan rica en personajes, giros y planos temporales. Sin embargo, esta joven escritora lo consigue con solvencia y frescura. La historia avanza como un río que parece tranquilo hasta que, de pronto, desborda con fuerza. La tensión narrativa se mantiene constante, y cada revelación está cargada de consecuencias ( no de dictados) morales.
Una autora para seguir muy de cerca
Por lo que he podido constatar, Inma S. Gallardo no escribe para complacer. Escribe para sacudir. Su voz literaria es fresca, pero ya madura en su ambición y en su mirada crítica. El éxito de su debut es solo el principio de lo que parece ser una carrera prometedora. Y lo más importante: necesaria.
Desde Antequera al resto del mundo, La hija de la oscuridad se está convirtiendo en ese tipo de novela que no se olvida fácilmente. No solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Con valentía, con profundidad y con una oscuridad que, paradójicamente, nos ilumina.
Hay voces nuevas que irrumpen con una claridad tan auténtica que es imposible no detenerse a escuchar. Inma S. Gallardo es una de esas voces. Joven, sensible, comprometida, y con un talento en su escritura que no necesita disfrazarse de pretensiones. Lo suyo es natural, genuino. Y sobre todo, emocionante. ¡Ole tú!.
