Durante el Segundo Festival Literario de Antequera “Las Cosas del Campo” tuvimos el privilegio de conversar con Virginia Rodríguez Oliva, autora del libro infantil Un curso escolar mágico. Una obra entrañable que nace de una vivencia real: la enfermedad cardíaca de su hijo en pleno confinamiento por la pandemia.
Sin aulas ni compañeros, Virginia transformó su hogar en una escuela de amor, juego e imaginación. El resultado es este libro, que narra desde la fantasía infantil lo que fue, en realidad, un acto de valentía y ternura. Hablamos con Virginia para conocer cómo una madre se convirtió en maestra, escritora y creadora de magia en tiempos difíciles.
Confieso que me encanta el libro, que pueden leer tanto los adultos -que encontrarán en él un relato conductor de responsabilidad y sensibilidad educadora- como los niños que pasarán por aventuras divertidas en su imaginación cuando la autora y sus hijos Iker y Hugo hacen de las suyas.
Un curso escolar mágico es un canto a la imaginación, un homenaje al aprendizaje desde el corazón y una celebración de la creatividad familiar en tiempos desafiantes. Virginia Rodríguez Oliva logra algo verdaderamente especial: transformar el confinamiento y la rutina escolar en una epopeya mágica, donde el conocimiento se vuelve aventura y la enseñanza un acto de amor.
Con una narrativa tierna y chispeante, seguimos a los hermanos Hugo e Iker mientras atraviesan un curso escolar muy distinto, guiados no por pizarras ni pupitres, sino por una madre extraordinaria que se disfraza de criaturas fantásticas como Delfinburón o el Sabio del Bosque. En cada capítulo, los lectores no solo viajan por reinos imaginarios, sino que descubren cómo las matemáticas, la música o la lectura pueden convertirse en tesoros ocultos si se presentan con cariño y asombro.
Las ilustraciones de Claudia Barros Borrego (Odi Mori) aportan aún más magia, sumergiéndonos en un universo visual encantador que acompaña a la perfección las aventuras educativas del libro.
Este libro es ideal no solo para niños a partir de 10 años, sino también para padres, educadores y soñadores de todas las edades que creen que aprender puede —y debe— ser un acto de juego, libertad y belleza.
Nos ha parecido precioso, muy bien editado, muy bien trabajado, con un contenido que llega muy bien al mundo de los niños y charlamos un ratillo con ella para regalar todo el mensaje que nos trae este libro.

Virginia, ¿De qué trata tu libro Un curso escolar mágico y cómo surgió la idea?
Nació de una experiencia muy personal. Cuando confinaron al país por el COVID-19, mi hijo pequeño tuvo que ser operado del corazón. Mientras todos volvían poco a poco a la normalidad, nuestra vida quedó en pausa. Dejé de trabajar y decidí que, si mis hijos no podían ir al colegio, el colegio vendría a casa. Pero claro, sin aula, sin profesores, sin recreo, sin manual. Me convertí en madre, profesora, cocinera… y creadora de contenidos mágicos.
¿Cómo conseguiste que tus hijos aprendieran en casa sin perder la motivación?
Entendí que la única forma en que dos niños de 7 y 9 años pudieran seguir aprendiendo sin frustrarse era a través del juego, la magia y la fantasía. Así nació Un curso escolar mágico. Cada día era una aventura, una excusa para seguir descubriendo cosas nuevas. No seguíamos horarios escolares estrictos; inventábamos los nuestros.
¿Cómo construiste el contenido educativo del libro? ¿Recibiste apoyo?
Sí, conté con el apoyo del colegio y las profesoras, que fueron un pilar fundamental. Pero yo sabía que no podía replicar un aula en casa. Así que adapté los contenidos escolares al lenguaje del juego. Creamos personajes como Delfínburón o el Sabio del Bosque, que enseñaban matemáticas o ciencias desde la imaginación. Convertimos lo cotidiano en mágico.
¿El libro es un relato de ficción o una experiencia real?
Es un pedazo de nuestra vida, transformado en cuento. Nuestras risas son aventuras, nuestros miedos se convirtieron en aprendizajes. Todo lo que aparece en el libro nos pertenece: el sofá, el tipi que construimos, nuestro perro Chubby, hasta mi marido, “el Barba”. Es nuestra historia contada para que mis hijos nunca olviden ese año tan duro y tan bonito a la vez.

¿Qué valores quieres transmitir con este libro?
Sobre todo, que se puede aprender jugando, tocando, sintiendo. Que la magia está en mirar de otra forma. Una rueda pinchada se convierte en una aventura, una niebla densa en un portal te lleva a otro mundo. También está el respeto por la naturaleza, la curiosidad, el amor por el saber y el vínculo familiar. Lo importante es que mis hijos supieran que, aunque estuvimos encerrados, nunca dejamos de descubrir.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
Fue terapéutico. Yo tenía mucho guardado en el pecho por todo lo que habíamos pasado con Iker desde que era pequeño. Un día me puse a escribir y sentí alivio. Empecé a plasmar nuestras vivencias para convertirlas en algo hermoso. Escribía por la noche o al amanecer, cuando todo estaba en silencio. Fue un regalo que también me hice a mí misma.
¿Cuál ha sido la reacción de tus hijos al leer el libro?
Lo mejor de todo esto es que el libro fue pensado solo para ellos dos. Yo solo quería tener un recuerdo para regalarles. Pero la vida te sorprende. Hoy lo tenemos publicado por BABIDIBÚ, en su coleccioón «Diez Suricatos», ilustrado por Claudia Barros, con una portada que representa nuestro sofá, nuestro tipi, nuestra historia. Es un acto de amor convertido en libro. Iker y Hugo se ven reflejados en una etapa de sus vidas inolvidable.
¿Cuál es tu deseo ahora con este libro?
Que llegue a otras casas, a otros niños. Que inspire a madres y padres. Que recuerden que el aprendizaje no siempre está en los libros o en las aulas, sino en el vínculo, en la creatividad y en el amor compartido. Y que los niños nunca pierdan las ganas de descubrir, incluso en los momentos más difíciles.

Hugo e Iker, dos hermanos con una curiosidad insaciable, convierten su año escolar en una extraordinaria aventura de aprendizaje desde casa, debido a las circunstancias impuestas por el COVID-19. Con la guía creativa de su madre, quien se disfraza de personajes mágicos como Delfinburón, y el Sabio del Bosque, los hermanos navegan a través de lecciones vivas en geometría, música y más, descubriendo la magia oculta en el conocimiento. Cada día se convierte en una nueva exploración, donde la imaginación es la llave y cada lección, una puerta a mundos fantásticos. Juntos aprenden que el verdadero encanto del aprendizaje radica en la aventura de descubrir.
VALORES IMPLÍCITOS Esta historia destaca la importancia de la creatividad y la curiosidad como pilares del aprendizaje, transformando la educación en una aventura de descubrimientos. Resalta la perseverancia frente a retos, promoviendo la importancia de la conciencia ambiental y la apreciación por nuestro planeta. Enseña que aprender puede ser una fuente inagotable de alegría, fomentando la exploración y el crecimiento personal en cada experiencia vivida, mientras inculca valores de respeto y cuidado hacia la naturaleza.