Carlos Arenas presentó «En los orígenes del conflicto andaluz. José Paul y Angulo, biografía de un federalista»

El día del libro 2025, el historiador Carlos Arenas Posadas presentó en la Real Academia de Nobles Artes de Antequera su última obra “En los orígenes del conflicto andaluz. José Paul y Angulo, biografía de un federalista”

El acto contó con la intervención del abogado Francisco Matas, que acompañó al autor en esta aproximación a una figura clave, y a la vez olvidada, de la historia política del siglo XIX español.

Permítaseme esta breve crónica como espectador y escuchante nada experto en el tema, y ruego disculpas si entre lo que escribo, lo que escuché y lo que se dijo hubiera diferencias notables. Estoy abierto a correcciones y a rectificaciones. | ChLL

Comenzó Frank Matas agradeciendo a la Real Academia de Nobles Artes de Antequera por su labor en defensa de la cultura y reconoce su propia sorpresa al haber sido elegido para presentar la obra de Carlos Arenas, ya que no se considera una figura relevante en el ámbito de las letras o la historia. Destacó una conexión ideológica con la figura de Francisco Pi y Margall, a quien cita en su testamento político como defensor del republicanismo federal y el socialismo esencial.

Matas elogia la trayectoria de Carlos Arenas como docente universitario —aunque jubilado, remarca que la vocación no se jubila— y destaca el valor pedagógico de su nueva obra. Señala que el libro pone luz sobre figuras históricas ignoradas por la historia oficial, especialmente en Andalucía. Enumera trabajos anteriores del autor y señala que este nuevo libro sigue en la línea de análisis crítico de la economía y la sociedad andaluza.

En cuanto al contenido de la obra presentada, la define como un análisis con “autoridad valiosa” que aborda los persistentes debates sobre la identidad de España. Matas subraya que el país sigue atrapado en cuestiones no resueltas, como la forma de Estado o el modelo autonómico, y propone que estos temas deberían debatirse sin censura y abiertamente, incluso mediante referéndum. Reivindica el espíritu federalista andaluz del siglo XIX —particularmente la Constitución de Antequera de 1883— como una propuesta progresista y democrática que aún hoy tiene vigencia.

Finaliza agradeciendo a Carlos Arenas su trabajo y afirmando que Antequera, como ciudad con fuerte simbolismo histórico, es el lugar adecuado para presentar una obra que sueña con una Andalucía libre dentro de una España verdaderamente democrática.

Carlos Arenas y Francisco Matas

Carlos Arenas Posadas, licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona y doctor por la Universidad de Sevilla, ha sido profesor y catedrático en diversas facultades de esta última institución, donde también ocupó cargos como director de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales y decano de la Facultad de Ciencias del Trabajo. Hoy, ya jubilado, sigue vinculado como asistente honorario al Departamento de Economía e Historia.

Carlos Arenas comienza agradeciendo a Frank Matas su intervención y se adentra en el contexto histórico de su libro, centrado en la figura de José Paul y Angulo, un personaje clave en el republicanismo federal andaluz del siglo XIX. A través de su biografía, Arenas reconstruye las raíces de un conflicto político y social que, según argumenta, sigue vigente en Andalucía.

Arenas describe cómo José Paul y Angulo, comerciante y político, participó activamente en la revolución de 1868 que derrocó a Isabel II y cómo, tras conocer a Prim en Londres, fue encargado de organizar elecciones en Cádiz. Fue un defensor radical del republicanismo federal, publicó periódicos como La Igualdad y El Combate, y tuvo un papel crucial en el levantamiento federalista, lo que lo llevó al exilio y a convertirse en un personaje perseguido y olvidado.

El autor critica la continuidad de ciertos conflictos históricos, como el desequilibrio territorial, la falta de soberanía local y el centralismo del Estado español. Señala que Andalucía intentó construir su propia identidad política y social —con aspiraciones igualitarias, laicas y democráticas— pero fue reprimida por el poder central.

Además, expone que los problemas estructurales de Andalucía tienen raíces profundas: una economía oligárquica, dominada por élites locales conectadas con intereses foráneos, y una sociedad civil marginada, que a pesar de intentos de movilización (como en la Segunda República o en el 4 de diciembre de 1977), no logró consolidar una autonomía plena.

El libro que presenta se titula «Los orígenes del conflicto andaluz. José Paul y Angulo: biografía de un federalista», y su objetivo es poner en valor figuras históricas invisibilizadas y recuperar la memoria de un proyecto político alternativo para Andalucía. Arenas define este conflicto no sólo como una cuestión identitaria o territorial, sino como un problema de cultura política y de modelo de Estado.

Recuerda que de “aquellos polvos vienen estos lodos”, enlazando el pasado federalista y popular con las tensiones actuales entre el poder central y las demandas de autogobierno, justicia social y desarrollo en Andalucía.

Paul y Angulo, nacido en 1842, entró en la política tras la Revolución de 1868 que derrocó a Isabel II. Arenas relata cómo, antes de esa revolución, Paul conoció en Londres a Prim, quien lo envió a Cádiz para organizar elecciones. Este fue el inicio de una intensa vida pública: fue parlamentario, empresario, periodista radical, y líder de movimientos republicanos y federalistas. Defendía una república igualitaria, descentralizada y laica, y promovía la participación activa del pueblo en el control del orden público y las tierras. Su pensamiento y acción lo llevaron a ser perseguido, condenado, e incluso vinculado —aunque sin pruebas concluyentes— al atentado que acabó con la vida de Prim en 1870.
Arenas expone cómo esa Andalucía que soñaba con una república federal —con representantes como Roque Barcia, Vallejo o Aguilar— fue aplastada por el ejército y el poder central. La Constitución de Antequera de 1883, símbolo de esos ideales, quedó en el olvido. A partir de ahí, Paul y Angulo se convirtió en un proscrito, un símbolo de un proyecto político frustrado, pero no sin eco.


El autor conecta esta historia con el conflicto político andaluz contemporáneo, que no se reduce a una cuestión identitaria, sino que tiene raíces profundas en la estructura de propiedad de la tierra, la desigualdad social y la falta de soberanía política. Define su libro como una herramienta para entender cómo se origina ese conflicto, en qué momento se corta la posibilidad de un desarrollo autónomo y democrático para Andalucía.

También puso de manifiesto una de las contradicciones más interesantes de ese pasado republicano: cómo algunos miembros de las clases altas, como Francisco Joaquín de Aguilar, se pusieron del lado de los jornaleros y lideraron movimientos igualitarios. Plantea la paradoja de que grandes terratenientes se convirtieran en republicanos, habiendo acumulado su riqueza gracias a procesos como la desamortización. ¿Por qué lo hacían? ¿Idealismo? ¿Cálculo político? El autor deja abierta la reflexión.

De ahí, Carlos Arenas salta al presente, y traza una línea de continuidad: el modelo de acumulación de riqueza y poder que se consolidó en el XIX sigue marcando la realidad andaluza de hoy. Critica duramente el proceso de concentración de la propiedad, la falta de industria en Andalucía y el desequilibrio territorial en España. Menciona, como ejemplo elocuente, que las 17 fábricas de vehículos existentes en el país están de Madrid hacia el norte, lo que muestra la marginación estructural del sur.

Arenas denuncia la persistencia de una estructura jerárquica, donde una minoría posee las tierras, los recursos y el control político, mientras que la mayoría sigue dependiendo o siendo ignorada. “El problema andaluz no es solo la tierra —dice—, es también el agua, la industria, la educación y la cultura política.” Subraya que la sociedad andaluza ha ido abandonando su conciencia colectiva, debilitando su capacidad para articular un proyecto alternativo.


En el turno de preguntas, el también historiador, entre el público, Juan Campos, aludió a la conexión con Antequera de Aguilar y de familia de Paul Angulo, que dio pie a establecer una conversación puntualizada entre ambos historiadores, que aclara la mirada hacia la estructura socioeconómica andaluza. Describe cómo, tras las desamortizaciones del siglo XIX, la concentración de la tierra en pocas manos consolidó una oligarquía local, que condicionó el desarrollo económico y político de la región. Mientras tanto, otras zonas de España avanzaban hacia la industrialización, Andalucía quedó relegada a un papel subordinado y agrícola, sin un tejido industrial propio ni políticas públicas que apostaran por su transformación. La marginalidad territorial y productiva de la región, se dijo, no es un accidente, sino el resultado de decisiones históricas concretas.

Pero el problema va más allá de la tierra. Arenas insiste en que el “conflicto andaluz” es estructural y multidimensional: afecta al reparto del agua, al acceso a la educación, al tejido empresarial, a la autonomía política. Se trata de una región atrapada en un sistema jerárquico y clientelar, donde una minoría concentra la riqueza y el poder, mientras la mayoría social depende de sus designios o queda excluida del proceso político y económico.

En este contexto, la pérdida del capital simbólico y de la cultura política resulta determinante. Andalucía, sostiene, ha ido perdiendo su capacidad de imaginar y construir una alternativa. La conciencia crítica que en otros tiempos animó revoluciones y propuestas federales, se ha diluido. La mayoría social ha abandonado la lucha colectiva, lo que deja un vacío que no se puede llenar solo con discursos institucionales.

Paulino Plata, también entre el público, pregunta ¿qué se puede hacer? ante este panorama y, aunque intuyo que era una pregunta retórica, porque él mismo conoce la respuesta, facilitó con su pregunta que el ponente terminara con un llamamiento al futuro. Arenas propone «reconstruir la sociedad civil andaluza, recuperar la fuerza del municipalismo y del compromiso colectivo. Romper con los clientelismos, articular un proyecto político que represente al pueblo y no a los cuatro amigos”o los Quirones”. Reclama «un gobierno andaluz verdaderamente representativo, independiente de las élites económicas y del clientelismo, y una alianza política que sume fuerzas progresistas desde abajo. Solo así —dice— podrá Andalucía retomar el sueño frustrado de justicia, igualdad y soberanía popular que, desde el siglo XIX, sigue esperando su momento«. Hace un llamado a recuperar la unidad de las izquierdas y la participación popular como base de una Andalucía verdaderamente democrática.

Concluyó, recordando que la historia no ha pasado en vano, y que el sueño de una Andalucía libre y justa sigue siendo posible si se vuelve a creer en ello colectivamente.