«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
…Cuando leer en voz alta es un acto de amor con emoción colectiva. Cuando las palabras se hacen abrazo…
(Mi breve crónica de lo que ocurrió ayer en el patio del antiguo convento franciscano, que es hoy Biblioteca Municipal San Zoilo, el templo de la palabra).
La Biblioteca Municipal de San Zoilo acogió con gran belleza y sensibilidad el acto “Lectura: Palabras de Mujer”, un homenaje literario que, con motivo del Día Internacional de las Escritoras, llenó de voces femeninas, música y emoción una tarde para la memoria.
«Leer en voz alta es un acto de amor. Conocí la literatura como lectura en voz alta. Como encrucijada donde confluyen todos los tiempos.
Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en los combates de la vida. Mientras escuchas con soñadora atención, el narrador y el libro se funden en una sola presencia, en una sola voz. Y de la misma forma que tu lector modula para ti las inflexiones, las sonrisas tenues y los silencios y las miradas, también la historia es tuya por derecho inalienable. Nunca olvidarás a quien te contó un buen cuento en la penumbra de una noche». | Irene Vallejo /
«El infinito en un junco».
Fue precioso. Hay tardes que no son solo una tarde, porque a veces unas voces no son solo voces, son lectura de sentimientos compartidos. …porque a veces, un lugar no es solo un escenario, es el alma de un encuentro en el templo de la palabra, en la Biblioteca Municipal de San Zoilo, bajo la espadaña que alberga el hogar de las cigüeñas que eligen nuestra tierra para cuidar sus propios polluelos en otra época del año.
Allí nos reunimos muchas y muchos para celebrar y sentir.
Así que la tarde de ayer no fue solo una tarde, fue un tiempo distinto, un encuentro de pensamientos y sentimientos escritos, leídos y recitados en voz alta.
Organizado por el Ayuntamiento de Antequera, a través de las áreas de Familia y Equidad y la de Cultura, el evento dio voz en abierto a representantes de colectivos Centro de Participación Activa de Antequera, Club de escritura y lectura del CEPER Ignacio de Toledo, y el Taller Antequerano de Escritura Creativa, así como a las autoras invitadas Loli Carmona y Teresa Pérez del Pino.
María Sierras, responsable del Área de Mayores y Equidad del Ayuntamiento de Antequera, junto con Jose Medina Galeote, de Cultura, tuvieron la hermosa idea de hacer de este Día de las Escritoras algo más que una fecha. Hicieron de él un espacio vivo, cálido, necesario. Una reunión en torno al arte de escribir.
María Sierras, en nombre de ambos, en la presentación, subrayó que este encuentro no era solo para leer, sino para reconocer el papel esencial de las mujeres en la creación literaria. Y en efecto, cada lectura fue también un acto de justicia poética, una forma de devolver luz a tantas escritoras invisibilizadas por el tiempo.

Las palabras, esta vez, eran de mujer. Palabras que venían de lejos y de cerca, de escritoras de siglos o décadas pasadas y de vecinas actuales con historias en su propia piel. Palabras que a veces costaban pronunciar porque llevaban mucho dentro. Pero siempre escritas y leídas con amor y con verdad.
Había mujeres de todas las edades leyendo lo que habían escrito en sus cuadernos en silencio, algunas quizá durante años. O prestando voz a otras célebres que las acompañaron desde siempre. Algunas temblaban un poco al empezar, como si no creyeran del todo que lo que llevaban dentro importara. Pero importaba. ¡Vaya si importaba!. Cada verso, cada párrafo, cada mirada después de leer, era un pedacito de vida compartido.
También había hombres, presentes y atentos, que quisieron estar. Porque escuchar también es una forma de decir. Algunos también «dijeron», unos recitando y todos escuchando.
La magia llegó al principio y ya no se detuvo, desde el siglo XVII, «apareció» Cristobalina Fernández. Vino en la piel de Olga Montemayor, que con una delicadeza desbordante nos trajo su alma. Su voz. Su fuerza. Cristobalina, la poeta antequerana que fue inspiración para Pedro Espinosa; que escribió sus quintillas para Santa Teresa; que mereció el elogio de Lope de Vega…
Olga había creado un monólogo propio con mucho arte escénico … y fue un regalo. Un espejo del tiempo que aún nos habla.
Video regalo de Francisco Espinosa
Mira aquí su reivindicación de mujer escritora…
Vídeo regalo de Francisco espinosa
La música, en manos del grupo Pulso y Púa de la Sociedad Excursionista Antequerana, arropaba las lecturas como un susurro amable. Las guitarras, de José Luis López León y de Juan Soriano y el laúd de Pepe Bracho parecían respirar al compás de algunos de los textos. Todo era candor y emoción. Un vaivén suave entre la palabra y la nota.

Los nombres que se unieron a la lectura son muchos, pero lo más hermoso fue la forma en que lo hicieron, como quien ofrece una flor, sin ruido.
José Berrocal, Reyes García, Victoria Iglesias, Lola Gallego, Paqui Casado, Lola Ramírez, Mª Teresa Cabrera, Ana Cecilia Monteza, Milagros Montenegro, Inma Puche, Araceli Ruiz, Herminia Moreno, Rosa Arjona, MªTeresa Becerra, Remedios Fernández, Carmen Parejo , Antonio Vera, Loli Carmona y Teresa Pérez del Pino. Cada una y cada uno con su acento, con su ritmo… con su alma.












Fotos prestadas por distintas fuentes. Agradecemos la cordialidad y generosidad de quienes nos la enviaron.
Eran las 6 de la tarde en San Zoilo, ese rincón donde siempre pasa algo hermoso. Había luz natural. No hubo focos. Pero no habrían hecho falta. La luz venía de dentro… la literatura fue compañía, consuelo, justicia… Fue un espacio de escucha. Y leer en voz alta, ese gesto tan sencillo y tan poderoso, se convirtió en una forma de amar.
No fue una lectura más. Fue un acto de afirmación, un gesto profundo de reconocimiento a las mujeres que, a lo largo del tiempo, han encontrado en la escritura una manera de estar y resistir en el mundo. Voces propias y ajenas se entrelazaron en un recorrido emocional por textos de autoras reconocidas y creaciones originales, celebradas con entrega por un público que supimos escuchar y sentir.
Y cada texto leído fue un gesto de amor, porque leer en voz alta, como dice Irene Vallejo en«El infinito en un junco», es un acto de amor.
Nota final: el Alcalde de Antequera, Manuel Barón, tuvo el detalle de pasarse a felicitar el encuentro. Sus palabras, marcadas por la intención reiterada de los verbos leer y escribir, resonaron como un eco deliberado, una especie de mantra que tejía sentido y ánimo entre los presentes. Con un breve discurso, sencillo pero cargado de ese simbolismo, logró subrayar la coherencia vital entre el acto de crear y el de recibir lo escrito, entre la voz y la escucha, en una celebración donde la literatura logró ser puente y refugio.


Si quieres conocer los textos que leyeron, puedes acceder al secreto del libreto, en este PDF en bruto , que fue parte del documento de trabajo de quienes intervinieron.