¿Quién fue Cristobalina Fernández?

«Me presento ante vosotros como Doña Cristobalina Fernández de Alarcón. Mis ojos vieron la luz del sol por primera vez en esta ciudad en 1576. Mi padre, escribano de la ciudad de Antequera y mi tía Beatriz de Ribera me contagiaron la pasión por la gramática y la literatura. 

Desde muy pequeña, cuando nadie me veía me acercaba a la puerta de Santa María la Mayor para escuchar poesía, soñaba tanto con poder entrar…, pero siempre me decían: Cristobalina, este es un lugar reservado solo para hombres.

Por suerte, un día,, el Humanismo llegó a Antequera, un aire nuevo y renovado, uno de sus lemas era «La inteligencia no entiende de sexo». La mujer se liberó del sometimiento a la voluntad masculina, ya no eran único camino matrimonio o convento. El silencio se hizo escuchar. La sociedad por fin entendió que quien dio el alma al hombre, también se la dio a la mujer y que no es de una calidad mejor esta o aquella en función del género, incluso a algunas dotó de lo que a otros negó.

Pero lo más importante para mí es que la puerta de la Real Colegiata de Santa María la Mayor se abrió y de la mano de mi maestro Juan de Aguilar pude entrar a formar parte de la Cátedra.
Mi reconocimiento no fue unánime y día a día tuve que demostrar mi valía, no solo como poetisa sino como mujer. ¡Pero el esfuerzo fue tan grato!, gané en reconocimiento de mis maestros y compañeros. Incluso Lope de Vega vino a Antequera para conocerme, me llamó sibila (mujer sabia) de esta ciudad. ¡Todo latía con tanta y tanta fuerza!… mi pluma estaba tan llena de vida, todo me inspiraba…. (cierro los ojos y …)

Y ahora… (enfadada) y ahora miren, cuando vuelvo a posar mis ojos en mi ciudad, ya nadie me recuerda. Mi poesía se la ha llevado el viento, nadie ha querido agarrarla y ¿saben por qué? por estar firmada con el nombre de una mujer, Cristobalita Fernández de Alarcón.

Mi vida, mi gloria, mi obra, mi poesía ha quedado reducida a una simple historia de Amor, solo se me recuerda como la mujer que rompió el corazón del poeta Pedro Espinosa. Pero casi nadie sabe nada de mi obra.
No se confundan, si mil veces volviera a nacer mil veces elegiría ser mujer y nacer en esta ciudad, Antequera.

Muy pocas veces salgo de la oscuridad para pasear, por la pena que me produce. Pero hoy he tenido la suerte de encontrarme con ustedes y puedo ver en sus ojos que mi nombre sale del olvido, mi pluma vuelve a latir.

Aprovechando esta gran fortuna no me gustaría irme sin decirles que todos y cada uno de vosotros, tenéis la llave, no permitáis que la puerta que el Humanismo abrió una vez, el tiempo la vuelva a cerrar».

Monólogo de autoría propia de Marta González, guía histórica de Ciudades Medias y actriz, interpretado en la escalinata de la Biblioteca de San Zoilo en Antequera el pasado 8 de marzo, significado día en el que se realizaron distintos actos recordando a Cristobalina Fernández.

Marta González de Ciudades Medias recreando a Cristobalina Fernández en la Biblioteca de San Zoilo en Antequera / 8 marzo 2024
(foto Ayuntamiento de Antequera)


Marta González de Ciudades Medias recreando a Cristobalina Fernández, en La Colegiata de Santa María la Mayor en Antequera
El Ayuntamiento de Antequera inauguró este 8 de marzo de 2024 una escultura realizada por el artista Pedro Fernández Roales, dedicada a Cristobalina Fernández de Alarcón
Escultura de Cristobalina Fernández realizada por Pedro Fernández | Ubicada en la fachada de la Iglesia de San Agustín en Antequera.

Enlace a Algunos de sus poemas

CRISTOBALINA FERNÁNDEZ DE ALARCÓN nació en Antequera (Málaga) en 1576. Hija natural de un escribano. Educada en el conocimiento de la Gramática y del Latín. Su tía Beatriz de Ribera y algunos preceptores -entre los cuales se cuenta el horaciano Juan de Aguilar, al que se le considera su maestro- fueron los que cuidaron de manera especial su formación.

Este interés por el conocimiento de las lenguas clásicas originó la formación de un colectivo femenino conocido en la época con el nombre de «las latinas», al que pertenecieron, entre otras, Francisca Nebrija, Lucía Medrano, Beatriz Galindo y Lucía Sigea.

En 1591 contrae matrimonio con el comerciante malagueño Agustín de los Ríos en Santa María, del que enviuda en 1603. Contrae segundas nupcias en 1606 con el estudiante de ascendencia portuguesa Juan Francisco Correa, con quien tendría cuatro hijos: María, Manuela, Ana y Francisco.

Un camino diferente siguió su relación platónica con el poeta de la escuela antequerana-granadina Pedro de Espinosa, que le inspiró su «Canción amorosa», composición donde afloran profundos sentimientos. Un camino intransitable para los dos enamorados si tenemos en cuenta la retirada de Pedro de Espinosa a la ermita de la Magdalena tras el segundo matrimonio de la escritora. Muestra su amor en varios poemas, donde se refiere a ella con el sobrenombre de Crisalda:
[…]Yo, que escuché su llanto,
levantéme, volviendo la cabeça, […]
y con vuelo violento
llegué primero que llegase el viento.
Crisalda, que me vido,
tendióme al viento sus divinos braços,
y en ellos recogido,
cobré mi aliento, […]


Entre 1614 y 1616 viven en Estepa, donde éste trabaja para el marqués de Estepa. Pasado el tiempo, al enviudar de Juan Francisco Correa, Cristobalina abandonó Estepa, para instalarse de nuevo en Antequera en compañía de una de sus hijas.

La obra de Cristobalina Fernández de Alarcón está vinculada a la escuela poética a la que perteneció, caracterizada por la influencia humanista, la elección de temas religiosos o que rozan el misticismo, pero también de temas profanos, descritos de manera viva y colorista. Ganó numerosos premios en justas y demás certámenes poéticos, escribió sonetos, quintillas y comedias en verso y fue una mujer de gran ingenio.
Como suele suceder cuando se trata de la producción literaria femenina, a pesar de la fecundidad de la autora, no es mucho lo que nos ha llegado de su obra. Al parecer la falta de cuidado hizo que se perdieran muchas de sus composiciones, que fueron muy estimadas por Lope de Vega en la visita que hizo a la ciudad de Antequera en 1602, llegando a considerarla como la «musa antequerana» o la «sibila de Antequera».
De 1615 es el poema más famoso de Cristobalina, compuesto para celebrar la beatificación de Santa Teresa de Jesús. Esta obra sería premiada en unas justas poéticas en Córdoba en 1616.
En su época fue llamada «La dulce antequerana Clío». Su gran belleza física y espiritual levantó fuertes pasiones. Pedro de Espinosa, al sentirse defraudado, se hizo sacerdote. Lope en “El Laurel de Apolo” alabó la belleza de la Cristobalina con gran entusiasmo:
[…]Mas ya por la extendida Andalucía
ríos de menos fama nos previenen,
que ilustres hijos tienen,
y se opone con lírica poesía
doña Cristobalina tan segura,
como de su hermosura,
de su pluma famosa,
Sibila de Antequera,
que quien la escucha sabia y mira hermosa,
allí piensa que fue de Amor la esfera[…]

La muerte de Cristobalina Fernández de Alarcón, acaecida el 16 de septiembre de 1646, podría considerarse simbólicamente como broche de una etapa dorada para la literatura femenina andaluza.

Fuente: Poetas andaluces