El alma del blues en la piedra viva de Antequera | Por Juan Ramón Castro

Foto portada: prestada por Frank Tejada

Hay noches que no se explican; se sienten. Se respiran… Se recuerdan. | Juan Ramón Castro

Y Antequera, con su belleza antigua y su corazón de piedra caliente, fue testigo este 25 y 26 de julio de 2025 de unas de esas noches que, sin pedir permiso, entran en el territorio sagrado de la memoria.

El 35 Antequera Blues Festival fue más que un encuentro musical: fue un rito de iniciación, un canto a la vida, una ofrenda a los sentidos, un abrazo entre generaciones bajo las estrellas.

Durante dos días, la Plaza de la Real Colegiata de Santa María se convirtió en un santuario donde el blues —con sus lamentos, su alma y su fuego— encontró una casa. Cuatro bandas subieron a un escenario cargado de historia y emoción: Chino Swingslide, Anne & The Blues Diggers, María Carbonell Blues Mood y Jose Insaciable. Cuatro formas distintas de abordar el alma musical. Cuatro puertas abiertas a lo que solo la música sabe decir.

Y allí estuvimos. Allí nos estremecimos. Allí comprendimos que el blues no solo se canta: el blues se hereda, se honra, se habita.

Paco Peramos: Un presentador con el Alma de Antequera

Cada noche comenzaba el evento con la solemne voz de Paco Peramos, un hombre cuya conexión con el festival es más que evidente. No solo presentó a las bandas, sino que, con su sabiduría nos sumergió en la historia del festival, relatando cómo el Antequera Blues Festival ha ido creciendo a lo largo de todas sus ediciones, se ha consolidado como un referente en el mundo del blues y ha sido una plataforma para muchas de las mejores propuestas musicales del género.

Paco Peramos | Presentador internacional | Foto prestada: Frank Tejada

Mientras hablaba de la tradición del blues, los acordes del Summertime de Gershwin empezaron a llenar el aire, elevando la atmósfera hacia un lugar donde lo eterno y lo presente se entrelazan. En ese instante, todos los allí presentes, supimos que estas dos noches no serían unas noches comunes. Estas veladas iban a ser una celebración del alma, una caricia al espíritu que resuena con la vibrante melodía del blues.

PRIMERA NOCHE

Chino Swingslide: el blues que se baja del escenario y te abraza

El festival arrancó con el magnetismo de Chino Swingslide, un artista que ha hecho del blues acústico con swing su hogar y su bandera. Desde que sonó el primer acorde, la plaza se llenó de electricidad. Y no de la que nace del cable, sino de esa más poderosa que se genera cuando el artista y el público se reconocen como iguales.

Chino salió al escenario sin artificios, con la guitarra como escudo y como lanza. Su blues bebía de los porches del delta y del humo de los clubs de swing. Pero también traía algo nuevo: calle, duende, ternura y garra.

Lo acompañaban Fernando Slap, al contrabajo, y Homero Tolosa a la batería. Juntos formaban un trío que parecía una banda de cinco, por la solidez, la entrega y la comunicación que fluía entre ellos.

El momento mágico: un unplugged entre la gente

Y entonces, sin previo aviso, ocurrió algo que no estaba en el programa: Chino bajó del escenario. Y con él, sus compañeros. Allí, entre el público, sin micrófonos ni focos, interpretaron una versión conmovedora de “Cielito lindo” que hizo temblar el aire. El silencio era sagrado. La plaza se convirtió en sala de estar. La música se volvió conversación íntima, piel con piel.

Ese fue el momento en que el festival se volvió irrepetible.

De vuelta en el escenario, continuaron el hechizo con una versión instrumental inspirada en la obra “Caminos cruzados” de Óscar Alemán, que a su vez recoge la esencia de la mítica “Malagueña” de Ernesto Lecuona. Fue un viaje sonoro por raíces compartidas, por territorios donde el alma latina y el blues más profundo se dan la mano. Fue la historia del mestizaje hecha música.

Chino cerró su actuación entre aplausos sinceros, con el público completamente entregado a su propuesta, que no solo fue música, sino acto de amor, de humanidad y de verdad.

Foto: prestada por Frank Tejada

Anne & The Blues Diggers: alma, fuego y elegancia

La segunda parte de la noche estuvo a cargo de Anne & The Blues Diggers, una banda que parece salida de otro tiempo, pero que pisa firme en este. La voz de Anne Florio es un torbellino, una mezcla de terciopelo y pólvora. Su compañero inseparable, Mavic Bush, esculpe sonidos con la guitarra como quien cincela el aire.

Su blues es amplio, generoso, viajero. En él cabe el soul, el gypsy jazz, la balada nostálgica, el swing caliente y hasta ecos de tango.

El repertorio de la noche se centró en los temas de su último disco: “Hard Lucky Woman”, un álbum que ha recibido elogios unánimes por su originalidad, profundidad y potencia emocional. Y no es para menos: cada canción es una declaración. Cada frase, un golpe en el pecho.

Temas como “No Mercy Blues”, “Wildflower Woman” o “Tears on Bourbon Street”, sacudieron la plaza como un vendaval elegante. El público, todavía flotando por la actuación anterior, encontró en Anne una sacerdotisa del sentimiento. Y se rindió.

Los músicos que acompañan a Anne y Mavic ofrecieron una base sólida y exquisita. El groove era perfecto. La banda navegaba con soltura entre la calma y la tormenta, entre la caricia y el grito.

Foto: JuanRa

Así terminó la primera noche: con una ovación larga, sostenida, agradecida. El viento seguía soplando, pero nadie se movía. Nadie quería que aquello terminara.

SEGUNDA NOCHE

26 de julio: una clausura perfecta, con blues fresco y rock canalla

El sábado 26 de julio amaneció con olor a promesa. Era la festividad de San Joaquín y Santa Ana, también conocido como el Día de los Abuelos, una fecha que honra a quienes nos precedieron, a los que nos transmiten valores, memorias y raíces.

No pudo haber mejor coincidencia: el blues también es herencia. Y esa noche, la herencia se celebró con dos propuestas muy diferentes, pero igualmente apasionadas: María Carbonell Blues Mood y José Insaciable.

María Carbonell Blues Mood: la nueva voz del blues español

Cuando María Carbonell subió al escenario, la plaza ya estaba encendida. La gente sabía lo que venía: una voz que ha sido reconocida como la Mejor Banda Emergente de Blues Nacional 2024. Y con razón.

María no canta: desnuda emociones. Tiene una voz llena de matices, cálida pero firme, suave pero poderosa. Cada palabra que pronuncia parece tener peso, historia, cicatriz. Su presencia escénica es natural, magnética, sin pretensión.

Acompañada de una banda extraordinaria, María ofreció un repertorio donde lo clásico y lo moderno se entrelazan con elegancia. Sonaron temas originales y adaptaciones que hicieron vibrar a toda la plaza. Blues de raíz, pero con mirada fresca. Una apuesta que respeta la tradición sin encadenarse a ella.

Cada canción fue una confesión. Y el público —atento, emocionado— respondió con un silencio reverente o con aplausos explosivos, según el momento.

María Carbonell Blues Mood no solo confirmó lo que ya sabíamos: que estamos ante una artista con alma grande, sino que anunció su lugar en el futuro del blues español.

Foto: prestada Phila Monjaro

José Insaciable: el rockabilly salvaje del alma castiza

Y cuando parecía que la noche ya había dado todo, subió al escenario José Insaciable, un músico madrileño de raza, con una trayectoria sólida y una banda que suda autenticidad.

Su estilo se mueve entre el rock en español, el rockabilly más genuino y ciertos guiños al punk y al country. Pero lo suyo no es pose ni revival: es energía pura, es el sonido del asfalto y de la calle, es la banda sonora de la resistencia vital.

Con su último trabajo bajo el brazo, “El poder del Voodoo”, José desplegó un arsenal de canciones que invitaron al baile, a la risa y al grito. Todos los temas que tocaron sacaron al público de sus sillas. Y muchos terminaron bailando, coreando, celebrando.

Su banda es compacta, divertida, cómplice. Guitarras afiladas, contrabajo con vida propia, percusión insolente. Todo al servicio de una propuesta honesta, directa, callejera.

José Insaciable no solo cerró el festival: lo incendió. Y dejó claro que el blues y el rock no son opuestos, sino ramas del mismo árbol.


Epílogo o Reflexión: herencia, verdad y celebración

Y así, con la piedra de la Colegiata aun vibrando, terminó el 35 Antequera Blues Festival.
Dos noches. Cuatro bandas. Cientos de almas tocadas por la música.
En la clausura, alguien murmuraba: “Este festival es de los que te curan por dentro”. Y tenía razón.
Porque el blues cura.
Porque el blues nos recuerda lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser.
Porque en estas noches también se celebró, aunque de pasada, el Día de los Abuelos: esa generación que nos enseñó que la vida duele, pero que siempre hay una canción que puede salvarte.

Juan Ramón Castro


Dos enlaces como muestra botón


Chino Swingslide disfrutando junto a @fernandoslap y @marcdinogomez en el @antequera.bluesfestival

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María Carbonell Blues Mood en el 35 @antequera.bluesfestival
Emotiva dedicatoria de I’m a woman de Koko Taylor a todas las mujeres y niñas presentes.

https://www.facebook.com/share/r/1HSuVE6WWt


Foto: prestada por Ayuntamiento de Antequera

Foto contraportada: prestada por Frank Tejada