El día que una reina se alojó en un palacio antequerano

21 mayo/23

En la actual calle Carrera de Madre Carmen junto a plaza de las Descalzas se ubica el palacio de los marqueses de la Peña de los Enamorados, construcción que data de 1580.

La persona que ostentó el primer nombramiento de marqués de la Peña a mediados del siglo XVII, título otorgado por el monarca Carlos II, fue don Jerónimo Francisco de Rojas y Rojas Padilla. 

El palacio perteneció a la familia de los Rojas durante siglos, siendo muy respetados y reconocidos en la ciudad antequerana. Fueron descendientes de Martín de Rojas Manrique, participante en la conquista de la ciudad en 1410 junto con el Infante Don Fernando, siendo incluido en el libro de repartimientos de bienes y tierras.

El imponente palacio aúna elementos del mudéjar y renacimiento. Es un alcázar urbano castellano con dos torres en las esquinas y una espléndida y formidable fachada de ladrillo. Su construcción se llevó a cabo durante la segunda mitad del siglo XVI. Ha sufrido reformas a lo largo del tiempo, provocando algunos cambios que lo alejan de lo que era en su origen. Actualmente tiene un ático o sobrado que se le añadió mucho tiempo después de haber sido construido. Unas significativas transformaciones fueron las que se realizaron entre los años 1947 – 1949 para acoger entre sus muros al colegio e internado de los Padres Carmelitas, centro que sigue presente en la actualidad desempeñando su labor pedagógica en la ciudad antequerana. 

Con respecto al interior del inmueble, no se preserva apenas nada de su distribución original, ya que durante la Guerra Civil Española (1936) el palacio fue víctima de un incendio en el que desaparecieron el archivo familiar y numerosas obras de arte, perdiendo así un importante legado.

El palacio de los marqueses de la Peña guardaba un gran parecido, en lo que se refiere a la maqueta de fachada, con otro palacio antequerano demolido en el año 1979, el palacio del conde de la Camorra. Según nos indicaba el historiador Jesús Romero Benítez en su libro “Guía Artística de Antequera”

La reina Isabel II, junto a su esposo don Francisco de Asís de Borbón y sus hijos, el príncipe de Asturias don Alfonso (futuro rey Alfonso XII) y la infanta de España doña Isabel, iniciaron un viaje por Andalucía durante los meses de septiembre y octubre de 1862. Visitaron ciudades andaluzas como Córdoba, Sevilla, Cádiz, Jaén, Bailén, Granada, Loja, Antequera y Málaga. Sin meternos de lleno en los entresijos y pormenores de aquella visita desde el punto de vista histórico-político, nos circunscribiremos a la visita que realizaron a la ciudad del Torcal y a su alojamiento en el palacio del marqués de la Peña. 

Las calles por las que transitaría la Comitiva Real a su llegada a la ciudad fueron concienzudamente empedradas y remozadas. Los edificios públicos, parroquias, conventos, también fueron decorados y pintados para tal efecto. Tanto sus representantes públicos, como la aristocracia y burguesía, junto al pueblo en general, quisieron dar su mejor imagen para tal recibimiento. 

Los señores condes de Castillo de Tajo, el marqués de la Peña y el conde de Cartaojal ofrecieron sus casas para ser aposento de los Reyes. Finalmente fue elegido el palacio del marqués de la Peña por su buena ubicación. 

Una comisión especial se encargó de la decoración y de adecentar las habitaciones para la Familia Real. Muchas ornamentadas con exquisita elegancia al igual que otras dependencias del palacio para agradar a los visitantes. 

El día 15 de octubre de 1862, partiendo la comitiva que acompañaba a la Familia Real desde Loja destino a Antequera, representantes de la Corporación Municipal, del Clero y del Juzgado emprendieron su marcha hacia la Casería del Águila para recibir a la Comitiva Real. 

Próximos a llegar a la ciudad del Torcal, contaron con un acompañamiento de más de 1.000 jinetes pertenecientes a la clase de labradores, 46 miembros de la Sociedad Ecuestre de Antequera que obtuvieron el honor de hacer de escolta de la reina de España y su familia a su entrada en Antequera. 

Todos los gremios de la ciudad salieron a recibir a su monarca ataviados con banderas alrededor de un gran carro triunfal, donde los fabricantes de bayetas habían colocado dentro de una urna de cristal una hermosa colcha que habían tejido como presente para la reina. “Entró el sol por Antequera el 15 de octubre de 1862” rezaba y destacaba entre otras dedicatorias e inscripciones junto a una bellísima decoración. 

Entre las visitas que realizaron a su llegada a la ciudad después de una efusiva y jubilosa bienvenida del pueblo antequerano por sus calles, fue la visita a la Iglesia de San Sebastián, donde se contemplaba una vistosa columna realizada por los gremios de alfareros, sastres, confiteros y sombrereros. Los reyes fueron acogidos por representantes del clero, donde rezaron mientras se cantaba el solemne Te-Deum ante las imágenes de Ntra. Sra. del Socorro, Jesús Nazareno, Ntra. Sra. de la Paz, el Dulce Nombre de Jesús y el Niño Perdido presentes en la ceremonia gracias a la colaboración de sus archicofradías para tal importante acto.

Durante su alojamiento en el palacio de los marqueses de la Peña de los Enamorados, innumerables personajes relevantes de la sociedad y autoridades del momento, tuvieron la oportunidad de saludar y presentar sus respetos durante el besamanos a su majestad la reina. Además, recibió a algunos representantes de gremios, los cuales pudieron mostrar su deferencia y agasajarla con algún obsequio. La admiración que despertó en la reina los buenos tapices y colgaduras de bayeta que se realizaban en nuestra ciudad por su principal industria, y que vio expuestos en la decoración del palacio para su visita, la hizo pedir encarecidamente que le enviasen algunos al Palacio Real. 

Mientras se desarrollaba el besamanos y la cena, disfrutaron de una magnifica velada ofrecida por las bandas de música de la ciudad, acompañándolo de bailes como el fandango. Hubo fuegos artificiales, despertando la expectación y los vítores de todos los presentes mientras los reyes presenciaban la escena desde el balcón principal. Un inmenso gentío llenaba en esos momentos las calles Carrera, Encarnación y plaza de las Descalzas. 

Al día siguiente, realizaron diversas visitas. Comenzaron en el antiguo convento de Ntra. Sra. de los Remedios, donde se celebró misa. Continuaron con la visita al hospital de San Juan de Dios, lugar en el que la reina dirigió unas bonitas palabras a la madre superiora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Allí recorrió algunas de las estancias del hospital. Finalmente, visitaron la fabrica de tejidos de lana de los Señores Moreno e Hijo, pudiendo apreciar cómo elaboraban su producción textil y muchos de los trabajos terminados. 

La reina, en el momento de despedirse, dirigió unas palabras al alcalde-corregidor. “Di a tu pueblo que voy sumamente contenta y satisfecha. Despídeme tú porque la emoción no me permite a mí hacerlo”. A su marcha destinó la cantidad de 120.000 reales para que la corporación municipal lo destinara a diferentes sectores de la sociedad antequerana.  

BIBLIOGRAFÍA:

  • “Guía Artística de Antequera”. Jesús Romero Benítez. (1981)
  • “Antequera, Callejero Histórico”. Juan Manuel Moreno García. (2013)
  • Crónica de la visita de SS.MM a Málaga y su provincia. Ramón Franquelo. Málaga. (1862)
  • Viaje de S.M. a Andalucía por Fernando Cos- Gayon. Imprenta Nacional. Madrid. (1863)
  • Crónica del viaje de SS.MM y AA.RR a las provincias andaluzas. Francisco María Turbino. Sevilla. (1863)
  • Archivo Histórico Municipal de Antequera.
  • Archivo Fotográfico Temboury. 

Ester Cortés Romero es brillante (Carlos L.| editor).
Diplomada en magisterio y Licenciada en Publicidad y RRPP. Enamorada de la Historia, del Arte, de la Cultura, de los libros, y de su ciudad, Antequera, dando valor a muchas otras del resto del mundo -en especial Sevilla y París-.
Una persona JASP (acrónimo de Joven Aunque Sobradamente Preparada). Con capacidades enormes de documentalista, puede dedicar el esfuerzo de horas “de ratón de biblioteca” hasta encontrar un dato fidedigno para dar rigor a sus escritos y a todo lo que hace, porque a ella no le vale cualquier cosa. Su capacidad didáctica descriptiva es otra de sus virtudes, a la que une la pasión por contar a los lectores cosas interesantes de su Antequera natal donde ha sido y es feliz.
Genial conversadora, culta, inteligente, actualizada, sencilla, familiar, deportista practicante, excelente persona…