El Parque de María Luisa de Sevilla

Sevilla como gran ciudad y capital que es, también puede presumir de tener uno de los parques y jardines más hermosos y famosos, a la altura de otras ciudades importantes y relevantes como Madrid, París, Londres, Nueva York… El Parque de María Luisa se encuentra en el margen izquierdo del río Guadalquivir, muy cerca del casco histórico de la ciudad hispalense. Es un pulmón verde para la ciudad de la Giralda que cuenta con una superficie de 340.000 metros cuadrados, con más de 140 especies vegetales entre árboles y arbustos procedentes de muchos puntos del mundo, lo que lo convierte en un referente nacional e internacional digno de ser conocido. Podemos encontrar a nuestro paso plátanos de sombra, ficus, sóforas, árboles del amor, eucaliptos o palmeras de numerosas especies que conviven con naranjos amargos, tan presentes en el paisaje sevillano.

Comenzaremos hablando sobre los orígenes del palacio de San Telmo y cómo acabó siendo el parque de María Luísa, un símbolo e icono de la ciudad sevillana. 

El palacio de San Telmo es una construcción del barroco civil sevillano que se remonta a los siglos XVII y XVIII para albergar el Colegio Seminario de la Orden de los Mareantes. Posteriormente fue residencia de los duques de Montpensier en 1850, adquirido para establecerse en la ciudad hispalense. En el periodo de reinado de Isabel II llegó a ser denominado “la corte chica”. En el siglo XX, el palacio acogió entre sus muros un seminario diocesano, para pasar más tarde a ser lo que hoy día es la sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía desde 1989. 

Los duques de Montpensier eran don Antonio de Orleans y doña María Luisa Fernanda de Borbón, hijo del último rey de Francia, Luis Felipe I, e hija del rey Fernando VII de España respectivamente. Por lo tanto, la duquesa fue infanta de España y hermana menor de la reina Isabel II. Añadir también que los duques fueron padres de doña María de las Mercedes de Orleans y de Borbón, quien fuera reina consorte de España por su enlace con el rey Alfonso XII. Fue un matrimonio fugaz, ya que la muerte la sorprendió a la temprana edad de 18 años. 

En San Telmo quisieron crear un jardín acorde a los de los grandes palacios. Para ello contaron con el jardinero francés André Lecolant para que emprendiera la labor de diseñar un monumental jardín siguiendo los preceptos de la época, de estilo paisajista con elementos pintorescos que cumpliera con las expectativas de los nuevos ocupantes de San Telmo, e impresionara a todos los visitantes que tuvieran la fortuna de contemplarlo. Con la finalidad de poder disponer de la mayor cantidad de espacio, adquirieron terrenos que lindaban con su finca como fueron la Huerta del Naranjal, y sobre los que se asentó el antiguo convento de San Diego. 

A la muerte del duque de Montpensier, siendo ya viuda la duquesa doña María Luisa, donó parte de los jardines privados de San Telmo a la ciudad de Sevilla el 23 de mayo de 1893. A la muerte de la duquesa, se legó el edificio a la Archidiócesis de Sevilla en 1897.

En el jardín sevillano ha primado, desde sus orígenes y de forma muy importante, el agua como elemento prioritario de cualquier jardín. Muy presente en toda sus composiciones, desde el eje principal hasta llegar al Estanque de los Lotos. Estanque donde predominan las plantas acuáticas que les dan su nombre y donde se entremezcla en su fondo con una composición de azulejos. La cerámica es un elemento que se ve con mucha asiduidad en el recorrido por todo el parque. Hay pérgolas alrededor del estanque, donde cuelgan plantas trepadoras y enredaderas como hiedras, jazmines, madreselvas o parras, aportando color al ambiente.

En 1910, el Parque de Maria Luisa fue elegido como localización principal para la futura Exposición Iberoamericana que se desarrollaría en Sevilla en 1929, cediendo los terrenos pertinentes el Ayuntamiento. El hecho de elegir estos jardines generó controversia ya que muchos temían el deterioro del parque por un lado, y por otro, era una zona con predisposición a sufrir inundaciones. Resueltas ambas, fue el espacio elegido por el Comité Ejecutivo de Organización del Certamen. Por lo tanto, la exposición se desarrollaría sobre los antiguos jardines del palacio de San Telmo, el Huerto de Mariana, los jardines de las Delicias y el Naranjal. En un triangulo de terreno formado por el Prado de San Sebastián y el río Guadalquivir. 

El proyecto de reforma se le confió al prestigioso arquitecto Aníbal González Álvarez – Ossorio como máximo responsable de los trabajos de planificación general y obras de la Exposición en 1911. Para las cometidas relacionadas con jardinería se contó con un reputado arquitecto paisajista francés, Jean – Claude Nicolás Forestier (conservador del bosque de Boulogne en París).

Forestier fue un gran visionario en su época y ensalzaba el jardín andaluz y mediterráneo. Supo dar respuesta a través de su proyecto a la creación de un jardín acorde a la climatología y a la identidad de una ciudad, ya que el parque posee una fuerte identidad sevillana, ese historicismo llamado “estilo sevillano” digno del regionalismo arquitectónico de la época. Un eclecticismo compositivo y formal, entrelazados con las reminiscencias románticas que ya poseía del originario jardín. Buscó inspiración en visitas a la Alhambra, el Generalife y los jardines del Alcázar de Sevilla. Estudia y se nutre de la jardinería hispanomusulmana, integrando el agua como elemento conductor y dotando de dinamismo al terreno a través de fuentes, surtidores, y estanques. También se incluye su famosa azulejería. Numerosos talleres alfareros ya existían desde época romana y visigoda en la vega de Triana gracias a la arcilla de gran calidad que proporcionaba el río Guadalquivir. Sevilla siempre ha tenido una estrecha relación con el mundo alfarero. 

El parque posee un eje central donde encontramos el Estanque de los Lotos, el de los Patos, la Fuente de los Leones y el Monte Gurugú. El trazado de Forestier toma como epicentro el estanque de los patos. Por un lado, se encontraba el Monte Gurugú, montículo artificial donde los duques pretendieron impresionar con él a todos aquellos que visitaban su jardín. Conservarlo para Forestier fue fundamental. Y hacia el otro lado, el Estanque de los Lotos. Entre ambos estanques fue añadiendo fuentes y creando un eje longitudinal con caminos y sendas, donde posteriormente fueron aparecieron glorietas. Además de la creación de grandes avenidas facilitando el acceso al parque.

El arbolado del parque es tan denso que da cobijo y hogar a una amplia variedad de aves: cisnes, pavos reales, pájaros cantores, palomas… Árboles adaptados a la climatología del lugar, mezclándose con elementos de la geometría francesa y con elementos del mundo islámico. El empleo del ladrillo visto también destaca en el parque. 

En los antiguos terrenos de la Huerta de Mariana, en la Plaza de América, al sur del parque de María Luisa, Aníbal González construyó una serie de edificios flanqueándola. Estos fueron el Pabellón de Arte Antiguo (Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla), el Pabellón Real y el Pabellón de Bellas Artes (actualmente Museo Arqueológico de Sevilla), con vistas puestas en la Exposición Iberoamericana de 1929. El centro de la plaza está presidido por un estanque con un alto surtidor central que lo acompaña a los lados con unos espléndidos candelabros de hierro forjado. La jardinería es completada en este maravilloso espacio por un trazado de parterres geométricos donde podemos encontrar diferentes variedades florales plantadas. Forma parte de la plaza, la glorieta de Miguel de Cervantes, con paneles de cerámica que hacen alusión a su obra “Don Quijote de la Mancha”, así como también podemos encontrar la glorieta dedicada a Rodríguez Marín. 

La Plaza de España, al norte del parque, está dedicada a todas las provincias españolas, cuenta con forma semielíptica, simboliza el abrazo de España a sus antiguos territorios americanos, mirando hacia el navegable río Guadalquivir que tantas veces unió a la capital hispalense con América. Es la obra culmen de Aníbal González y una de las construcciones más importantes para la Exposición Iberoamericana de 1929. Los bancos se encuentran rodeados por anaqueles, los cuales contenían mapas de cada provincia, obras literarias, fotografías… El sueño que tuvo una vez Aníbal González era hacer del parque una colosal biblioteca pública. Dando nombre así a tantas glorietas con figuras de la literatura española. Un ejemplo de ellas son las de Bécquer, los Hermanos Álvarez Quintero, Dante Alighieri, Luca de Tena, Más y Prat…entre otras que podemos encontrar por el parque. La plaza posee también un canal que para cruzarlo dispone de cuatro puentes, los cuales simbolizan los cuatro antiguos reinos de España: León, Castilla, Aragón y Navarra. 

El parque fue inaugurado el 18 de abril de 1914, siendo el primer parque urbano de la ciudad sevillana. En 1983, es declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Jardín Histórico. 

El Parque de María Luisa ha sido y es un escenario de lujo para muchas grandes producciones cinematográficas y publicitarias, eventos culturales, música… que fijan sus ojos en este precioso enclave sevillano. Sin duda, la unión de naturaleza y patrimonio lo hacen un paisaje admirado y reputado desde el punto de vista artístico, arquitectónico y botánico. 

BIBLIOGRAFÍA: 

  • “Jardines históricos de Andalucía. Arquitectura y conservación de sus paisajes privados”. Antonio Tejedor Cabrera. Universidad de Sevilla (1998). 
  • www.rah.es
  • www.sevilla.org  
  • www.andalucia.org
  • ICAS- SAHP. Fototeca Municipal de Sevilla. 

Ester Cortés Romero es brillante (Carlos L.| editor).
Diplomada en magisterio y Licenciada en Publicidad y RRPP. Enamorada de la Historia, del Arte, de la Cultura, de los libros, y de su ciudad, Antequera, dando valor a muchas otras del resto del mundo -en especial Sevilla y París-.
Una persona JASP (acrónimo de Joven Aunque Sobradamente Preparada). Con capacidades enormes de documentalista, puede dedicar el esfuerzo de horas “de ratón de biblioteca” hasta encontrar un dato fidedigno para dar rigor a sus escritos y a todo lo que hace, porque a ella no le vale cualquier cosa. Su capacidad didáctica descriptiva es otra de sus virtudes, a la que une la pasión por contar a los lectores cosas interesantes de su Antequera natal donde ha sido y es feliz.
Genial conversadora, culta, inteligente, actualizada, sencilla, familiar, deportista practicante, excelente persona…