«LA REVOLUCIONARIA» | Por Carmen Parejo

«La Revolucionaria» | Carmen Parejo

«Las mujeres no llevaban medias. Sus rodillas anchas, abultadas, pulposas, subrayadas por el elástico de los calcetines, asomaban de vez en cuando bajo el borde de sus vestidos«.1

Lo de las rodillas anchas, a las féminas de mi familia nos viene de herencia. Mi abuela Mamá María y mi bisabuela Mamá Josefa ya presumían de ellas. Eran una parte importante de su anatomía porque les servían, no para lucirlas, sino como aliadas en una de las tareas domésticas más tediosas. Esa era una de las razones por las que nunca usaban medias o pantalones; no eran precisamente muy prácticos.

A las mujeres hasta hace muy poco hincarse de rodillas y limpiar el suelo -era un asunto de mujeres- les había llegado a parecer natural, obvio, aunque solo fuera por el hábito de hacerlo.

Fregar de rodillas solo lo soportaban ellas. Les habían enseñado que: «No hay virtud mayor que la humildad, del mismo modo que no hay oración más meritoria que aquella que se reza de rodillas» y supongo que también las tareas domésticas eran más meritorias si se hacían en esa postura. Así que, esa manera de limpiar el suelo “a Dios rogando y… con el cubo fregando” era algo asumido e indiscutible.

A mi madre en cambio no le gustaba postrarse ante nadie. Ella esperaba a que mi padre no estuviera en casa para ponerse a fregar. La imagino meneando las caderas al ritmo de la copla que suena en la radio, estrujando «la gofifa» y con las gafas empañadas del vapor de agua del cubo frente a ella.

En su aniversario de bodas mi padre solía sorprenderla y ese día se presentó en casa con dos regalos:
Cuando ella abrió el primer paquete su mano tocó algo muy suave, muy agradable… ¡unas medias de seda! Sonrió como si le hubiera regalado una tiara de diamantes y las sostuvo en alto para observar su brillo sintiendo el lujo entre sus dedos.

Mientras la miraba ensimismada sacó tras él otro presente: un artilugio ingenioso, un complejo y asombroso artefacto, que consistía en un palo con unas tiras de algodón en el extremo y un cubo.
Ante la cara de mi madre le dijo:

 _ Es una escoba ultramoderna para ser usada por toda la familia y que los hombres también podríamos utilizar sin avergonzarnos… venga, ponte las medias.

Y este fue el día en que esa revolucionaria entró en casa: la fregona.

Referencia: 1 Grandes, A. (2007)El corazón. En El corazón helado (p.6) Barcelona: Tusquets Editores S.A,

Carmen Parejo


Carmen Parejo García nació en Antequera en 1959.
Enfermera Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria, vocación y profesión que ha ejercido en Campillos y Antequera durante 43 años en las múltiples facetas que ese noble oficio le ha brindado.
Además ha desempeñado una importante labor en distintos puestos de gestión:
-Promotora y directora de la Unidad de Residencias.
-Presidenta de la Subcomisión de Enfermería de la Unidad docente del Área Sanitaria norte de Málaga.
– Vocal de la junta de gobierno del Ilustre Colegio de Enfermería.
– Vocal y Socia honorable de la Sociedad Andaluza de Hipertensión y Riesgo Vascular (SAHTA).

Ha participado en numerosos estudios y
artículos científicos.
En 2017 fue reconocida su labor asistencial con el Premio ‘Patrocinio Gómez’.
Está orgullosa de haber podido ser una “divulgadora de salud”, no solo en su consulta diaria, en los grupos de pacientes y cuidadoras, en asociaciones y en los colegios e institutos.
Ha presentado junto a un equipo de compañeros durante más de una década el programa de radio “Ondas de Salud” en Onda Cero y Canal Sur radio.
Apasionada por la historia y la literatura es miembro del Taller Antequerano de Escritura Creativa desde febrero de 2023.