Las Acacias
Nos llegan hasta nuestros días las imágenes del historiador citado Manolo Rodríguez, quien junto a otros asiduos de nuestros archivos desempolva para enseñarnos imágenes inéditas de la Alameda, la cuesta de San Judas, etc...
Juan Manuel Ruiz Cobos
Con esta valiosísima imagen del inconmensurable Manuel Rodríguez García en su brillante y constante investigación sobre la historia de esta que nos acoge, les vuelvo a visitar para hablarles de una vecina que, por desgracia, ha ido desapareciendo de nuestro callejero y no precisamente porque no guarde potencial para estar en él.
La Robinia pseudoacacia, conocida comúnmente como acacia negra o falsa acacia, es una especie arbórea que encontró un lugar especial en el paisaje de Antequera. Su presencia en la zona, marcada por la historia, el carácter y un potencial profundo, llegó a Europa en el siglo XVI, traída desde América del Norte por los jardineros del rey Enrique IV de Francia, Jean Robin y su hijo Vespasien Robin, quienes le dieron su nombre al introducirla en Europa. El epíteto específico pseudoacacia procede del griego “pseudo” = falso, y el género “Acacia Mill.”, que deriva del griego “akis” = espina, por sus posibles semejanzas con algunas acacias africanas. Su rápido crecimiento y resistencia la convirtieron en una especie popular para la reforestación y la fijación de suelos. En Antequera, su introducción se produjo probablemente en el siglo XIX, con el objetivo de recuperar terrenos degradados en las periferias urbanas.
Este es un árbol imponente, de tronco robusto y copa amplia que, entre otros beneficios ecosistémicos, proporciona sombra fresca gracias a su densa textura media en hoja en los días calurosos. Su capacidad para crecer en suelos pobres y secos la convierte en una especie ideal para nuestra biogeografía. Además, la robinia es un árbol que florece en primavera, llenando el paisaje de un aroma dulce e intenso, atrayendo a polinizadores y ofreciendo un espectáculo visual único. Pero más allá de su valor ornamental y ecológico, la Robinia pseudoacacia ofrece un amplio potencial en diferentes áreas. Su madera, resistente y duradera, se puede utilizar en la construcción, la fabricación de muebles e incluso como combustible, aunque a los arboricultores les suele dar algún dolor de cabeza por el desgaste que la maquinaria sufre en su cultivo. Sus flores, ricas en néctar, pueden ser utilizadas para producir miel y otros productos apícolas, algo de lo que muchos hemos disfrutado en nuestra adolescencia. Su capacidad para fijar nitrógeno en el suelo la convierte en una especie valiosísima para la recuperación de suelos degradados.
La Robinia en Antequera es un testimonio del vínculo entre la naturaleza y la historia. Su historia, carácter y potencial la convierten en un tesoro local que merece ser valorado, preservado y potenciado, pues son pocos los ejemplares que han ido quedando, a pesar de haber sido el género que más ejemplares sumaba en los sistemas arbóreos de nuestro núcleo urbano. Nos llegan hasta nuestros días las imágenes del citado Manolo Rodríguez, quien junto a otros asiduos de nuestros archivos desempolva para enseñarnos imágenes inéditas de la Alameda, la cuesta de San Judas, etc. Calles que disfrutaron y hicieron disfrutar a sus vecinos de un arbolado generoso que hoy, con esos portes, se echan de menos en nuestro callejero (1). Así, a las citadas, hemos de sumar las que hubo en el Paseo Real o las presentes en el Camino de la Campsa, donde sí llegaron a tener una proyección de copa importante. Recuerdo haberlas visto también en la Plaza del Carmen, en la Cruz Blanca, la vecina barriada de San Isidro o la Ctra. de Córdoba. Las modas y, sobre todo, su desaparición del viverismo comercial, las han ido apartando de un uso que tiene en nuestro perjuicio un claro perdedor por sus numerosos beneficios y escasas exigencias.
Para aprovechar al máximo el potencial de la Robinia pseudoacacia, es necesario desarrollar estrategias que la integren de manera sostenible en el ecosistema de Antequera. Como todo árbol, su integración en el medio urbano debe seguir ciertas y prudentes pautas. La primera es la disposición de suelo, un volumen útil que, en calidad, permita espacio para raíces fisiológicas y estructurales, condición sine qua non que garantizará el futuro existencial del árbol y que este vea pasar a muchas generaciones. Así, luego vendría la adquisición de una planta sin lesiones o malformaciones biomecánicas que, tras una óptima plantación y entutorado, reciba los riegos precisos en sus primeros pasos urbanos. Todo ello podría resumirse en la máxima de plantar el árbol correcto en el lugar correcto, pero esto está claro ante el desaguisado que muchas veces se plasma en nuestras calles, que esto ya es demasiado simple. Sea como fuere, la Robinia pseudoacacia es un árbol símbolo de resistencia y versatilidad, con diversas propiedades que lo hacen, además de bello, útil para nuestra buena vida.
André Theuriet fue un poeta y novelista francés del siglo XIX, conocido por sus obras que celebran la naturaleza y la vida rural. En su poesía «La Fausse Acacia» (La Falsa Acacia), publicada en 1881 en su obra «Les enchantements de la forêt» (Los encantamientos del bosque), la enarbola como una metáfora plena para nuestro tiempo y vida:
André TheurietEn medio de la aridez del suelo, donde la tierra rechaza brotar, se alza una acacia, fiel y sola, desafiando al sol abrasador.
Sus raíces se hunden profundo, buscando en la sequía persistente, el sustento que la vida le niega, la fuerza que el desierto le roba.
Oh acacia, tu verdor desafiante, es un canto de esperanza y fe, en la dureza de la existencia, una lección de lo que es ser fuerte.
(1) Rodríguez García, M. (2017). Los nombres de la Alameda. ANTEQUERA,PINCELADAS de MANOLO RODRÍGUEZ https://manuelrodriguezgarcia105.blogspot.com/2017/10/los-nombres-de-la-alameda-antequera.html
(2) Rodríguez García, M. (2018). La Cuesta de San Judas. ANTEQUERA,PINCELADAS de MANOLO RODRÍGUEZ https://manuelrodriguezgarcia105.blogspot.com/2018/05/la-cuesta-de-san-judas.html
Juan Manuel Ruiz Cobos es un experto en Jardinería con más de 30 años de experiencia en el diseño, creación y mantenimiento de espacios verdes urbanos. Director técnico de Jardines de Icaria y presidente de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza. Ávido de conocimientos y actualización de técnicas tiene una extraordinaria formación en Infraestructuras Verdes Urbanas. Apasionado de la lectura y de Antequera, de su historia y de su desarrollo como ciudad, de sus costumbres y de su patrimonio cultural, artístico, paisajístico y gastronómico. Gran conocedor, amante y defensor de su pueblo, al que lleva siempre donde quiera que vaya. |
Foto: El Correo de Andalucía