«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
Foto de portada: «robada» de sus redes sociales. Me resultó graciosa y sugerente… (Inspirada en «El Grito», de Edward Munch). Intuyo que a pesar de sus calculadas excavaciones, siempre ha habido en su cara una muestra de asombro, en este caso no es un grito de angustia existencial ( él es sumamente feliz), lo traigo como un grito de ¡WOW!, que imagino expresa cada vez que un hallazgo se hace evidencia.
ChLL. – Manuel, cuando uno camina por Antequera, casi sin querer, pisa historia. ¿Cómo se aprende a mirar el suelo con ojos de arqueólogo?
Manuel Romero. – Si caminas por el casco histórico no es necesario mirar al suelo, esta ciudad, su alcazaba, el paisaje, las calles, los nombres de estas que evocan los antiguos caminos, los epígrafes encastrados en fachadas… te muestran la historia de Antequera sin necesidad de bajar la vista.
Con esta contundencia en la respuesta y acertada evidencia aclaratoria, iniciábamos una conversación Manuel Romero, arqueólogo Municipal de Antequera, y yo en nuestros tiempos libres de hace semanas antes de comenzar «la vuelta al cole».
Desde que lo conocí en diferentes conferencias y actuaciones, le admiro. Charlamos «como si tomando un café» y no quise indagar excesivamente en lo que ya todos conocemos sobre el mapa arqueológico de Antequera.
Manuel Romero Pérez es un hombre serio, lacónico, ensimismado en su cometido y en saborear su vocación, con rigor profesional; sin embargo entrañable, muy cordial, y facilitador de sabidurías que no me caben reseñar en este artículo porque lo haría extensísimo.
Yo, que siempre he sido un seguidor de Antonio Gala en sus distintas facetas, recuerdo un programa de televisión en el que recorrían el mapa escenario histórico de España y su célebre expresión «Si las piedras hablaran… «
Estoy convencido de ello, de que hablan, y de ahí mi encuentro con Manuel Romero, arqueólogo de Antequera, a quien admiro por su rigor profesional y por su estela.
Cuando llegué a Antequera entendí casi instantáneamente que esta no es solo una ciudad; es una ciudad de arte, un palimpsesto de civilizaciones y tiempos, un lugar donde cada piedra y cada rincón, susurran historias que el viento se niega a olvidar.
Bajo sus calles y plazas, bajo el suelo que pisamos a veces distraídos en el atardecer de paseo de un día cualquiera, yacen vestigios de vidas que palpitan en el silencio de los siglos.
Detectando entre muros enterrados y antiguos caminos, trabaja Manuel Romero, arqueólogo municipal y uno de los custodios por su profesión vocacional de la información del alma histórica de esta tierra.
Manuel no es solo «un científico con una lupa»; es también un intérprete del pasado, un contador de secretos ocultos bajo la tierra, un testigo que traduce el lenguaje mudo de los restos arqueológicos en relatos que nos acercan a quienes nos precedieron.
Con una trayectoria que lo llevó en su día a dirigir el Museo de la Ciudad (hoy en día ya no) y a participar en el descubrimiento y estudio de los yacimientos más relevantes de Antequera y en sumas excavaciones, Manuel se enfrenta cada día a la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué esconde nuestro subsuelo? ¿Qué tesoros duermen aún bajo nuestros pies?

En esta entrevista, más que buscar datos o fechas, he querido acercarme al espacio íntimo de lo que siente y ve. He pretendido que me cuente qué significa para él desenterrar el pasado, cómo se siente cuando una pieza emerge de la tierra después de milenios, y qué sueños guarda sobre lo que aún está por descubrir.
Manuel Romero Pérez, arqueólogo antequerano, lleva casi cuatro décadas afinando el oído al murmullo de la tierra. No busca reliquias. Busca relatos.
En la sala Roma del Museo de la Ciudad de Antequera, entre vitrinas y luces tenues, Manuel se mueve como quien vuelve a casa. Ahí está la tumba de Acilia Plecusa, reconstruida piedra a piedra tras ser rescatada del olvido. No habla de ella como un objeto arqueológico, sino como una historia de amor y libertad, tallada en mármol y memoria. “Fue liberta, mujer, poderosa… en un mundo que no se lo ponía fácil”, dice. Y en su voz no hay distancia académica. Hay respeto.
Cuando dirigió las excavaciones de las termas romanas de Santa María. Aquello no fue solo un hallazgo urbano, fue una puerta a la vida diaria de la antigua Antikaria. A partir de ahí, no dejó de escarbar.

Confirmó que bajo el actual castillo se ocultaban los restos de la ciudad romana. Dirigió los trabajos en la Villa Romana de la Estación, donde afloraron algunos de los mosaicos mejor conservados del país. Documentó el sistema de almazaras que abastecían aceite a decenas de miles de personas en época romana. Y por si fuera poco, ha sido sujeto activo y custodio de hallazgos tan simbólicos como La Venus de Antikaria o como la tumba de Acilia Plecusa o las necrópolis de Singilia Barba, donde incluso los muertos parecen esperar que alguien los escuche.
Manuel Romero ha representado otra forma de excelencia. La del arqueólogo territorial, que no sólo excava, que contextualiza. Que hace del mapa un relato, no solo un inventario. | ChL
Su labor fue reconocida, entre otras señalizaciones, por la Universidad Carlos III, con el Premio Nacional Cultura Viva en la modalidad de Arqueología (2012), uno de los premios más importantes en los campos artístico, cultural y científico otorgado por instituciones en España. Pero más allá de medallas, es su influencia lo que perdura. Sus logros han servido para educar a generaciones, transformaron un museo local en un referente regional, y ha contribuido con grandeza de miras a hacer de Antequera un epicentro arqueológico.
Antequera es tiempo, luz, silencio… y piedra. En una ciudad donde el pasado no está dormido, sino esperando, Manuel Romero ha sido uno de sus mejores interlocutores.
…Para quien sabe escuchar, la historia siempre habla.

¿Recuerdas el momento exacto en que supiste que tu vida estaría dedicada a la arqueología? ¿Hubo un lugar, una lectura, una conversación que lo encendiera todo?
Sí, una visita a Singilia Barba a finales de los 70, cuando aún no estaba excavada, luego vinieron varias visitas a Carnicería de los Moros, a los dólmenes, que era como ir a lo que llamábamos “paseo de campo”, a merendar a las afueras de Antequera.
Has explorado yacimientos fundamentales en Antequera. ¿Cuál ha sido el descubrimiento que más te ha conmovido personalmente?
Sin duda alguna, el mes de marzo de 1993, cuando estábamos excavando la tumba monumental de Acilia Plecusa (en ese momento no sabíamos que era su sepulcro) y comenzamos a limpiar el ara funeraria…lentamente comenzamos a leer el nombre de Acilia Plaecusa Sing Barbensis.
¿Cuál es el mayor reto de ser arqueólogo municipal? ¿Es más difícil luchar contra el olvido o contra la burocracia?
El mayor reto de un arqueólogo municipal es llegar a ser arqueólogo municipal en unos años en que sólo existía este puesto en las capitales de provincia (tras la delegación de las competencias en materia de Cultura, a partir de 1985). Los primeros arqueólogos municipales “de pueblo” fuimos mi colega de Priego de Córdoba, Rafael Carmona, y yo mismo. Tardé 10 años en consolidar la plaza y, por aquí vamos.
En un entorno tan cargado de historia como es Antequera, ¿qué parte del pasado crees que aún no hemos aprendido a valorar del todo?
Hay un gran sesgo en nuestro pasado andalusí, sin duda provocado por la propia historiografía de Antequera que, desde el siglo XVI (Ahí está el Arco de los Gigantes) quiso borrar cualquier huella de los andalusíes, en este caso de los “antiqaries”.
Antequera tiene en su subsuelo restos prehistóricos, íberos, romanos, visigodos e islámicos. Este arqueólogo ha contribuido a hacer muchos hallazgos. Y más que piezas aisladas de valor, (que también), estas nos valen para dar sentido a una continuidad histórica.
Vivimos en la era de la inmediatez. ¿Cómo se puede hacer que el ciudadano común sienta el valor de algo que estuvo enterrado durante siglos?
Al arbolito desde chiquitito. La educación desde el principio.
¿Qué papel juega la emoción en el trabajo del arqueólogo? ¿Te has sorprendido llorando ante una piedra o una vasija?
Cuando tu trabajo es tu afición es muy fácil emocionarse. Reconozco que me ha pasado cuando he trabajado en cualquier necrópolis de época romana y se documentan los índices de mortandad infantiles y los de mujeres, prácticamente niñas, que morían durante el parto o inmediatamente después.
Si tuvieras que explicarle a un niño qué hace exactamente un arqueólogo, ¿qué ejemplo usarías?
El arqueólogo es un científico que estudia los restos humanos y materiales del pasado. Es como un médico especializado en hacer radiografías del pasado, descubrir las patologías e interpretar los resultados.

La figura del arqueólogo aún arrastra el mito romántico de Indiana Jones. ¿Qué tiene de cierto y qué de peligroso esa imagen?
Lo positivo es que gracias a este personaje de ficción se popularizó la arqueología a finales del siglo XX. Lo negativo y peligroso es la imagen del arqueólogo saqueador sin metodología que proyectó el personaje.
¿Cómo ha evolucionado la arqueología en España en las últimas décadas? ¿Estamos mejor preparados para proteger nuestro patrimonio?
Hasta finales de los años 80 en nuestro país no existía ni la arqueología urbana (ni siquiera en las grandes ciudades históricas) ni la arqueología profesional. Tan sólo existía la arqueología universitaria con campañas de investigación, normalmente en los meses estivales. Sí que estamos, técnicamente hablando, preparados para proteger nuestro patrimonio, otra cosa es que exista voluntad institucional.
¿Crees que los ciudadanos de Antequera son conscientes de vivir en un auténtico museo al aire libre?
No sé exactamente qué porcentaje, pero sí, hay muchos antequeranos (sobre todo los que viajan con frecuencia) conscientes de que nuestra ciudad es una suerte de museo vivo al aire libre.
¿Qué parte de la historia de Antequera te gustaría poder desenterrar literalmente algún día? ¿Algún lugar que aún guarda secretos?
Sin duda alguna el foro de Singilia, el resto de la villa romana de la Estación y las necrópolis andalusíes de la “Madina Antaqira”.
¿Qué importancia tienen los Dólmenes en el imaginario de la ciudad y qué crees que aún no se ha contado de ellos?
Creo que la persona idónea para responder esta pregunta es Manuel Vergara Carvajal y sus publicaciones, especialmente “Papeles de MENGANO”. Sobre la segunda parte de la pregunta, creo que hay muchísimas cosas que no se han contado de los Dólmenes, especialmente las relativas a su intrahistoria.
En tu experiencia, ¿qué yacimientos han desafiado más tu intuición arqueológica? ¿Alguno que te haya “engañado”?
No tengo que pensarlo, en el año 1994 cuando mi colega Ángel Recio (arqueólogo de la Diputación de Málaga) y yo prospectábamos parte de la vega de Antequera para la redacción del nuevo PGOU y llegamos a la altura de Caserío Silverio. Zonificamos y protegimos el yacimiento de “pura chiripa”, allí sólo se veían cuatro pedacitos de teja y ladrillos de época romana, lo interpretamos como un yacimiento menor, de poca importancia. Gracias a esta zonificación y protección (arqueología preventiva) se tuvo que excavar previamente a las obras del AVE (2011-2013), la sorpresa fue mayúscula: una de las villas más interesantes de la Bética romana. Entre los mosaicos: el único que a ciencia cierta representa, nada más y nada menos, que al río Tíber identificado, además, con versos de Virgilio.
Solicitado en diferentes países para impartir conferencias … Las más recientes en Polonia, Portugal, Finlandia, Francia…


El Museo de la Ciudad, MVCA, que has dirigido durante años, es una joya cultural. ¿Qué pieza te gustaría que todo visitante se detuviera a mirar con atención?
El ídolo hermafrodita del Bronce final, el mosaico del río Tíber, la tumba de Acilia, el Efebo y el pendón de Antequera. Si sólo puede ser una, el Efebo, por supuesto.
Cuando trabajas en una excavación, ¿cómo cambia tu percepción del tiempo? ¿Es posible no sentirse insignificante frente a los milenios?
Eres consciente de lo pequeño que es el ser humano y de su soberbia frente a la naturaleza.
¿Hay alguna técnica, hallazgo o corriente moderna que esté revolucionando la arqueología actualmente y que deberíamos conocer?
La tecnología LIDAR aplicada a la arqueología, mediante una especie de mapeo laser desde satélite nos permite eliminar la capa de masa forestal, edificios, etc. Esto nos deja una vista del suelo «pelado» donde es más fácil visualizar las estructuras que pueden estar bajo el subsuelo.
¿Qué opinas del turismo arqueológico? ¿Puede ser un aliado para la conservación o puede llegar a banalizar el pasado?
Todos somos turistas en algún momento, el turismo cultural puede ser un gran aliado para conservar nuestro pasado siempre que se prevean y evalúen los posibles impactos de las visitas, de su número y que la puesta en valor con todos los factores que intervienen en ella (infraestructuras, recreaciones, guías turísticos…) sean rigurosos desde el punto de vista histórico.
Si tuvieras que escribir una novela basada en tus experiencias como arqueólogo, ¿qué trama no podría faltar?
Los años 90 hasta 2004 y los Dólmenes de Antequera.
Cuando hablas de «tesoros arqueológicos», ¿a qué te refieres exactamente? ¿Son siempre piezas materiales o a veces también lo inmaterial puede ser un tesoro?
Son piezas materiales, como las que he mencionado en el museo de la ciudad, pero también hay muchos aspectos intangibles como por ejemplo la propia idiosincrasia del antequerano desde la prehistoria, siempre en cruce de caminos, bebiendo de todas las culturas que se han asentado en nuestras tierras, en medio de todo y buscando su propia identidad. Granadino, sevillano, malagueño y cordobés . Y no necesariamente por este orden.
De todos los hallazgos que has tenido entre tus manos, ¿cuál considerarías tu «tesoro personal»? Ese que te acompañará siempre.
La Venus de Antikaria.
En el vasto paisaje arqueológico de Antequera, ¿cuáles son para ti los tres hallazgos o conjuntos más importantes, los que deberían estar en la mente de todo ciudadano?
¡Cuán largo me los fiais amigo Sancho! Todo lo que se excava en el paisaje de Antequera es una nueva pieza al puzle de su historia, la propia vega es el yacimiento arqueológico más importante de Antequera, el que debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
¿Hay algún yacimiento que te obsesione, que sientas que aún tiene mucho que decir, aunque no se haya explorado del todo?
El casco urbano de la ciudad, el denominado nº 51 en el PGOU.
¿Crees que Antequera aún guarda en su subsuelo una «gran sorpresa»? ¿Hay zonas de la ciudad que te intrigan especialmente por lo que podrían esconder?
Si, especialmente su periferia, la unión del casco urbano actual con la vega.
¿Qué papel juega la intuición en tu trabajo? ¿Alguna vez has sentido que «debajo de esa piedra había algo», y se ha confirmado?
La intuición es primordial en un arqueólogo, pero, más importante es la experiencia y esa sólo se adquiere con los años. Quienes excavaron conmigo la tumba de las Maravillas saben que yo pronostiqué (pura chorra) que era la tumba de Acilia antes de localizar su inscripción, por aspectos como su monumentalidad y la cronología del monumento.
¿Serías capaz de estimar, aunque sea «grosso modo», qué porcentaje del pasado de Antequera sigue enterrado? ¿Más del 50%? ¿Mucho más?
Mínimo un 90 %.
La revolución científica no ha sido una revolución del conocimiento. Ha sido, sobre todo, una revolución de la ignorancia. El gran descubrimiento que puso en marcha la revolución científica fue el descubrimiento de que los seres humanos no saben las respuestas a sus preguntas más importantes. |
Contado a Charles por Manuel Romero
¿Cómo afecta la expansión urbana moderna a la posibilidad de excavar y descubrir nuevos restos? ¿Es una amenaza o puede ser una oportunidad si se gestiona bien?
Lo importante es que se cumpla lo que establece el PGOU y el PEPRI con respecto a la normativa arqueológica. Hay una buena carta arqueológica de Antequera. El 95 % de nuestros conocimientos actuales sobre arqueología antequerana proceden de la arqueología preventiva. Otra cosa es la puesta en valor de los yacimientos, si hoy podemos visitar la Villa Romana de la Estación es gracias a la arqueología preventiva y a una firme apuesta por poner en valor el yacimiento.
¿Cuál es el mayor error que podemos cometer con nuestro patrimonio arqueológico?
Pensar que todo es asequible y no elaborar y ejecutar los debidos planes de mantenimiento. La conservación arqueológica es el principal reto que tenemos los profesionales de este sector del patrimonio.
Has mencionado en otras ocasiones la importancia de los contextos. ¿Por qué a veces un simple fragmento puede ser más valioso que una pieza completa?
La pieza en un contexto arqueológico es fundamental para dotar de un relato al yacimiento. Fuera del yacimiento, aislada o expoliada, puede tener valor artístico o económico, pero no forma parte del relato de la historia.
¿Qué opinas del coleccionismo privado de piezas arqueológicas? ¿Dónde está el límite entre el interés legítimo y el expolio?
Si una pieza procede de un expolio no existe el interés legítimo.
¿Qué lugar de Antequera te parece más mágico cuando cae la tarde y sabes que, bajo tus pies, aún late la historia?
Hace una semana coincidí al amanecer, no al atardecer, en un yacimiento prehistórico (no puedo decir cuál por cuestiones de seguridad), sobre una colina, en mitad de la vega… hacía años que no me sentía tan bien, había viajado seis mil años atrás.
¿Cómo gestionas emocionalmente la parte de pérdida en tu trabajo? Es decir, todo lo que sabes que ha desaparecido sin dejar rastro.
Intento imaginarlo, aunque pienso que siempre queda algo, aunque sea una noticia oral.
¿Qué técnicas actuales te parecen más prometedoras para poder descubrir sin excavar, para “leer” el subsuelo sin intervenir directamente?
Las técnicas de georadar y las que he mencionado antes del LIDAR.
Una más personal: si un día alguien excavara sobre los restos de nuestro presente, ¿qué objeto tuyo crees que les ayudaría a entenderte mejor?
Algo personal… te diría que cualquier agenda entre el 97 y el 2025.
Y por último, Manuel, ¿qué legado te gustaría dejar? ¿Cómo te gustaría que te recuerde Antequera dentro de cien años?
Los romanos se preocupaban mucho de esto, por eso, los que tenían medios económicos, dejaban tantas inscripciones o epígrafes. Hay una frase de Propercio, un poeta romano del siglo I a.C., que colocamos en un vinilo en el museo de Antequera (me imagino, no lo sé, que todavía estará allí) “ Quandocumque …breve in exiguo marmore nomen ero” “Toda vez que pronto…sólo seré un nombre en un pequeño mármol”.
Pues yo creo que no merezco ni eso, ni el recuerdo, porque he trabajado y sigo trabajando en lo que me gusta. Estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado, rodeado de la gente adecuada y supe aprovecharlo.
Manuel Romero en conversación con ChLL para atqmagazine
Siempre he dicho que me recuerda a Howard Carter. Y para mí, comparar a Manuel Romero con él no es exagerar, sino reconocer que la grandeza arqueológica no se mide en la fama del muerto hallado, sino en la vida que se devuelve al presente.
Y si Carter ofreció al mundo los secretos del Egipto faraónico, y dio a aparecer la tumba de Tutankamón, nuestro arqueólogo antequerano ha hecho lo propio con nuestra parte de la Roma de la Bética, desde las termas hasta las almazaras, desde los mosaicos hasta la intimidad de la tumba de amor y redención de nuestra Acilia Plecusa. Un relato que aún conmueve a quien lo escucha. | ChLL

Foto: prestada de su Facebook.

Casi siempre elige sus viajes de ocio de fin de semana y vacaciones a lugares que le aportan algo a su vocación arqueológica y a su serenidad mental: aquí en Medinaceli, Pirineos y Pompeya … inteligentes y apacibles decisiones. Fotos «robadas» con complicidad familiar.


