TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo): la enfermedad de la duda | Por Cristina Díaz Reina

Atq Magazine ha llegado a Cristina Díaz Reina por recomendación desde muchas vías que ensalzan su amplio curriculum y su prestigio profesional consolidado con más de 23 años de experiencia en la Salud Emocional y Mental. Fue una de las psicólogas pioneras en Andalucía en aplicar EMDR, terapia recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Desde 2005 lleva aplicando y desarrollando con éxito este tratamiento como parte de su modus operandi.
Entre sus especialidades profesionales, figuran el tratamiento de la Ansiedad, de la Depresión, del Trauma, Disociación y Estrés postraumático, de las Fobias, del TOC
(Trastorno Obsesivo Compulsivo), Terapia de pareja y sexualidad, así como de la aplicación acreditada de EMDR como Clínica Especialista.

Un día leí una frase que me encantó “Si quieres ser feliz abraza la incertidumbre”. Y es que el ser humano tiene una gran necesidad de control, nos angustia y nos crea malestar el no saber o no conocer lo que va a ocurrir. Queremos saber… si va llover en nuestras vacaciones, cuándo echarán la próxima temporada de la serie que acabamos de terminar, qué están haciendo las personas que nos rodean a tiempo real…

Si nos ponemos a pensar hay muchas cosas que están enfocadas a satisfacer esta necesidad de control, como son las aplicaciones, internet…

Por ello, el tema que nos ocupa es hablar de cuándo esta necesidad de control se convierte en un trastorno de ansiedad llamado Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Para empezar  a hablar de este trastorno que tanto me apasiona es importante definirlo y distinguirlo: no es lo mismo la personalidad obsesiva, el trastorno obsesivo compulsivo o que tengas preocupaciones continuas y rumiativas sobre algún tema en concreto.
A veces aparecen conjuntamente pero en ocasiones no. Lo que sí tienen en común es que está asociado a niveles de ansiedad y sufrimiento en las personas que lo padecen.

La personalidad Obsesiva o Anancástica (a mi me encanta seguir empleando este terminología más antigua) se caracteriza por  preocupación por los detalles, reglas, orden, organización y horarios, de gran perfeccionismo. Lo que le lleva  muchas veces a no acabar lo empezado o incluso tardar mucho en la finalización de las tareas, devoción excesiva al trabajo o al estudio en detrimento de actividades de ocio. Es como si no se permitieran a sí mismos disfrutar o como muchas veces me dicen “como si estuvieran perdiendo el tiempo si se quedan un rato viendo una peli o saliendo con amigos.”
Meticulosidad excesiva e inflexibilidad en temas morales, éticos, políticos…
Pueden tener problemas para tirar o desprenderse de objetos que ya no usan o que ya no sirven; problemas para delegar tareas o actividades a los demás “es que no lo van a hacer como yo”

A priori no deben ser rasgos negativos, siempre digo que me encanta rodearme y trabajar con personas anáncasticas porque son fiables y efectivas. El problema viene cuando estos rasgos son tan intensos que empiezan a producir niveles de ansiedad altos, problemas de estrés, dificultades en las relaciones sociales o de pareja, o incluso abandono de carreras universitarias o trabajos.
De ahí que, aunque podamos tener rasgos de este tipo de personalidad no siempre crean problemas en nuestra vida diaria. Es por ello que trabajar en la flexibilidad de los pensamientos, comportamientos… manejar el perfeccionismo y la delegación de funciones, la satisfacción en actividades de ocio, de deporte, de placer… puede mejorar mucho a la persona que lo padece.

Todo el mundo en algún momento de nuestra vida pasamos por momentos en los que una idea o pensamiento se apodera de nuestra mente y es como si no existiera otra cosa (sobre todo en esos desvelos por la noche), pero normalmente cuando buscamos la solución a eso que nos preocupa o aceptamos lo que nos ha pasado, suele cesar el malestar y el sufrimiento.

La persona que sufre de Trastorno Obsesivo Compulsivo experimenta pensamientos intrusivos y no deseados de temática muy diferente y con mucha frecuencia (aunque no siempre) seguidos por conductas que buscan bajar el malestar de esos pensamientos como pueden ser comprobaciones, actos o rituales. Pero lejos de aliviar el malestar, estas conductas terminan agravando y cronificando este trastorno porque, haga lo que haga, la duda crecerá y se ampliará a más pensamientos. Es como si regásemos una planta enredadera que cada vez crece más y nos atrapa mucho más, haciendo que la persona viva en un continuo estado de alerta.

Hay muchos tipos de TOC y estos pueden variar en diferentes momentos de la vida. También se van a ver muy agravados en situaciones de estrés o cambios vitales. Algunos de ellos serían:

Contaminación: es el miedo a que algo pueda contagiarnos o provocar la muerte o enfermedad o muerte de algún ser querido. La compulsión sería limpiar de manera intensa y desproporcionada manos, objetos…
A veces incluso siguiendo un ritual, tirar, quemar objetos que puedan pensar contaminados, evitar ir a sitios, dar la mano…
Lejos de bajar el malestar esto termina aumentándolo porque nunca algo está suficientemente limpio y se empieza a evitar lugares, sitios… encerrándose la persona cada vez más en sí misma.

Enfermedad: es el miedo a padecer un tumor o cualquier tipo de enfermedad grave. La compulsión aquí sería estar continuamente comprobando la existencia a través de leer en internet, mirarse en el espejo el supuesto bulto o inflamación, preguntar a los familiares por dicho bulto, ir al multiples médicos,… calma momentánea que aumenta posteriormente cuando piensa por ejemplo que el médico no ha visto bien lo que tenía o que incluso no ha querido decirle la enfermedad que de verdad padece.

De simetría u orden: El paciente siente la imperiosa necesidad de tener los objetos alineados o siguiendo determinadas pautas autoimpuestas, la pérdida de tiempo hace que por ejemplo dejen trabajos sin terminar incluso abandonen estudios o profesiones.

De relación: dudas intensas y rumiativas sobre la idoneidad de la relación, se analiza constantemente la profundidad de los sentimientos de la pareja, poniendo bajo una lupa cada detalle y buscando fallos. Se busca la aprobación y reafirmación de la pareja de manera continua.

De tipo sexual: miedo a sentir deseo por un miembro de la propia familia como un hijo, a sentirse atraído por personas del mismo sexo, por niños, etc. Esto produce un gran sufrimiento alejando a la personas que lo padecen de sus seres queridos por miedo a sentir este supuesto deseo.

De Impulsión: es el tipo de TOC que más sufrimiento produce y del que más cuesta hablar. La persona que lo padece tiene mucho miedo a hacerle daño a un ser querido o a sí mismo… pensamientos intrusivos de clavar un cuchillo a su pareja, de imaginarse suicidándose etc.

Recibir un tratamiento apropiado, ser constante y aferrarse a la terapia psicológica; son las claves para superar el TOC. En los casos mas graves el llevar un tratamiento combinado de fármacos y psicoterapia da unos excelentes resultados. En mi experiencia el tratamiento con la técnica EMDR unido a pautas conductuales de evitar las comprobaciones y compulsiones es el más acertado. Dotar al paciente de la comprensión y el conocimiento del origen de su trastorno, desensibilizar el malestar ante esos pensamientos, así como darle herramientas para detectar y prevenir los inicios de crisis hacen que las personas puedan llevar una vida plena. 

Y para acabar con la frase con la que empecé este artículo, yo le añadiría lo siguiente:

“Si quieres ser feliz abraza la incertidumbre y confía en tu capacidad de afrontar todo aquello que venga”… porque ahí está la clave, en confiar en la capacidad inmensa del ser humano para afrontar la adversidad.

Cristina Díaz Reina | para AtqMagazine