En portada, Salvador Rivas, de extraordinaria versatilidad artística ante una de sus obras.
La exposición “Nocturno antequerano” recoge hasta el próximo 16 de mayo una extraordinaria colección inédita que ofrece perspectivas y panorámicas únicas tanto del entorno natural como urbano de la ciudad
Los hospitales son lugares que desearíamos visitar lo menos posible. Sin embargo, hay ocasiones en que sus instalaciones nos ofrecen sorpresas tan gratas como la que, durante estos días, podemos encontrar en el Hospital de Antequera. Y es que, desde el pasado día 21 de abril y hasta el próximo 16 de mayo, el espacio de exposición de dicho centro, situado en el ala izquierda de su planta baja, acoge la muestra “Nocturno antequerano”. En ella se recoge una colección de treinta fotografías realizadas por Salvador Rivas a lo largo de tres años, en las que, como puede deducirse, el denominador común son los cielos nocturnos captados en el entorno de la localidad.
La atracción que Salvador Rivas siente por captar la belleza que nuestros cielos pueden ofrecernos es solo comparable a su paciencia y empeño para esperar ese momento en que la luz sea la adecuada o para buscar la perspectiva ideal, el punto óptimo, la coordenada precisa, algo que a menudo le lleva a lugares tan apartados e inaccesibles que no están exentos de riesgo. Es este el modo en que, mediante el uso de un aparataje y una tecnología de complejidad media, Rivas logra plasmar paisajes nocturnos que, pese a dar la impresión de estar retocados o manipulados digitalmente, son algo estrictamente real, captado y tratado, eso sí, con los medios y el conocimiento adecuado. El resultado no puede ser más fascinante.
Al igual que de Cees Nooteboom se ha dicho que, pese a ser holandés conoce mejor España que la mayoría de los españoles, con Salvador Rivas (Málaga, 1966) podría establecerse un paralelismo similar, pues demuestra conocer el entorno de Antequera de una manera tan minuciosa y apasionada que no le es ajeno ningún rincón, ningún mirador, ningún aprisco, ninguna fuente, desde la Torre Hacho a Los Nogales pasando por Jeva o la Peña de los Enamorados. Son diferenciables, sin embargo, dos motivos recurrentes en sus excepcionales imágenes nocturnas: El Torcal y la Vía Láctea. El Torcal, como laberinto de fantasías naturales, como ciudad mágica de piedra, como fuente inagotable de inspiración. La Vía Láctea, como ese reguero de luz y misterio que se derrama cada verano en nuestros cielos para recordarnos que somos apenas la periferia de algo inmenso y sobrecogedor, que no es, a su vez, más que una gota de leche en un océano indescifrable.
La pericia y el afán de Salvador Rivas hacen que las estrellas tengan rastro –menos la Estrella Polar, siempre inmóvil– al igual que nos permite ver las lunas de Júpiter, como una especie de minúsculo cortejo alrededor de ese gigante gaseoso situado a más de 700 millones de kilómetros, o atisbar la misma Andrómeda, nuestra galaxia vecina, situada a 2,5 millones de años luz, ahí a la vuelta de la esquina como si dijéramos.
Rivas, con sus horas de paciencia en noches claras, nos lleva a maravillarnos con un cielo estrellado e insondable sobre la calma lámina de agua del pantano de Peñarrubia, o a sobrecogernos con otro cielo no menos profundo y enigmático desde la Cueva de los Porqueros. A veces nos demuestra que la propia ciudad, Antequera, nos puede dejar boquiabiertos con una panorámica de las esbeltas torres de San Sebastián y San Agustín desde la parte alta de la ciudad o con una vista de la ermita de la Veracruz, fotografiada casi en completa ausencia de luz.
En “Nocturno antequerano”, exposición realizada con la colaboración de la Agrupación Fotográfica Antequera (AFA), la Federación Andaluza de Fotografía (FAF) y el programa Espacio para el Arte del Hospital de Antequera, encontramos, por último, una faceta reivindicativa de nuestro patrimonio natural y paisajístico, puesto aquí en valor desde las pupilas de un apasionado de esos cielos que a veces la contaminación lumínica nos vela casi por completo pero que siempre están, siempre han estado ahí.
Juan Montiel

Juan Montiel es Premio Ignacio Aldecoa 2025 con su libro ‘Cada lunes de aguas’.
Pasó por nuestra ciudad invitado al II Festival Literario de Antequera y se quedó maravillado también con la exposición que Salvador Rivas nos regala en el Hospital de Antequera