«Un foráneo en el paraíso» | ChLL para atqmagazine
El Ayuntamiento de Antequera ha puesto en marcha un programa de visitas guiadas a la Villa Romana de la Estación, con anfitriones de Ciudades Medias del Centro de Andalucía – Antequera, a través de reservas en el Museo de la Ciudad.
Son los comienzos para visita del público en general, que ahora podemos apreciar una nueva joya arqueológica en nuestra mirada al pasado de Antequera
Es cierto que no todos los días uno tiene el privilegio de caminar por un lugar que, durante siglos, estuvo oculto bajo la tierra y que ahora, piedra a piedra, vuelve a contarnos su historia. La Villa Romana de la Estación nos recibió anteayer en la tarde noche a un grupo como se reciben los momentos verdaderamente memorables. Con el sol de septiembre filtrándose entre las pérgolas que protegen sus mosaicos, con el rumor del agua aún imaginado, y con el aroma sutil de un jardín que no es de ahora, sino de entonces.
La visita fue algo más que una lección de historia. Guiados en nuestro caso por Lucía Montes, de la red de Ciudades Medias, el recorrido se transformó en un relato vivo. Su entusiasmo, su manera de explicar los espacios, los usos, los símbolos… hizo que las ruinas fueran mucho más que piedra antigua. Uno no puede evitar cerrar los ojos y ver, o al menos intuir, la grandeza que tuvo esta villa con más de 20.000 metros cuadrados de arquitectura compleja, terrazas, mosaicos, termas, esculturas y estanques en conformación ninfeo. Y eso que solo se ha excavado un 20 %.

Los auriculares inalámbricos permiten seguir la visita a tu aire, mirando donde quieras, escuchando siempre por «pinganillo» a la guía.
La villa, de carácter suburbano, fue una lujosa residencia aristocrática romano-bética, que combinó funciones residenciales, agropecuarias y de representación social. Estuvo en uso durante casi cuatro siglos, destacando por su elaborada arquitectura, refinados mosaicos y elementos escultóricos de alto valor. Se estima que hasta un 80% del yacimiento permanece aún por excavar, lo que convierte a esta villa en un inagotable foco de investigación y conocimiento sobre el pasado romano de la Vega de Antequera.
El agua, omnipresente (ahora en la imaginación de cómo transcurría), juega aquí el papel que solo los romanos sabían otorgarle. No era para ellos un simple recurso, era también un elemento escenográfico, simbólico, esencial.
Los mosaicos, que te atrapan con una delicadeza hipnótica, la imaginación de las esculturas halladas (ya depositadas en el MVCA) y de la configuración de la villa con los paneles explicativos y las explicaciones de Lucía, los fragmentos encontrados… habla de una familia que no escatimó en lujos ni en símbolos. Cada ángulo de esta villa suburbana bética refleja un gusto sofisticado y un estatus que se expresaba tanto en el mármol como en la geometría de los espacios.

No hablamos de una casa de campo cualquiera. Esta fue una residencia aristocrática romano-bética, diseñada para el placer, la producción agrícola y la representación social. Y eso se nota en cada detalle: en los pasillos, en los peristilos, en las estancias dedicadas al agua y al descanso, en el lugar que ocupa la naturaleza en su diseño…
Para mí, detenerme en apreciar el jardín, fue otro de los momentos especiales. No se trata de una simple decoración añadida al conjunto, sino de una reconstrucción botánica rigurosa y sensible, llevada a cabo por la empresa local Jardines de Icaria (me gustó tanto que quise saber quién lo había hecho) . Su trabajo ( imagino que bien asesorados por el servicio de Arqueología Municipal), no solo aporta belleza y contexto, sino también conocimiento. Para recrear fielmente la vegetación de la época romana, se han investigado fuentes clásicas, tratados de jardinería antiguos y ejemplos de otras villas romanas del Mediterráneo.
Es un jardín que habla con respeto, con verdad. Una intervención que no impone, sino que acompaña al relato arqueológico con un lenguaje vegetal que emociona por su delicadeza. Han conseguido darle al espacio una atmósfera distinta, más cercana, más humana…
Pasarelas accesibles, cubiertas respetuosas, iluminación escénica, consolidación estructural para su musealización… permiten visualizar en nuestra imaginación una recreación muy conformada de cómo era.

Me gusta mucho haber asistido a esta visita, me gusta cómo me la han explicado y agradezco que la hayan puesto en valor para que el mundo la pueda apreciar como un resto arqueológico tan importante que es.
¡Mérito de muchas personas,… desde el arqueólogo y sus equipos de técnicos y participantes en las excavaciones, el arquitecto que diseñó la reconstrucción, los gestores de las distintas administraciones que la han devuelto a la vida para que podamos recrearnos en su monumentalidad arqueológica, trabajadores …
Todo con el cuidado de quien no solo restaura, sino que escucha al lugar.
Porque estos muros, heridos por el tiempo, aún tienen mucho que decir.
Pero la villa también guarda tesoros en forma de esculturas que no están allí. Estuvieron y al ser encontradas en las excavaciones, ahora las conserva el Museo de la Ciudad (MVCA). Piezas que hablan de estatus, sí, pero también de gusto, de cosmopolitismo, de ese deseo romano por rodearse de belleza.
Recordé que Ester Cortés y yo habíamos indagado tiempo atrás para hablar en nuestra revista sobre los BIC de Antequera y con ello, del catálogo de piezas arqueológicas halladas en esta excavación. (Clica aquí si quieres saber más)
Busto femenino cabeza de Venus
Pata de felino en bronce
Fragmento de pierna de un fauno
Fragmento de brocal de pozo con pliegues de vestimenta
Máscara en mármol de Melpómene
Escultura de Amorcillo o Erote
Escultura de Eros dormido
Clípeo con bajorelieve de rostro masculino
Cabeza de Sátiro, escultura
Cabeza de pez, escultura
La villa se ubicaba con cuidado estratégico, junto a una vía romana que conectaba con Málaga y Córdoba, lo suficientemente cerca del centro urbano como para participar de su actividad, pero alejada del ruido y de las zonas productivas. A unos 300 metros de distancia de las instalaciones agrícolas, el entorno ofrecía un equilibrio entre prestigio y bienestar. Esto se refleja en la arquitectura: un amplio peristilo de dos niveles, sostenido por columnas de mármol procedente de El Torcal; un enorme estanque capaz de albergar 180.000 litros de agua, con surtidores decorativos (entre ellos, la enigmática figura de un hipopótamo); un sistema de ventilación natural que aprovechaba un manantial subterráneo, y unas termas completas que hablaban del arte del descanso.

Licinia Logas, una de las mujeres más influyentes de la Antikaria romana y domina de la Villa, en una recreación teatralizada con la diosa Venus:
A lo largo del tiempo, los arqueólogos han recuperado piezas que revelan el gusto y la sofisticación de sus habitantes: once mosaicos que combinan belleza geométrica y simbolismo, entre ellos el curioso «nudo de Salomón»; teselas recubiertas de pan de oro, mármoles de distintos colores procedentes del Mediterráneo, esculturas como una Venus del siglo II ( nuestra Venus de Anticaria) o el busto del emperador Nerón, además de monedas, bronces, restos marinos y una escultura de origen griego que quizá llegó hasta allí como parte de un intercambio o botín.
Me fui pensando que Antequera, con esta villa, se regala a sí misma una nueva puerta de entrada a su pasado. Un pasado romano del que muchas veces hablamos en abstracto, pero que aquí se hace tangible. Palpable. Real y a la vez Imaginable. Aún conserva ese aliento.

¡Qué sensación!… Como si aquella familia romana, en su espléndido retiro campestre, nos hubiera dejado un mensaje suspendido entre siglos… el arte, la naturaleza y el agua… un espacio donde el tiempo, por un ratillo en la visita, se detiene.
Vale la pena volver.
Las visitas a la Villa Romana de la Estación se canalizan a través de las oficinas del Museo de la Ciudad de Antequera, ofreciéndose visitas guiadas colectivas previa reserva en las dependencias del MVCA o vía telefónica (952 70 83 00).