Un Monumento Vivo en el Barrio de San Isidro: Abies pinsapo

En el popular barrio de San Isidro de Antequera, no muy lejos del gomero del que hemos hablado recientemente, se alza otra joya botánica: un Abies pinsapo, conocido simplemente como pinsapo.

Este árbol singular, situado a escasos 15 metros del Ficus elastica mencionado, comparte espacio con otras especies majestuosas en un grupo que parece haber sido plantado con esmero y visión por un vecino entusiasta. La disposición homogénea y la diversidad de árboles sugieren una verdadera «escaramuza botánica» de alguien comprometido con embellecer y enriquecer el entorno urbano.



El caso del pinsapo merece atención especial, no solo por su porte elegante y su resistencia, sino también por su simbolismo. Es un árbol con profundas raíces en nuestra región, ya que su área de distribución natural se encuentra a tan solo unos kilómetros, en las Sierras de Ronda y Grazalema. Este espacio privilegiado es uno de los pocos lugares en el mundo donde esta especie se desarrolla de forma autóctona, convirtiéndolo en un emblema de biodiversidad y exclusividad.

Dado que hace muy poco nos encontrábamos en fechas navideñas, no podemos evitar asociar al pinsapo con los tradicionales árboles de Navidad. Aunque hoy en día los pinos y abetos de decoración suelen ser de especies comerciales cultivadas específicamente para este propósito, el uso de coníferas como símbolo festivo tiene una historia milenaria. Su origen se remonta a culturas europeas que veneraban los árboles perennes como símbolos de vida y renovación durante el solsticio de invierno. Esta tradición evolucionó hasta convertirse en el árbol decorado que hoy conocemos.

El pinsapo, con su porte piramidal perfecto, sus acículas densas y su resistencia a condiciones adversas, encarna todos los valores que se asocian con los árboles navideños: fortaleza, perennidad y belleza. Además, el pinsapo cuenta con una peculiaridad: sus hojas puntiagudas, cortas y coriáceas, le otorgan una apariencia robusta y única, diferenciándolo de otros abetos comunes como el Abies alba o el Abies nordmanniana.

El hecho de que este pinsapo crezca con esplendor en el barrio de San Isidro es un testimonio de los cuidados que probablemente recibió desde sus primeros años. Este árbol no es fácil de adquirir ni de cultivar fuera de su entorno natural, lo que refuerza la hipótesis de que su plantación fue obra de alguien con un fuerte compromiso con la naturaleza y el paisajismo.


La proximidad de Antequera a la Serranía de Ronda, uno de los últimos refugios naturales del pinsapo, nos recuerda cuán cerca estamos de una riqueza botánica excepcional. Este espacio privilegiado, casi único en el mundo, alberga a esta especie que ha sobrevivido desde el Período Terciario, resistiendo cambios climáticos y eventos geológicos. Que un ejemplar de esta magnitud se encuentre en nuestro tejido urbano es motivo de orgullo y una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la conservación de estas especies emblemáticas.

En el pinsapo se dan destacadas curiosidades, pues tratamos con un ser vivo  muy antiguo y escaso, lo que se viene a denominar en botánica como relicto. En este caso del terciario, desde donde nos viene como una gran surperviviente entre las pocas especies que lograron sobrevivir a los cambios climáticos que extinguieron gran parte de la flora de su época. Es un verdadero «fósil viviente». Asimismo, su área de distribución natural se restringe a las Sierras de Ronda, Grazalema y una pequeña población en Marruecos (Abies pinsapo var. marocana). Su adaptación a la sequía y las temperaturas extremas son sin suda alguna la peculiaridad que lo acerca al mediterráneo para hacerlo brillar entre las coníferas.

Este singular ejemplar de pinsapo con el que hacemos vecindad en el barrio de San Isidro, nos debe de recordar que cada árbol cuenta una historia de esfuerzo, adaptación y resiliencia. Al igual que el gomero, este ejemplar nos invita a valorar y proteger nuestro patrimonio natural, tanto el urbano como el silvestre. En las recientes fechas pasadas, rodeados de luces y decoraciones navideñas, no hemos olvidado el verdadero regalo que representan estos monumentos vivos: un legado verde que trasciende generaciones y conecta nuestra ciudad con la historia natural del mundo. Feliz año nuevo.


Juan Manuel Ruiz Cobos es un experto en Jardinería con más de 30 años de experiencia en el diseño, creación y mantenimiento de espacios verdes urbanos. Director técnico de Jardines de Icaria y presidente de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza. Ávido de conocimientos y actualización de técnicas tiene una extraordinaria formación en Infraestructuras Verdes Urbanas. Apasionado de la lectura y de Antequera, de su historia y de su desarrollo como ciudad, de sus costumbres y de su patrimonio cultural, artístico, paisajístico y gastronómico. Gran conocedor, amante y defensor de su pueblo, al que lleva siempre donde quiera que vaya. |
Foto: El Correo de Andalucía