En el Día de la Salud Mental, 10 octubre, se hacen imprescindibles algunas reflexiones como las que aquí refleja este reconocido especialista. Os ofrecemos de nuevo este artículo publicado en Mayo pasado.
Con una brillantez fuera de lo común y una oratoria inusitada, este profesional de la Psicología supo entrar en el alma de los asistentes a la Biblioteca de Antequera el pasado 9 de mayo, para «voltearla» primero y para llenarla de esperanza, después.
Las palabras y los datos que entraban en nuestros oídos y vía cerebro se instalaban desgarradoramente en el alma, solo tuvieron esencia de bálsamo cuando nos ayudó con información a ser partícipes con nuestra actitud de un acogimiento social de esta problemática en distancias cortas: ser corchos de salvación, que devuelve la esperanza a la vida de los otros.
Por supuesto que apuntó otras medidas necesarias como caldo de cultivo social que disminuirían muy considerablemente el problema.
El público que llenábamos la sala habíamos sido convocados públicamente a esta charla educativa, ‘‘Acciones para la prevención del suicidio», por el Grupo Socialista de Antequera.
Agradezco el acierto de invitar a un ponente de tan reconocido prestigio para hablar de un tema que se hace cada vez más necesario tratar y concienciar. Agradezco haber podido escuchar en directo lo que he oído, para el crecimiento de mi propia sensibilidad y mi posible aportación social.
Ojalá sepa ser yo un «corcho» para alguien.
Algunas de las cosas que nos contó.
(En un tema tan sensible como este, prefiero tirar de los apuntes que tomé y trasladar las ideas tal cual, sin interpretaciones que puedan distorsionar su cuidado mensaje. Disculpe el ponente si se han quedado en el aire algunas ideas significativas ).ChLL
«Porque el gran mensaje, o el único gran mensaje que yo voy a dar hoy, es que la prevención del suicidio es responsabilidad de todos. Es responsabilidad de toda la comunidad. No hay un único sector al que se le pueda depositar esta única responsabilidad, ni siquiera en el ámbito sanitario, porque la prevención del suicidio es un problema evidentemente social».
Miguel Guerrero |
«El suicidio es para una gran mayoría un tema tabú, porque pensamos que si hablamos de este tema lo incentivamos, pero -lejos de ello- lo que debemos hacer es dialogar y aprender sobre esta materia para poder prevenirla.
Muchas personas tienen arraigado el pensamiento de que las personas que se suicidan son personas que están locas, o son personas que tienen algún tipo de enfermedad mental, o son personas que lo hacen bajo algún trastorno psicológico o algún trastorno mental. Y este es tan solo un ejemplo de muchos de los mitos, que son las principales barreras para poder prevenir el suicidio».
«En favor del argumento de poder hablar sobre ello diría que no se puede prevenir aquello de lo que ni siquiera se puede hablar».
«Pese a que es cierto que a raíz de la pandemia se ha empezado a derretir un poco ese hielo que había, ese hielo a hablar de la salud mental, de la enfermedad mental y de manera específica del suicidio, vamos tarde. Vamos tarde porque todos tenemos a varias personas más o menos cercanas; pero todos, cada una de las personas que vivimos aquí tenemos conocimiento de algún suicidio cercano. Si no en nuestra etapa previa de la vida, las personas que llevamos teniendo más edad, hemos ido acumulando experiencias y es una situación que independientemente del grado de confianza, de parentesco que podamos tener con las personas, es una de las noticias que más impactan: que una persona, un miembro de nuestra comunidad haya acabado con su vida».
Y comenzó dándonos cifras. Es importante conocer las cifras para hacernos cuenta del problema del suicidio.
«Cada año fallecen en España por esta causa más de 4.000 personas. Cada día se quitan la vida 11 personas. 1 persona se quita la vida en España cada 2 horas y media.
Andalucía tiene el dudoso honor de estar siempre en el top 5 de las comunidades autónomas con mayor tasa de suicidio. Más de 800 personas en Andalucía se suicidaron este año pasado, lo que supone un suicidio cada 14 horas. Y si nos acercamos a la provincia de Málaga, que también es una provincia especialmente sensible al suicidio, el año pasado, fallecieron por esta causa una persona cada 52 horas.
Antequera en su comarca o el área sanitaria de Málaga Norte, es una de las zonas de las poblaciones que más suicidios tienen en el ámbito nacional. De hecho, la comarca de Antequera supera en mucho la media de suicidios de España. Eso evidentemente lastra la estadística de la provincia, pero viene a significar que es un problema social que Antequera no puede eludir».
«No solamente nos quedamos desgarrados con las personas que mueren por suicidio, también están las personas que intentan quitarse la vida y que sobreviven, pero que sobreviven con secuelas físicas, sociales, económicas y comunitarias. Y en España, el año pasado, se intentaron quitar la vida 70.000 personas. No es un año extraordinario, suele ser esa la ratio. Eso supone que los que trabajamos en el ámbito hospitalario atendemos, recibimos, una persona que ha intentado quitarse la vida cada 7 minutos y medio. Eso es un problema también de salud pública».
Estas cifras tan alarmantes no deben quedar en el sensacionalismo mediático. Transformar la información y los tristes datos en conocimiento, es necesario para poder solucionarlo y ver cómo podemos en nuestra sociedad ayudar a prevenir el suicidio.
«Cuando se conoce algún caso, evidentemente la gente posiblemente estemos más sensibilizados. Me preocupa lo que ocurre después. Y lo que ocurre después… es nada.
Es esperar a que tengamos conocimiento de la siguiente persona que haya perdido la vida por suicidio.
Algunos me dirán – yo mismo lo digo- , estamos haciendo cosas, estamos viendo cómo resolver, pero mi reflexión social como profesional es alentar a que se está haciendo algo de una manera claramente insuficiente. Yo no conozco a nadie en Antequera que piense que el principal problema que tiene el mundo es la tasa de voluntad suicida. Posiblemente a todo el mundo se le ocurra varios problemas sociales más importantes».
«Es un silencio que venimos arrastrando un tabú desde hace muchos siglos. No debemos sentirnos culpables, pero evidentemente todos tenemos que sentirnos responsables. Si realmente queremos hacerlo. Yo siempre digo o contextualizo que el suicidio de una persona es una emergente de fracaso de la comunidad social.
Cada persona que pierde el pueblo por suicidio, debería entenderse como un fracaso de toda la comunidad. Porque esa persona que realmente ha perdido la vida ha denunciado con un acto tan radical como perder la vida, el sufrimiento, la desesperanza, la angustia, la desesperación, la soledad, el rechazo, la discriminación que ha sentido de su comunidad. Y esa parte es responsabilidad de todos.
El ser humano, cuando hay un suicidio, normalmente tiende a simplificar a una causa y lo que comúnmente hacemos es precisamente culpar a la persona que ha perdido la vida. Era un cobarde, ha sido valiente, estaba enfermo, estaba loco… esa familia era muy rara, es porque consumía alcohol, es porque tenía un desahucio, es porque se ha separado… Siempre tendemos a quedarnos con el estigma que, además de manera injusta, se carga casi siempre en la sombra de la familia, y que por si fuera poco se queda en absoluta soledad.
Y es difícil, no es imposible, pero es difícil que se abra una conversación honesta con esas personas que han perdido a un familiar. Si la causa de la muerte ha sido otra, tenemos más herramientas».
Eso medianamente lo entendemos, pero cuando es por suicidio la primera reacción es el silencio. Cuando una persona nos dice estoy muy mal y estoy pensando en el suicidio, estoy pensando en quitarme la vida posiblemente lo hallamos podido escuchar también, o hemos tenido la sospecha de que algún ciudadano, algún familiar lo pueda estar pensando, ¿cuál es la primera frase que se nos ocurre de manera natural, de manera humana, de manera impulsiva ante esa verbalización?
¡Estás loco, anda ya, como dices eso, con lo bonita que es la vida!, ¡problemas tenemos todos!…
Tenemos una dificultad, y yo diría casi un analfabetismo emocional, de no ser capaz ni siquiera de validar el dolor y sufrimiento de esa persona. No debemos sentirnos culpables. Es que no nos han enseñado«.
«Dentro de estas personas que intentan quitarse la vida, están personas que se levantan por la mañana, desayunan, llevan a sus hijos al colegio, se van a trabajar, vuelven del trabajo, llevan a sus hijos a las extraescolares, vuelven a casa, quedan un poco en casa haciendo convivencia, se meten en la cama, cierran los ojos y llevan todo el día pensando en quitarse la vida. Van haciendo su vida pensando que ese es el día último. Están planificando sus suicidios, están pensando en que su vida no merece la pena. ¿Eso cómo se computa? ¿Eso cómo se registra? ¿Eso no va a salir en las estadísticas, no va a salir en los medios? Pero eso forma parte también del drama del suicidio.
Hay muchos jóvenes que se están auto lesionando sistemáticamente. Es una población de riesgo que posiblemente en su vida adulta tengan ese condicionamiento del deseo de morir. Y que todo esto unido a los supervivientes, estamos hablando de 80.000 supervivientes al año. Es decir, 80.000 personas, 80.000 vidas, que también quedan rotas, precisamente por el drama del suicidio.
Todo esto, el impacto humano es imposible de medir con un indicador. Pero creo que a cualquier persona que tenga un poquito de humanidad le debe de conmover esta situación».
«Otro de los grandes mitos es llegar a pensar o llegar a confundir que el suicidio es una enfermedad mental. O que incluso el suicidio es un síntoma de una enfermedad mental. Y esto no es así. El suicidio básicamente es una conducta, es un comportamiento humano que evidentemente nace de dos conceptos fundamentales que tienen que ver con el sufrimiento y con la desesperanza. Cuando las personas sufren… y creen o interpretan que ese sufrimiento va a ser interminable, va a ser inmodificable, que no va a poder superarlo, la mente entra en un estado de atrapamiento y ahí anida la idea suicida, las personas no quieren morir, las personas básicamente lo que quieren es dejar de sufrir».
¿Por qué lo sé?. Porque cuando mejoramos la vida de esas personas, las personas quieren vivir. Yo que trabajo en la unidad Cicerón que atiende solamente a personas con riesgo de suicidio; en los años que yo llevo trabajando han pasado más de 600 personas con su familia, por esa Unidad. Pues todas, todas y cada una de estas 600 personas, viven. Viven, porque han cambiado sus circunstancias, porque han recibido apoyo, porque han decidido atrasarlo; pero ninguna de esas personas se ha ido de la Unidad queriendo suicidarse. Porque nadie que es feliz se quiere suicidar.
Y esto nos da una pista muy grande de qué factores hay detrás: el sufrimiento, el dolor y la desesperanza.
Si queremos realmente afrontar el suicidio, y esto los poderes públicos y políticos tienen que tenerlo muy claro, se tiene que poner en ello una mirada multidimensional. Es decir, necesitamos profesionales sanitarios, necesitamos medios de comunicación responsables, necesitamos servicios sociales comunitarios.
Necesitamos igualdad, necesitamos políticas públicas, necesitamos el apoyo de las fuerzas de orden público, necesitamos a los educadores, a los orientadores, necesitamos a las asociaciones.
y necesitamos a todas las sociedades. Y sin embargo, en la realidad, en la práctica, todo queda relegado al ámbito sanitario.
«Sabemos que el suicidio no ocurre por una única causa, la realidad es que hay personas más vulnerables, y más predispuestas al suicidio, pero nunca va a haber una única causa. Hace mucho daño a la familia que clasifiquen así la muerte de su ser querido. Cuando nos dicen que se ha suicidado por esto, se ha suicidado por lo otro. Hay un conjunto de causas que van emergiendo, que van influyendo en la trayectoria y la vivencia de una persona, hasta que llega un momento en el que no puede más».¡¿Qué sabe nadie?!
«Este problema es el típico problema que no se puede erradicar, pertenece a un grupo: el de los problemas perversos y es que siempre, desgraciadamente, va a haber suicidio. Viene siendo así en los últimos 40 siglos que tengamos constancia, el primer suicidio que está documentado en la historia data del año 2.250 antes de Cristo así que llevamos 4.000 años con ello y no vamos a poder erradicarlo y tampoco podemos predecirlo. A día de hoy no hay ninguna herramienta que permita predecir qué persona, en qué momento, o en qué lugar va a decidir hacerlo».
«La parte positiva es que el suicidio se puede intervenir. De hecho, debemos evitarlo. Lo que no podemos, y esto sí es que es importante dejarlo claro, y eso forma parte también de mi responsabilidad, no engañar a la población, es que ni podemos predecirlo ni podemos eliminarlo. Es decir, cuando un político dice voy a terminar con el suicidio, no está en la realidad…
Sin embargo se pueden hacer muchas estrategias para reducir muy considerablemente el número de casos«.
Y nos puso este ejemplo del trabajo que la DGT lleva haciendo para reducir tan ampliamente el número de accidentes y fallecimientos por accidentes de carretera. Demuestra este ejemplo, que cuando hay voluntad de algo y se ponen los medios adecuados, hay resultados sorprendentes.
«En los años 90, todos lo recordamos, fallecían en España más de 6.000 personas en las carreteras.
Era el primer problema de salud pública y era la primera causa de muerte natural extrema en nuestro país.
Hoy son menos de 1.200 personas las que fallecen, desde luego muchas, pero la trayectoria ha sido progresivamente descendiente.
¿Y cómo han conseguido bajar tan radical y tan significativa, reduciendo el 80% de la muerte de tráfico?
¿Qué explicaciones hay detrás de ese movimiento?
Campaña pública, todo el mundo recuerda sus campañas que, además, son bastante impactantes y continuas en medios de comunicación.
¿Qué más?
La conciencia de pensar que el problema era de todos. Porque en su momento el problema no era de todos, hasta que nos concienciamos y llegamos a pensar, gracias a la información que nos daba la DGT, de que el tráfico era un problema de todos, que había personas enfrente que podían ser víctimas.
Hoy en día, ¿veis personas sin ponerse el cinturón de seguridad? Rarísimo. Si lo viéramos, posiblemente algo nos llamaría la atención. ¿Va el niño hoy sin sillita? ¿Veis las personas ebrias cogiendo el coche o ya hay una sanción social que dice: no tú hoy no debes conducir?. Incluso una conciencia propia de los efectos.
Toda esa situación, mejoras en las carreteras, mejoras en el sistema de seguridad de los vehículos…, se ha hecho todo lo que científicamente se había demostrado… y se ha conseguido reducir esa tasa fatídica.
Esto no ha pasado con el suicidio. No existe un plan dirigido y con voluntad de arreglo a esos niveles, que reúna de esa forma medidas de concienciación social y de recursos y medios para ayuda».
«No hay ningún país que tenga recursos ilimitados para destinar a la salud mental. Sin embargo pienso en la justicia de la distribución de los que se tengan y enfocarlos en los más vulnerables.
Tenemos que identificar cuáles son las poblaciones de riesgo, tenemos que poner todos los cuidados y todo el acompañamiento a las personas más frágiles y es ahí donde tenemos que invertir. Y eso sí podemos hacerlo, porque además, eso es una decisión que se evita y compete a lo que tiene que decidir. No tengo recursos para todo, voy a decidir quiénes los necesitan».
«Los poderes políticos tienen que saber que hay un riesgo grande en la salud mental y en el suicidio que tiene que ver con despolitizarlo. Y esto significa que no podemos desviar el foco del suicidio a las familias, a las personas eludiendo la responsabilidad social y comunitaria que tienen los poderes públicos, porque muchas de las acciones preventivas dependen de políticas.
Ningún político en nuestro país, del partido que sea, va a pensar que el suicidio no es un problema y que no merece la pena y que no es importante. Pero lo que hay de fondo es que esa preocupación se traduzca en una ocupación. Y en muchos casos llevamos mucho tiempo escuchando a los políticos, de ámbito nacional fundamentalmente, porque…
«En el ámbito local es bastante diferente. Pero en política nacional llevamos mucho tiempo escuchando lo importante que es la salud mental, lo importante que es el suicidio, pero no hay traducción real en casi nada. No digo en nada, pero en casi nada. De hecho, somos uno de los países que se comprometió a tener un plan nacional para la atención del suicidio. ¿Por qué? Por que es el primer problema, es la primera causa de muerte no natural en nuestro país.
Hay planes de casi todos los problemas de salud pública. Sin embargo, de suicidio no hay, no existe ningún plan nacional sobre el suicidio. Y ha habido varias votaciones ya del Congreso y del Senado donde diferentes partidos de diferentes signos se van tumbando las propuestas estatales y esta es una de ellas muy importante. De forma que al final nunca salen. Pero todos están preocupados. Y yo siempre les digo que vamos a dejar ya de preocuparnos y vamos a empezar ya a ocuparnos.
El otro riesgo de la politización del suicidio tiene que ver con lo contrario, que es instrumentalizarlo, que es utilizar el drama y el sufrimiento del suicidio con rédito político, que es algo evidentemente en el que a mí nunca me van a encontrar en el equipo de ninguna persona, sea institución, sea asociación, o sea cualquier sociedad científica que utilice el suicidio como fin político, o como fin económico -que los hay también- .
¿Qué otras cosas se podrían hacer para prevenir el suicidio?.
«Sensibilizar y concienciar y luchar por ello a través de campañas públicas. Tienen muy poco coste económico y producen mucho. Pero hay miedo a poner en marcha estas campañas.
Si no vienen del ámbito nacional, en acciones locales también se pueden desarrollar.
Todo lo que tenga que ver con promoción de la salud y del bienestar, es prevención del suicidio.
Todo lo que suponga que los recursos sociales, comunitarios, sanitarios de Antequera estén accesibles y estén disponibles para la población vulnerable es prevención del suicidio.
Evidentemente, este tipo de atención en mi opinión tiene que ser pública, tiene que ser gratuita y tiene que ser justa. Tiene que estar disponible para todos. No puede haber una diferencia de que una persona en un medio, en una localidad, sí que tenga un acceso a una ayuda y otras personas igualmente vulnerables en otro medio no lo tengan.
Todo lo que tenga que ver con la protección social, todo lo que sea acceder a una vivienda digna
todo lo que sea ingreso mínimo vital, prestaciones que garanticen la estabilidad económica de la familia, todo en definitiva lo que suponga igualdad de oportunidades, esto es prevención del suicidio. Aunque no podamos identificarlo, realmente está la base universal que hace que las personas tengan vidas, que merezcan la pena ser vividas.
Esto que estamos haciendo aquí, dar conocimiento e información es prevención del suicidio, la comunicación responsable. Porque es un mensaje de esperanza a la población».
La salud mental hay que promocionarla. Yo sé que eso básicamente no depende de la institución del Ayuntamiento. que depende del Servicio Andaluz de Salud. Pero es muy importante también que conozcamos para poder reivindicar cuál es la ratio de profesionales de salud mental que tenemos en nuestra área sanitaria. Y cuando aquí en Antequera las personas dicen tengo un problema psicológico y pido cita en salud mental, la ratio que tenemos aquí es de tres psicólogos clínicos por cada 100.000 personas. Hay áreas donde son 2,7 por 100.000.
La media nacional es de 6 psicólogos clínicos por 100.000. Y la media europea, a lo que siempre le gusta a los políticos nacionales de compararse cuando le interesa la ratio, la media europea es de 18 por cien mil. Y hay países, vecinos como Portugal y Francia, que son 24 psicólogos por 100.000. Aquí, tres«.
«Lo digo para que la gente sepa que cuando se pide una cita en Salud Mental y la cita va a cuatro meses vista, a siete meses vista; o si te ven en tiempo, pero luego no te ven a largo plazo, es una de las causas por las cuales ocurre lo que ocurre. Un sistema que está infradotado.
¿Sabéis dónde está la mayoría de las personas de Antequera que tienen problemas psicológicos, que tienen algún tipo de trastorno psicológico?. Están en Málaga en consultas privadas, pagándose ellos la terapia. Esa es la realidad. La gente pide ayuda, y tienen que ir a Málaga a costearse la terapia, que puede ser 60, 70 euros. Habrá personas que pueden permitírselo, pero…
Y hay personas en este pueblo con trastorno grave, que todos conocemos, que no acceden a un tratamiento de calidad y eso también es prevención del suicidio, porque luego cuando esa persona fallece todo el mundo decimos que se ha quitado la vida porque tenía «tal», pero nadie alude a que a lo mejor esa persona con «tal trastorno» si se le hubiese dado un trabajo digno, si se le hubiese dado un entorno donde no se le rechazara, si pudiera haber accedido a un psiquiatra en tiempo y forma, si pudiera tener una terapia psicológica … a lo mejor era feliz y podía seguir viviendo. Es un ejemplo, pero es con una realidad que bien tendríamos que tener en cuenta.
También la prevención del suicidio tiene que ver con garantizar los derechos humanos, y tiene que ver con las aulas, y en esto hay mucho miedo. Por supuesto que no lo puede hacer cualquiera. Hablar de prevención de suicidio de las aulas sin conocimiento, sin medios, sin recursos y sin querer empezar por la base que es enseñarle a nuestros niños, a nuestras niñas cuando son pequeñitos cómo tienen que afrontar el sufrimiento de la vida, que reconozcan sus emociones, que sepan pedir ayuda, que sepan evitar eso de los niños no lloran…
Es otro ejemplo, porque eso está en nuestra base de la raíz. Hoy sabemos que los niños en las aula pueden aprender valores, pueden aprender a tener mejor salud, pueden ser más que inclusivos.
Es que en los pueblos también se da el «porque eres gay, porque eres de fuera… » esa es una realidad.
Aunque se haya pensado siempre lo contrario, la diversidad hoy en día es la norma. Vamos a enseñar a nuestros niños cuando son pequeños a que tengan esa humanidad y solidaridad y permitan que cuando sean adultos puedan gestionar el sufrimiento, que lo van a tener. Es que también es cultura nefasta la de pensar que a los niños no se les puede decir nada que sufran, porque si no, sufren y angelitos. Deben aprender a tolerar la frustración. Si no, nos estamos convirtiendo en una sociedad de cristal, una sociedad frágil.
¿Saben dónde están buscando los niños la educación socioemocional y dónde están buscando los recursos que no le dan padre o madre o los colegios?, en las redes sociales. Se la está dando un influencer que le está diciendo a la chica lo tiene que hacer, si tiene que ser más permisiva o menos permisiva.
Y estamos cediendo la educación, que es lo más sagrado que tiene el ser humano, la educación de los hijos, a gente que ni conocemos.
Habéis escuchado mucho que el tema de las redes sociales y de internet es un problema para los niños, que lo es; pero ¿sabéis a quién hay que quitarle los móviles?. Los niños tienen un problema con el móvil, pero básicamente a quien hay que retirarle los móviles es a los padres y a las madres.
Los colegios han estado mucho tiempo también negando hablar de suicidio. Eso lo he vivido yo con la droga. Aquí en Antequera no había droga en los colegios… no había problemas de LGTBI, aquí no pasaba, no había problemas de pobreza… pues con el suicidio pasa lo mismo. Parece que el suicidio es un problema de otro barrio, de otro colegio, de otro ente, de otra institución.
Es bueno introducir en el currículum de los niños que no solamente sepan Matemáticas, Geografía, Historia, que están muy bien, están muy bien porque eso les va a ayudar a tener acceso al trabajo…
Pero tienen que aprender que pueden resolver los problemas de una manera mucho más sana que recurriendo al porno, a los videojuegos en tiempos desmedidos, a aislarse, a tomar alcohol…
Está muy normalizado que un chico de 20-23 años a las 7 de la mañana esté tomando alcohol en un bar.
Prevenir la salud mental y también la prevención de la droga. Y eso, por desgracia, es otra emergencia también bastante acuciante dentro de la sociedad en la que vivimos.
Otra gran medida donde pueden contribuir los medios públicos, tiene que ver con evitar la soledad.
¿Cuántas personas mayores de nuestro pueblo, cuántas personas ancianas, están viviendo diariamente en absoluta soledad?
No digo ya en cuidado cuando tienen alguna enfermedad física. Me refiero a los que no tienen ni siquiera una persona con quien puedan relacionarse. ¿Creéis que las personas mayores se meten en redes sociales y participan en los grupos de whatsapp y están mandando memes?
Evitar la soledad, sobre todo en una población, en un rango de la edad que ha dado la vida por el pueblo, lo menos que podemos hacer es devolverles ese cariño.
La franja de mayor riesgo de suicidio no son los jóvenes, son las personas mayores. Las personas mayores de 70 años es la población que más suicidio se lleva en España.
Espacios de socialización.
...»que cada vez en los pueblos son menos. Aquí nos hemos criado todos, niños, en los barrios, en las calles, jugando a la pelota, ahí resolvíamos nuestros conflictos. ¿Dónde se juega a la pelota hoy en día?.
¿Dónde están los colegios por las tardes para que los niños puedan hacer allí?. Ahora es la escuela de fútbol, la escuela no sé qué, está muy bien, pero es que los espacios de socialización son más cosas también y eso lo estamos perdiendo, y eso nos está condenando a tener una sociedad cada vez más aislada. Qué curioso, cuanto más conectados estamos con las redes sociales, más soledad hay en el mundo.
Y ¿sabéis, entre jóvenes y personas mayores, dónde está creciendo más el sentimiento de soledad?. En los jóvenes. Casi la mitad de los jóvenes en España dicen que en algún momento de su vida se sienten solos. Una de las grandes fuentes del sufrimiento humano es cuando estamos y nos sentimos solos.
«Hay que formar, hay que capacitar a los profesionales y eso es dinero, pero vuelvo a repetir, es un dinero muy rentable, la formación es bastante rentable. Y permite que se formen no solamente los sanitarios, que también. Que es que yo voy al hospital, o es que yo voy al psicólogo, voy a psiquiatra, le he dicho o he hablado de suicidio, y a mí no me ha sabido dar una respuesta… pues eso es capacitación.
Eso es responsabilidad de los sectores sanitarios. Pero es que las personas que trabajan en asuntos sociales, las personas que trabajan en viviendas… también tienen que formarse. Y es una formación que es básica, no le estamos pidiendo que se convierta todo el mundo en expertos de conducta suicida, que tampoco nos hace falta. Pero sí que haya unas mínimas competencias para poder abordar a una persona cuando te diga eso que decíamos antes de que estoy pensando en el suicidio, entre las miles de respuestas… que no sea la de !anda ya estás loco, no digas tonterías!
Código Suicidio
«Ciertamente, en Antequera, tengo que decirlo, se ha generado recientemente un protocolo de prevención de suicidio, esto el Hospital lo ha publicado. Y ciertamente el código suicidio es una herramienta que ayuda, pero evidentemente, Antequera como hospital comarcal comparte las dificultades de los comarcales, muchas de ellas y también la lejanía en la valoración psiquiátrica.
Una persona de riesgo de suicidio que acuda de urgencia en Antequera no tiene disponible por la tarde o fines de semana un especialista que pueda valorarlo. Tiene que buscarse un traslado al regional, al civil, que tiene que coordinarse con todas las dificultades.
Esto ocurre en numerosos hospitales comarcales, no solamente pasa aquí, pero evidentemente tiene que haber márgenes de maniobra, lo que no podemos es que dependa el plan de seguridad de una persona de que acuda por la mañana o acuda por la tarde, te pille de fiesta o te pille de vacaciones; porque en otros casos no ocurre, si te da un infarto o te da un ictus, el código ictus o el código de infarto es el mismo en todos los hospitales, sin embargo en el código suicidio ya va a depender de que tenga o no tenga disponible un especialista. Te estás jugando la vida igualmente.
Es muy importante…
«Si antes hablamos del suicidio como un tabú, esto es un tabú dentro del tabú: una de las poblaciones de riesgo más estudiadas para el suicidio son las personas que han sufrido víctimas de violencia de abuso de maltrato me da igual la modalidad que sea, física, sexual, de diligencia y me da igual en la edad, evidentemente con más presión cuando ocurre en la infancia de…
Lo voy a decir a la inversa que se entiende muy bien»:
Si consiguiéramos eliminar de Antequera -una situación utópica- cualquier situación de abuso o de maltrato. Que no existiera, que de la ecuación general se elimina la violencia, la violencia de género, la violencia familiar, el acoso, ciberacoso… Si lo consiguiéramos eliminar todo en una situación hipotética, se reduciría un 67% el intento de suicidio. Solo con esa medida podríamos reducir y prevenir más suicidios que si pusiéramos aquí un hospital por cada calle
Miguel Guerrero
Y de esto no se habla. Esto cuesta horrores. No solamente hablarlo como pueblo, sino que las personas puedan revelar las situaciones de abuso y de maltrato de esta generación. Eso es un tabú que hay que romper. Así que a los poderes públicos les compete prevenir cualquier situación de violencia y evidentemente actuar de una manera temprana para proteger a las víctimas».
Las poblaciones vulnerables.
«¿Cuáles son los grupos que tienen más predisposición, que tienen más riesgos y por lo tanto que tenemos que proteger más?
Evidentemente las personas que tienen trastornos mentales graves. Yo sé que cada vez está mucho más normalizado, el decir que tengo angustia, que tengo ansiedad, que no puedo dormir; que tengo depresión, incluso. Pero ojo cuando le digo a las personas, que estoy escuchando voces, o que pienso que soy un extraterrestre, que tengo un estado bipolar o que tengo un trastorno de personalidad …
Tener depresión y ansiedad, casi hoy en día podemos decir que está normalizado, incluso está bien que la gente lo diga; pero cuidado con la enfermedad mental grave, que todavía no hay esa respuesta de acogimiento para estas personas; pero genera mucho sufrimiento, porque los trastornos mentales graves a los que me estoy refiriendo generan mucho dolor, generan mucho sufrimiento, y son personas que se enfrentan a una adversidad mucho mayor, por lo tanto tienen más riesgo de suicidio.
«Las personas enfermas físicas, de estas enfermedades crónicas, que cursan con dolor físico, que generan discapacidad, que hacen que una persona joven no pueda ejercer un trabajo, que seguramente lo condena y lo empobrece, son factores de riesgo también, incluso la propia adicción. Y no digo la combinación entre una persona que tenga una enfermedad física, que tenga una enfermedad mental y que esté consumiendo alcohol. Como veis exponencialmente esas son las poblaciones de riesgo mayor.
No hay un factor más predictivo para el suicidio que haber hecho un intento de suicidio previo. Es decir, que las personas que tienen antecedentes personales de la conducta de suicidio tienen que ser prioritarias para la salud pública.
Y después, las personas que han perdido a un ser querido por suicidio. Antes hablaba de los supervivientes, no solamente se enfrentan al reto del duelo traumático, sino además que se convierten en sí mismos en una población de riesgo.
Las personas que están en exclusión, que están sin hogar, ¡qué poco se habla de la ideación suicida en personas que viven en la calle!. Yo no he visto un titular de prensa nunca que haga alusión a esto. O a las personas migrantes, o a las personas que se han tenido que desplazar forzosamente por conflictos bélicos. Pero son poblaciones de riesgo. Y son personas que merecen, en comparación con la población normal, más cuidados y más atención.
Las minorías sociales…
Mirad, si pudiéramos hablar de la educación en valores, que un día podamos decir que cualquier persona por su condición sexual, por su identidad, por religión, por cultura, por etnia, por raza, no se sintiera discriminada. ¿Cuánto dolor y sufrimiento podríamos reducir?
Quiero hacer incidencia en los varones de edad avanzada. El foco epidemiológico no se concuerda con el mediático. Se habla mucho del suicidio de los jóvenes. Incluso llego a escuchar que se ha incrementado el suicidio de los jóvenes. Esto realmente no es así, y menos mal, porque no necesitamos que haya más suicidio de los jóvenes para dramatizarlo, que es bastante dramático por sí. Pero la realidad es que el foco epidemiológico está en el varón entre 40 y 55 años. Esa es la diana donde fallecen por suicidio mayoritariamente en Antequera y en España. Varón de 40 a 55 años
Lo que ciertamente ocurre es que los adolescentes frágiles son una población de riesgo. Y de hecho, entre 15 y 29 años, el suicidio es la primera causa de muerte global. No de muerte externa, de muerte global. Que es lo mismo que decir que si un chico entre 15 y 29 años fallece en España, la primera causa en la que hay que pensar es por suicidio. Yo creo que eso es ya suficientemente dramático como para tener que reaccionar».
¿Qué nos protege del suicidio?
Tener una buena salud física, una buena salud mental, tener una red de apoyo. Fundamental que las personas no se sientan solas, no se sientan abandonadas. Sentirnos queridos, que eso es lo que más protege. Puede sonar súper cursi si queréis o súper romántico, pero esa es la realidad. Las personas pueden tener muchas razones para morir, muchas razones de muerte, pero si tienen una razón para vivir, afrontan la vida y esa razón casi siempre es un vínculo. Si vosotros ahora mismo cerráis los ojos y pensáis por qué no os suicidaríais, es bastante probable que todos digamos: por mis hijos, por mi pareja, por mis padres … No creo que nadie diga, por si me toca la lotería o por si ganamos la champion… esas no son razones de vida. Al final la gente te dice: porque me quieren. Por eso sentirse querido es también protector para el suicidio.
Tener un contexto también de seguridad como hemos dicho, seguridad económica, seguridad social, protección, que los recursos públicos puedan estar disponibles y tener razones de vida.
En los años 70, un investigador alemán, que se llamaba Rudolf Bilz, estaba haciendo una investigación dentro de la psicología biológica, no tenía nada que ver con la salud mental y con el suicidio, y estaba investigando con ratas, cuánto tiempo era capaz una rata de nadar en un cubo de agua hasta que falleciera. (Suena duro pero dentro de la fisiología biológica se hacían estos experimentos entonces)
Este investigador sometió a una rata en un cubo de agua redondo y la depositó ahí y medía con un cronómetro cuánto tiempo tardaba la rata en fallecer y determinó que a los 20 minutos la rata dejaba de nadar y moría.
Y esto es curioso porque los rodeadores son bastantes buenos nadadores y evidentemente podían nadar más tiempo. Pero lo que comprobó es que cuando la rata era capaz de advertir que no había salida, dejaba de luchar. Pues bien, al día siguiente, coge otra rata, la ponía en la misma situación de experimentar, en un cubo de agua, pero dos minutos antes de este umbral de 20 minutos, le arrojaba un corcho. Entonces, al arrojarle un corcho la rata se agarraba y se salvaba. Pues bien esta misma rata al día siguiente, cuando se la sometía al cubo de agua, se midió cuánto tiempo era capaz de nadar y llegó a determinar que de manera ininterrumpida la rata llegó a nadar más de 80 horas.
Esa estaba esperando el corcho, por eso a ese experimento se le bautizó como el experimento de la esperanza. Cuando la rata espera que le va a llegar el corcho, lucha. Metáfora doble para la prevención de suicidio: cualquier persona que esté sufriendo pero esté esperando un corcho esa persona va a luchar, y yo diría casi de una manera titánica, cualquier situación de dolor y sufrimiento al que se le exponga, si está esperando el corcho. Metáfora desde el punto de vista de la prevención: que cualquiera de nosotros puede ser ese corcho. El corcho puede ser tu familia, el corcho puede ser tu amigo… El corcho puede ser un vecino, el corcho puede ser un representante del público, puede ser un psicólogo, puede ser tu jefe, puede ser un orientador, puede ser un policía, el corcho puede ser cualquiera. Y yo sé que eso tiene muy poco misterio, pero la prevención del suicidio no depende de grandes efectos ni que haya muchos Migueles Guerreros. Depende de que cada uno de vosotros podáis ser corcho para el que tenéis cerca.
Porque si no somos capaces de visibilizar el sufrimiento del que tenemos al lado, no vayamos a reivindicar el Plan Nacional de Prevención de Suicidios. Ni pedir a los políticos que se muevan. Eso es nuestro.
Cada uno de vosotros y de vosotras, pueden ser un agente de prevención del suicidio.