La reliquia | Por Susana Carmona

Era mi mejor amigo. Le conocí en una antiquísima mercería. Me ayudaba a sentirme guapa, ser feliz, salir a la calle, tener alegría, salud, sin él no sabría qué hacer. Cuando lo tienes para ti, pareces otra persona.


Una mañana, de madrugada, antes de que saliese el sol, sentada delante del tocador, me disponía a desenredar mis sueños. Mi imaginación volaría acicalándome. Siempre lo hacía antes de vestirme.
Alargué la mano para coger mi adorado cepillo y alisar mi rubia melena. Este descansaba en un precioso cojín rojo. Sin apenas rozarlo, cayó a la alfombra. Se me encogió el corazón. Era una de las reliquias más
hermosas que había visto en mi vida. Era de color nácar con púas doradas. Su mango parecía brillar. Por un momento, tuve la sensación de que se había tirado él al suelo y se revelaba contra mí. Dos veces pasó lo mismo.
A la tercera, lo agarré tan fuerte que casi lo podía ahogar. No conseguía desenredarme. Las púas se metían hacia dentro. Tenía el pelo como una loca. Cabreada, le di un manotazo sin saber a dónde caía. Escuché como un “ay” muy bajito. Sentí como si unos escalofríos recorriesen mi cuerpo. No le presté demasiada atención al lamento, pues tenía puesta la televisión en la otra sala. Decidí desayunar. Después continuaría con el desenredo de mi madeja. Al regresar, no fue posible. Pues mi nacarado no se encontraba en la estancia. Rabia, impotencia, decepción se apoderaron de mí. Mi antigualla había rebotado al balcón de abajo. Nadie vivía ahí. Yo daba vueltas por el dormitorio como un lobo solitario. Con un gorra hasta las orejas, me tiré a la calle a buscar otro de estos preciados artículos, que tanto contribuyen al bienestar, belleza y salud mundial. No encontré ninguno por la ciudad. Habían emigrado o se habían vuelto invisibles en tiendas, peluquerías, centros comerciales…
Escuché que toda clase de artículos para embellecer el cabello habían desaparecido de la faz de la tierra. Miles de mujeres protestaban como locas por las calles, por no poder arreglar sus preciadas melenas. Miles decidieron raparse, pues parecían primitivas. Desaparecía uno de los atractivos de estas féminas.
Un hecho sin precedentes y único dominaba el planeta.

Ya en casa, barriendo encontré la respuesta a este fenómeno mundial. Mi querido compañero me había dejado una nota que decía así:
“Desde hoy no seremos manipulados por ningún ser humano. No entraremos en cabellos sucios y desaliñados. No permitiremos que nadie nos arranque las púas por diversión, nos dejen pegajosos, amontonados en un cajón con otras cosas, no nos bañen, nos den porrazos, nos tiren a la basura a la primera de cambio porque hemos pasado de moda. Nos tienen en poca estima. Somos una de las herramientas más utilizadas a lo largo del día y ni una palabra de agradecimiento. En fin, no nos cuidan ¡Todos a la huelga! ¡Nos echarán de menos!”
Varios días después, un locutor de las lejanas tierras del Himalaya comentaba por las ondas: “Queridos oyentes, me ha parecido ver, desde la ventana de esta emisora, como una larguísima procesión de peines, cepillos del cabello, rulos, pinzas y no sé qué más, caminando por las nieves de estas montañas. Van capitaneados por algo brillante. No sé si será el cansancio o que me estoy volviendo loco. ¿Quién peinará nuestros sueños ahora? ¡Buenas noches!”.

Autora: Susana M Carmona Campos

SOBRE LA AUTORA


Susana Carmona nació en Antequera, ciudad en la que vive. Trabaja en el Dpto. de administración de la empresa Abasthosur, aunque es diplomada en Magisterio.

Escribir es una de sus aficiones. Le encanta la literatura. Es muy creativa, sensible y desde muy joven ha escrito para ella misma.
Desde hace unos años pertenece al Taller
Antequerano de Escritura Creativa
y al Club de Lectura de la Biblioteca de San Zoilo (Antequera).
Le han publicado relatos en los periódicos locales de “El Sol de Antequera”, “La Crónica de Antequera” y microrrelatos en el “Diario Sur” de Málaga. Han
seleccionado sus poemas para formar parte de dos antologías poéticas de “Diversidad Literaria”. Ha publicado un libro: “A flor de piel”. Era uno de los sueños que tenía desde hacía mucho tiempo.